Dietas van y vienen, pero cuáles son los pros y contras de hacerlas
La presión por tener un cuerpo delgado, junto con la preocupación por la obesidad, provocan que las personas hagan dietas para bajar de peso.
Algunas dietas —que fueron populares y luego dejaron de serlo— tienen poca base científica, y otras pueden ser peligrosas para la salud o deben seguirse por periodos cortos.
Estas prometen resultados casi instantáneos. Pero si bien es cierto que algunas dietas “milagrosas” pueden eliminar kilos rápidamente, nunca son una solución permanente.
Los regímenes que limitan el consumo de energía de manera excesiva o que excluyen grupos completos de alimentos son difíciles de mantener; en cuestión de semanas, muchas personas que siguen dichos planes simplemente vuelven a sus antiguos hábitos alimentarios.
Es necesario ver más allá de lo que está de moda. En algunos casos, los riesgos de seguir una dieta relámpago pueden superar los de tener un sobrepeso moderado.
Las dietas que suprimen alimentos importantes pueden ocasionar, entre otras cosas:
Entre las dietas que excluyen o limitan de manera excesiva grupos enteros de alimentos están:
Limitan a niveles sumamente bajos el consumo de carbohidratos como pan, papas, pasta y arroz. El principio es que cuando suprimes de tu dieta los alimentos ricos en almidón pierdes peso debido a que se acelera el metabolismo de las reservas de grasa.
En esta dieta la ingesta de grasa suele ser alta, lo que va en contra de las recomendaciones actuales para reducir el riesgo de sufrir cardiopatías.
Evitar carbohidratos también excluye muchos alimentos ricos en nutrientes, como las lentejas y los frijoles. Y un nivel bajo de fibra puede provocar estreñimiento.
Al principio hay una disminución rápida de peso, debido sobre todo a la deshidratación y a la pérdida de masa muscular, pero por lo general este se recupera al empezar a comer carbohidratos nuevamente.
Basada en los supuestos hábitos alimentarios de nuestros antepasados cazadores recolectores (quienes vivieron durante el Paleolítico y eran mucho más activos físicamente que nosotros) es un plan dietético que se enfoca en alimentos que es posible cazar y pescar —como mariscos y carne de animales alimentados con hierba— o buscar y recolectar —como verduras, frutas, tubérculos, frutos secos y huevos—.
Pero no tiene ninguna base objetiva: es muy probable que las dietas ancestrales variaran ampliamente a lo largo del planeta e incluyeran semillas y granos, tal como lo hacen las dietas tradicionales más contemporáneas, y la dieta Paleo moderna no se parece a ninguna de ellas.
Excluir grupos enteros de alimentos, como lácteos y cereales, puede provocar una alimentación desequilibrada. Esta dieta también podría representar un consumo elevado y poco saludable de carne roja y grasas saturadas, lo cual quizá aumente el riesgo de padecer cáncer de colon. No obstante, la dieta Paleo tiene al menos un punto a su favor: el énfasis en el consumo de alimentos no procesados.
Se basan en un alimento “milagroso” cuyo consumo se permite en cantidades ilimitadas, pero prácticamente excluyen todo lo demás. Se dice que esos alimentos contienen sustancias que mejoran el proceso de quema de grasa y aceleran la pérdida de peso.
Dos ejemplos son la piña y la papaya, pero aunque estas contienen enzimas que descomponen las proteínas, no hay evidencia de que ayuden al sistema digestivo.
Ningún alimento por sí solo brinda todos los nutrientes necesarios para una dieta equilibrada. El consumo excesivamente bajo de calorías puede hacer que el organismo entre en modo de inanición para conservar energía.
Estas dietas tienden a hacer que recuperes más peso del que perdiste, ya que vuelven más lento el metabolismo.