Los cosméticos de la Antigüedad
Los antiguos egipcios ya usaban sombras para ojos hace más de 5,000 años, tanto por razones estéticas como prácticas: la pintura sobre los párpados ayudaba a protegerlos de los reflejos del sol. Dicha pintura...
Los antiguos egipcios ya usaban sombras para ojos hace más de 5,000 años, tanto por razones estéticas como prácticas: la pintura sobre los párpados ayudaba a protegerlos de los reflejos del sol. Dicha pintura era una pasta espesa hecha de malaquita (carbonato de cobre de color verde veteado).
Como otras mujeres egipcias del siglo I antes de Cristo, la reina Cleopatra usaba una sombra de color azul hecha con lapislázuli molido en los párpados superiores, y una de malaquita en los inferiores; se oscurecía las cejas y las pestañas con un polvillo de sulfuro de plomo mezclado con grasa de carnero.
Con ocre rojo se pintaba los labios y se ruborizaba las mejillas, y se untaba tinte de alheña en las manos para darles un aspecto rosado y juvenil.
El tinte de alheña también se usaba como barniz de uñas, previamente espesado con cato, sustancia que se extrae de diversos árboles, entre ellos la acacia; los hombres egipcios se teñían con alheña el pelo y la barba.
Hace más de 2,000 años una tez pálida era considerada en Grecia más atractiva que una sonrosada, así que las mujeres se embellecían la cara con cerusa ?albayalde mezclado con cera, aceite, grasa o clara de huevo?
Este maquillaje les daba una palidez vistosa, en efecto, pero a la larga las envenenaba: el plomo del albayalde absorbido por la piel provocaba trastornos digestivos, mareos, disnea, parálisis de las extremidades, dolores de cabeza y en ocasiones ceguera y muerte.
Los romanos ricos ?tanto hombres como mujeres? también usaban albayalde y otros cosméticos. El emperador Nerón y Popea, su segunda esposa, usaban en el siglo I después de Cristo un maquillaje hecho de minio, pero también se aplicaban por la noche un emplasto facial hecho de masa y leche de burra para contrarrestar el efecto del colorete.
A finales de la Edad Media los cruzados llevaron a Europa los cosméticos orientales, y a pesar de sus efectos nocivos, el albayalde se usó como maquillaje en ese continente hasta el siglo XVIII.
En la Europa renacentista se empleó con fines estéticos otra sustancia venenosa: la belladona, de cuyo fruto se obtenía un extracto de efectos narcóticos.
Dicho nombre en lengua italiana significa “mujer hermosa”, pues cuando se aplica en los ojos dilata las pupilas y las hace brillar. Pero la belladona contiene atropina, sustancia que puede lesionar el globo ocular y causar ceguera.
Las europeas del Renacimiento también usaban colorete de labios hecho con escamas desecadas de cierta cochinilla que se criaba en los cactos de México y otros países. Dichas escamas se mezclaban con clara de huevo y alumbre, y luego con yeso blanco o con alabastro molido para formar el lápiz labial.
Una sustancia usada en el siglo XVII para eliminar pecas era el cloruro de mercurio, un veneno tan mortífero que 1 gramo basta para causar la muerte: al ser absorbido por la piel destruye los tejidos y el sistema nervioso.