Ahora los padres también son los amos de casa
El rol en casa ha cambiado, ahora los hombres compaginan las tareas de la casa con las de la oficina, ¡a veces mejor que las mamás!
Tres padres de familia están desayunando frente a la oficina de Deloitte, la empresa de servicios financieros de la que son socios, en Toronto, Canadá, y hablan de cómo hacen malabares para compaginar la vida profesional con la familiar.
—Se insiste demasiado en el equilibrio entre el trabajo y la familia —dice Robert Lanoue, de 44 años.
—Sí, se habla mucho de equilibrio y desequilibrio —añade su colega Andrew Hamer, de 30.
Esta versión masculina de una conversación que se da infinidad de veces al día entre mujeres aborda los desafíos de llegar a casa para la hora del baño, asistir a recitales y cómo se debe conciliar todo esto con la superación personal.
Lo único que falta es la culpa y la autocrítica que con tanta frecuencia se observa en las charlas de las mujeres que trabajan.
Lanoue, que lleva camisa de cuello abierto y reloj de buceo, tiene un aire de deportista relajado. Hamer, más del tipo del hombre de negocios moderno y bien parecido, usa barba, chaqueta a cuadros y pantalones vaqueros. Completa el trío Jonathan Magder, de 35 años, delgado y de voz suave.
Son amos de casa y profesionales ambiciosos, que dan la misma importancia a la paternidad que al ascenso en el trabajo. Ejemplifican que quizá los hombres sean más hábiles para las “tareas femeninas” que las propias mujeres.
Ellos no creen en el “equilibrio”, sino en conseguir lo que quieren, así tengan que ir entre semana a animar a sus hijos de cinco años a un partido de futbol.
—Los padres de familia de hoy pueden llegar a ser los peores enemigos de sí mismos —agrega Magder—. Lo más complicado es sin duda administrar el tiempo.
Lanoue, que se asoció a la compañía en 2010, tiene dos hijos (un niño de 10 años y una niña de 6) que asisten todo el día a la escuela. Calcula que trabaja un día a la semana desde la oficina que tiene en el sótano de su casa, en parte para pasar más tiempo con ellos.
“Planeo mi calendario con semanas de anticipación”, dice. Lo hace con todo detalle; cambia las juntas por teleconferencias cuando lo necesita, y es firme y muy claro al respecto.
Incluso cuando va a la oficina, a veces tiene que salir a las 3:30 de la tarde para llevar a su hijo a sus partidos de hockey, hecho que él divulga para librarse del estigma de quienes se escabullen antes de la hora de salida habitual.
“Todo el mundo conoce mi rutina cuando no estoy allí”, señala. “De las 3:30 de la tarde a las 7 de la noche pueden comunicarse conmigo por correo electrónico. Si debo revisar algo, lo hago bien entrada la noche”. En otras palabras, cumple con su trabajo, pero a su tiempo.
Hamer tiene un hijo de dos años que va a la guardería y un recién nacido que no duerme (como lo demuestran las ojeras del padre), y por el momento debe salir de la ciudad tres noches a la semana para trabajar en la oficina de un cliente.
“Para mí”, dice, “la flexibilidad está en poder ocuparme de las tareas domésticas de la mañana sin tener que agobiarme por el viaje diario a la oficina”.
Magder tiene tres hijos, de seis, cuatro y dos años. Trata de estar en casa por lo menos dos o tres veces a la semana para la cena y la hora de acostarlos. A veces es difícil, admite, y recuerda una época en la que trabajaba entre 80 y 90 horas a la semana y dormía muy poco.
Aun así, “la mayoría de la gente entiende que, cuando me ausento de la oficina, lo único que cambia es mi ubicación”, dice.
En muchos aspectos, Magder y sus dos colegas parecen los típicos graduados de maestría en administración de empresas, sólo que aplican los principios de la gestión eficiente a la tarea de ser padres.
Para organizarse, el grupo Deloitte Dads se inspiró en una agrupación similar de madres de la compañía, Career Moms, iniciada en 2007 por Anushka Grant, una consultora que tiene tres hijos.
Career Moms resultó enormemente popular y ya tiene cuatro divisiones en todo Canadá. Ofrece oportunidades para establecer contactos a las madres trabajadoras de la empresa y distribuye una “guía de supervivencia” que da consejos sobre el manejo del estrés, cómo comprar ropa de oficina antes de reintegrarse al trabajo y más.
Se trata de un memorando de 20 páginas que pone en evidencia las recomendaciones para los permisos por maternidad de los manuales de recursos humanos de la mayoría de las empresas.
En 2010 Hamer propuso a la dirección de la compañía crear el equivalente de Career Moms para padres de familia, alegando que destacar la simpatía de la empresa por los padres trabajadores ayudaría a reclutar y retener también al mejor personal de sexo masculino.
“Fue una propuesta fundamentada”, recuerda. “Presenté argumentos objetivos de por qué le conviene a la compañía hacerlo”.
Cuando el periódico Globe and Mail publicó un artículo sobre la agrupación, en marzo de 2013, el director de diversidad de Deloitte empezó a recibir llamadas de otras empresas que querían seguir su ejemplo y solicitaban asesoría. “Bienvenido a Deloitte Dads, la fraternidad de la paternidad”, dice un folleto del grupo.
La agrupación encontró un público especialmente propicio porque la división de consultoría de Deloitte tiene una “cultura del desempeño empresarial”, como lo expresa Hamer; el ritmo es exigente y se espera que los empleados se administren ellos mismos.
“La cultura es sobre el trabajo”, añade Hamer. “Nos permite no tener que estar en la oficina a una hora determinada sólo porque sí”.
Deloitte Dads carece de una semi-celebridad propia al estilo de Sheryl Sandberg, directora de operaciones de Facebook, cuyo exitoso libro Lean In exhorta a las mujeres a buscar activamente su desarrollo profesional y a no dejarse intimidar por preocupaciones sobre la manera de compaginar el trabajo con la vida familiar.
Sandberg también habla sobre los hombres y lo importante que es elegir al más adecuado para tener hijos, pero se centra sobre todo en las mujeres y en lo que pueden hacer para ascender en el mundo empresarial.
Es un tema interesante del libro de Sandberg, pero Kathleen Gerson, socióloga de la Universidad de Nueva York que estudia la familia y el trabajo, pregunta por qué seguimos tratando el asunto como si fuera un problema exclusivo de las mujeres cuando las pruebas indican que los hombres lo comparten.
“Lo irónico es que, según algunas investigaciones, los hombres experimentan el mismo o mayor conflicto y aspiran al equilibrio tanto o más que las mujeres”.
De hecho, un estudio sobre la paternidad moderna realizado en marzo de 2013 por el centro de investigaciones Pew Research revela que es casi igual el número de padres y madres que tratan de “hacerlo todo”.
Según el estudio, a 50 por ciento de los padres que trabajan y a 56 por ciento de las madres en iguales condiciones les resulta “muy difícil” o “difícil” equilibrar el trabajo y la familia, mientras que 48 por ciento de los papás y 52 por ciento de las mamás respondieron que preferirían estar en casa con sus hijos, pero que necesitaban trabajar para tener ingresos.
Deloitte Dads y sus imitadores no sólo reflejan las exigencias de los hombres de tener horarios de trabajo más flexibles y participar más en la crianza de sus hijos, sino el número creciente de parejas que negocian entre sí cuál de los dos tendrá prioridad para buscar su desarrollo profesional.
Según la Oficina de Estadística Laboral de Estados Unidos, la proporción de familias de parejas casadas en las que ambos padres trabajan era del 59 por ciento en 2012.
Y las señales del cambio de prioridades se pusieron de manifiesto desde hace poco más de una década: en una encuesta realizada en el año 2000 por el Centro Radcliffe de Políticas Públicas, en la que se preguntó a hombres y mujeres de entre 20 y 30 años de edad si aceptarían un sueldo más bajo con tal de poder pasar más tiempo con su familia, alrededor de 70 por ciento de los hombres contestaron que sí, frente a sólo 63 por ciento de las mujeres.
“Si escuchas a los mejores ejecutivos jóvenes (los egresados de las más importantes escuelas de negocios), todos manifiestan su deseo de ser padres dedicados a la crianza de sus hijos y dan por sentado que sus esposas serán quienes se dediquen a su desarrollo profesional”, dice Michael Kimmel, profesor de sociología de la Universidad Estatal de Nueva York en Stony Brook, que da asesoría a empresas en temas de igualdad de género. “Entonces llegan al trabajo y se encuentran con los mismos obstáculos que las mujeres”.
“Estamos preparados para un cambio cultural”, dice Warren Farrell, consultor y autor de siete libros, entre ellos The Myth of Male Power (“El mito del poder masculino”) y Why Men Earn More (“Por qué los hombres ganan más”). En su opinión, la nueva mentalidad se debe en parte a que estos “jóvenes brillantes quieren algo más en la vida que sólo ascender la escalera laboral”.
No será fácil: los departamentos de recursos humanos están dedicados casi por entero a prevenir litigios y atender las necesidades de las mujeres y los empleados pertenecientes a minorías. Según Farrell, el siguiente paso es poner más opciones al alcance de los hombres, algo que la nueva generación de ejecutivos ambiciosos exige.
¿Cómo se reparten las tareas en casa con los hijos y las actividades de trabajo? ¿Se les dificulta mucho? ¿Se carga mucho para uno de los dos padres?