En los últimos años han aparecido numerosos estudios científicos que señalan los efectos perjudiciales que los microplásticos y los nanoplásticos -partículas causadas por la contaminación plástica presente en el medio ambiente- ejercen sobre la salud humana.
Un estudio publicado en la revista académica Science Advances por Andrew West, profesor de la Escuela de Medicina de la Universidad Duke, ha revelado cómo la exposición a nanoplásticos podría influir en el desarrollo de enfermedades neurodegenerativas.
Los nanoplásticos son partículas de plástico increíblemente pequeñas, con tamaños que van desde 1 hasta 100 nanómetros.
Originados por la descomposición de plásticos más grandes o creados de manera intencional, estos diminutos fragmentos plantean preocupaciones ambientales y de salud. Pueden ingresar fácilmente a los ecosistemas acuáticos y terrestres, potencialmente afectando la cadena alimentaria.
Su interacción con células y proteínas se está estudiando, y la capacidad de estas partículas para afectar la salud humana y el medioambiente está en constante evaluación. Esto es, dada su ubicuidad y persistencia en diversos entornos.
La enfermedad de Parkinson ha sido etiquetada como el trastorno neurológico de más rápido crecimiento en el mundo, de acuerdo a West.
Durante experimentos con nanopartículas para detectar biomarcadores del Parkinson. El equipo de del profesor West descubrió que ciertas nanopartículas inducían la formación de depósitos de la proteína alfa-sinucleína, estrechamente relacionada con enfermedades cerebrales.
Al exponer modelos de prueba a nanopartículas de poliestireno, comprobaron que:
«Nuestro estudio sugiere que la aparición de micro y nanopartículas plásticas en el medioambiente podría representar un nuevo desafío tóxico. Sobre todo en cuanto al riesgo y progresión de la enfermedad de Parkinson», advierte West. «Esto es especialmente preocupante dado el aumento previsto de estas sustancias contaminantes en nuestros suministros de agua y alimentos».
Los microplásticos y nanoplásticos son degradaciones del plástico que se infiltran en nuestro entorno y pueden acabar en nuestros alimentos, agua y aire. Un artículo publicado en Exposure and Health compartía que consumimos unos 5 gramos de estas partículas cada semana.
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Estas investigaciones muestran que los nanoplásticos pueden afectar negativamente a las células pulmonares y hepáticas, y se han vinculado con ciertos tipos de cáncer.
La investigación de West subraya la urgencia de desarrollar tecnologías para monitorear la acumulación de polución plástica en el cerebro. Entender cómo diferentes niveles de exposición a los nanoplásticos se relacionan con el riesgo de Parkinson y otros trastornos neurológicos es crucial para enfrentar esta nueva amenaza ambiental y de salud.
Este estudio brinda la oportunidad de comprender mejor cómo los contaminantes medioambientales, como los nanoplásticos, pueden estar contribuyendo al aumento de las enfermedades neurodegenerativas.
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