El médico sueco Anders Persson es un líder en el uso de un nuevo y asombroso sistema de escaneo de los órganos internos.
Las avanzados aparatos del Centro de Ciencia y Visualización de Imágenes Médicas (CMIV, por sus siglas en inglés) pueden escanear el interior de un oso de tamaño mediano en una sola toma.
Es un encuentro con la vida y la muerte reales llevadas al terreno de lo virtual. Estamos en el pasillo principal del Centro de Ciencia y Visualización de Imágenes Médicas (CMIV, por sus siglas en inglés) del hospital de la Universidad de Linköping, Suecia, de pie junto a lo que aquí llaman una “mesa de visualización”. Arriba de ella, la imagen en alta resolución de una víctima de asesinato es generada con el mismo tipo de programas utilizados en los complicados juegos de computadora. Es parte de un sistema de escaneo que está revolucionando la forma en que los médicos realizan autopsias y diagnostican todo, desde lesiones de rodilla hasta arterias bloqueadas, sin una sola incisión de bisturí.
La mesa es rodante, y parece una mezcla de mesa de billar, teléfono inteligente y televisor de pantalla plana de 46 pulgadas en posición horizontal. Al verla encendida, me doy cuenta de que, al fin y al cabo, es una mesa de operaciones, aunque puede procesar hasta 20,000 imágenes por minuto, haciendo girar, reduciendo, amplificando y seccionando el cuerpo desde diversos ángulos.
Para mostrarme de lo que es capaz, Persson empieza un recorrido por el cuerpo del hombre, desde la punta de los dedos de los pies hasta la parte superior del cráneo. En un instante, es despojado de la ropa y la piel. Vemos sus entrañas, huesos, músculos, tejido graso, arterias y venas: un retrato tridimensional en tonos rojos, blancos, azules y beige, tan real como si el cadáver yaciera ante nosotros. Incluso una inexperta como yo puede reconocer algunas partes de la imagen sin hacer preguntas: los intestinos enrollados al lado del cuerpo; la herida de puñal que le provocó el destripamiento; el cinturón de cuero que sobresale detrás de la espalda del hombre y que fue usado para atarle las manos mientras lo apuñalaban y se desangraba.
Persson, radiólogo y director del equipo multidisciplinario que trabaja aquí, dice que este sistema de generación de imágenes es uno de los avances más importantes de la historia médica reciente. Durante los últimos ocho años, los especialistas del CMIV han hecho cientos de autopsias virtuales por casos de asesinato en Suecia, desde víctimas de maleantes y de maltrato infantil hasta los llamados “homicidios por honor” perpetrados por miembros de las minorías étnicas. Como el caso de una joven que fue apuñalada 50 veces por familiares suyos cuando se resistió a un matrimonio arreglado; el de un chico al que le vertieron aceite caliente en la garganta antes de que lo obligaran a tragarse una espada, y el de un hombre al que hallaron con un cuchillo clavado entre las costillas.
“Se podría pensar que ese hombre fue asesinado, pero pudimos demostrar que se suicidó por la trayectoria de la hoja del cuchillo y cómo penetró en el cuerpo”, refiere Persson.
Uno de los objetivos del CMIV es agilizar las autopsias; a diferencia de las reales, que pueden llevar semanas, las virtuales se hacen en cuestión de días. Como un consumado jugador de videojuegos, Persson maniobra velozmente sobre la mesa, dirigiendo el control sensible al tacto para mostrarme cómo funciona. Con otro movimiento preciso de un dedo, corta al hombre por la mitad a lo ancho y luego lo vuelve a unir. Hace lo mismo a lo largo del cuerpo, y verifica dos veces que no haya huesos rotos en el esqueleto antes de hacer un acercamiento de cada órgano y examinarlo desde distintos ángulos.
Toda clase de preguntas me vienen a la mente, y las planteo:
—¿Cómo fue la vida de este hombre? ¿Quién mataría a alguien así, de forma tan dolorosa y cruel?
—Lo único que sé con certeza es que el destripamiento fue la causa de muerte —responde Persson, un científico objetivo hasta la médula—. Los investigadores se harán cargo de los hechos del caso.
Luego desliza la mano como Harry Potter haciendo un truco, y el hombre cuyo cuerpo ha estado desnudo ante mí lleva ropa de nuevo. Al final, hay dignidad virtual para los muertos.
En 1895, el físico alemán Wilhelm Roentgen usó radiación para fotografiar la mano izquierda de su esposa, y obtuvo una imagen fantasmal de los dedos y un anillo que, según se cuenta, perturbó a la mujer. “¡He visto mi muerte!”, gritó. Pienso en su reacción cuando entro a un cuarto con cortinas gruesas del CMIV y observo las imágenes enmarcadas en las paredes. Sobre un fondo negro mate, brillan en la oscuridad: el cráneo de una mujer con un clip plateado que sujeta una arteria en el cerebro para evitar una ruptura de aneurisma, y un corazón con todas las arterias y venas amplificado más de 10 veces.
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