Los retos y peripecias de envejecer en México
Una torta de queso de puerco fue la gota que determinó que doña Luz, viuda de 84 años, fuera institucionalizada, o sea debe ingresar a un asilo.
Ella estaba a dieta de pollo y verdura cocida sin sal, y como nadie puede cuidarla debe ingresar a un asilo, que no residencia, menos casa de descanso, pero mejor que un albergue. Pero al fin una institución donde las personas mayores permanecen encerradas.
Yo me preguntaba, azorada, quién le llevaba las tortas y los jugos de naranja, no de lata sino de los ¿recién exprimidos? en su bolsa de plástico, porque hacía ya muchos años no podía salir sola a la calle, así que cada lunes su sobrina le llevaba sus “saludables” alimentos.
Esta historia, narrada por Amparo Labastida Romo, —fundadora y presidenta de la Asociación Civil Tejiendo Lazos, que propicia una Cultura del Envejecimiento en la que las personas de la tercera edad sean consideradas sujetos socialmente activos—, es una de tantas de las personas de la tercera edad que viven en México, un país que ahora se le denomina de jóvenes pero que en el 2030 se prevé que 15 de cada 100 mexicanos tendrán 65 años y más y vivirán 80 y más, lo que implica enormes desafíos para los cuales el Estado no está preparado.
Cada segundo dos personas en el mundo cumplen 60 años, 12 de cada cien personas tienen 60 años o más y la esperanza de vida en los países desarrollados es, en promedio, de más de 80 años.
Estas son buenas noticias, pero el envejecimiento conlleva desafíos diversos para cada nación. “El envejecimiento en México es un reto por diversos factores como que la mayoría no cuenta con una pensión y nadie puede ahorrar para su vejez con el salario mínimo que existe en el país” explica Amparo Labastida Romo.
Hay alarma por el rápido envejecimiento de la población mexicana. “Es como una bomba de tiempo pues la mayoría de los empleos en México son informales, así que no tienes derecho a nada cuando envejezcas, pero la gente no ve a largo plazo”.
Amparo explica el futuro panorama que podría enfrentar cada anciano en México. “Antes lo padres se las veían duras pero cuando los hijos crecían les echaban la mano, pero ahora la tasa de natalidad ha descendido, ahora la media son 2.2 hijos, y cada vez hay más personas que viven solas”.
Además, el panorama de salud tampoco es halagüeño. “Antes eran problemas infecciosos, ahora son problemas más complejos como la diabetes o las cardiopatías. Ahora vemos personas sin miembros por amputación, así que hablamos hasta de discapacidades”.
¿Alguna vez se te había ocurrido pensar que si el semáforo dura poco para cruzar la calle es maltrato, o que la ausencia de bancas en los parques es maltrato? Pues así es.
“Las casas diminutas y ubicadas en lugares lejanos y poco accesibles representan un problema para el adulto mayor, quien tiene que aislarse, lo mismo que la incapacidad para usar un cajero automático” puntualiza Amparo Labastida, maestra en Sociología.
Amparo lamenta que ni el Estado ni la sociedad civil afronten estos desafíos. “Los ciudadanos no nos hemos responsabilizado de nuestra propia vejez, pensamos que no pasa nada y que si no hablamos al respecto el problema desaparece. Ahora México es un país de jóvenes, pero a partir del 2020 habrá 15 adultos mayores por cada cien habitantes. Y la cantidad crecerá con los años”.
En México la vejez es un estigma. “La palabra viejo es despectiva, y asociamos a los ancianos con pasividad, con algo que ya no sirve”. Amparo ofrece ejemplos claros: “Lo vemos desde el ámbito laboral, la edad te marca y tienes que dejar de trabajar a los 75 años. Hay infinidad de prejuicios y estigmatización, como si ser viejo fuera una enfermedad, el ideal de la sociedad es la juventud”.
Y para las mujeres es aún más difícil, pues mientras que las canas en los hombres son “interesantes”, a las mujeres se les critica por no teñirse el cabello. Pero a pesar de ello, existen personas que envejecen de otra manera. “A mi edad mi abuela ni salía, se vestía de negro y se recogía el cabello con un chongo, mientras que yo salgo con mis amigas y visto de colores”.
Para apreciar la valía de las personas de la tercera edad, destaca Amparo, es preciso conocerlas. “Cuando conoces algo, lo manejas mejor” dice la autora del ibro ‘El abandono de los ancianos: Reto de una sociedad que envejece’, impreso en Porrúa Print.
Si eres un adulto mayor es importante que conozcas tus cambios fisiológicos, así como la manera de trabajar con las pérdidas, que en esta etapa de la vida son una constante.
Y si vives con un adulto mayor es básico que sepas que si tiene la televisión a un volumen muy alto que molesta a los demás integrantes de la familia es, simple y llanamente, porque ya no escucha bien.
“Todos los sentidos se van perdiendo”. Y también vienen las muertes de amigos y familiares y la incapacidad de manejar tanto tiempo libre.
Es importante que los apoyemos con crucigramas para mejorar su inteligencia y ayudarlos a que mantengan sus redes sociales. “Las amistades son un paliativo muy importante para combatir la soledad, ya que lo más común es que sean entre “iguales”, “pares”, que comparten gustos, aficiones como en el caso de la Generación de los Cincuentas, sobrevivientes de temblores, devaluaciones, bailadores de rock and roll, cha-cha-cha, Los Beatles, “bravos militantes del 68” …
Y ni se diga en los Estados Unidos, donde se tiene una numerosa generación de hombres y mujeres, nacidos entre 1948-1953, denominados ‘baby boomers’ quienes, como lo hicieron en su juventud, con su lema “todo se puede”, están quebrando los tradicionales y esperados roles de “ancianos pasivos” explica la especialista en personas mayores.
Amparo habla desde su experiencia. “Un grupo de amigas nos reunimos y vistamos un hogar de niños de escasos recursos que no tienen quien los apoye en las tareas escolares, y no somos maestras, pero somos personas que aún tenemos mucho que dar”.
Otra parte fundamental para entender el valor de las personas de la tercera edad es visibilizar su invaluable aportación en el ámbito familiar. “Cuidan a los nietos, o a otras personas de su edad o hasta mantienen la casa con su pensión o con los ahorros de toda su vida. Hay que visibilizar todo eso, porque cuidar a un enfermo puede llevarte a la muerte” resalta Labastida Romo.
Amparo hace un llamado a analizar cómo estamos tratando a las personas mayores. “Existen el maltrato psicológico, que es muy sutil: hacen como que no oyen lo que dice el abuelo, o nadie le habla, o pasa largas horas solo en casa, a veces hasta violencia física existe o los amarran para que no se vayan a caer o simplemente no les cambian el pañal”.
Aunque en México existen infinidad de leyes contra el abuso de las personas mayores, suelen ser letra muerta. Además, los padres no denuncian a sus hijos.
“En los hospitales abandonan, sobre todo, a los diabéticos que les van a amputar las piernas, pero guardan silencio, no quieren denunciar a sus hijos, y muchos desconocen sus derechos”.
Para tener una buena vejez, es importante prevenir, construir con los años una red que amortigüe las pérdidas que se irán teniendo en esa etapa de la vida.
“A medida que envejecemos la necesidad de contar con soporte se va incrementando. Siempre decimos que no necesitaremos de nadie, pero no debemos olvidar que la vejez nos puede llevar a la dependencia (que nos alimenten, nos bañen, nos cambien el pañal). De allí la importancia de tejer redes fuertes, resistentes, las que se crean a lo largo de la vida con hilos de amor, solidaridad, con puntos de ida y regreso, parejos, bien apretados… que resistan años, que traspasen y anuden generaciones” finaliza la especialista.
¿Has pensado que en tu vejez posiblemente seas incapaz de hacer algunas cosas y necesites ayuda?