Poco a poco hemos pasado de las luces incandescentes que emiten luz con tonalidades rojas, a los diodos de LED con sus longitudes de onda más cercanas al azul. Este cambio, aunado a la excesiva exposición a las pantallas, podría estar ocasionando daños visuales.
¿Sabías que desde el 2000 el planeta presenta niveles históricos de radiación ultravioleta, por lo que protegerse los ojos —y en realidad todo el cuerpo— es más importante que nunca?
Pero vayamos por partes. La luz se clasifica de dos formas:
La visible: está compuesta por los siete colores del arco iris. El ojo humano está genéticamente diseñado para captarla y como sí puede verse es menos peligrosa porque podemos protegernos de ella.
La invisible: se localiza a los extremos de la luz visible. Del lado de los tonos azules se ubica la luz de alta energía como la ultravioleta, los rayos x, gama, los cósmicos, mientras que pegados a los colores rojos están la luz infrarroja y las ondas de radio y de televisión.
Es difícil protegerse de la invisible porque no la percibimos, pero que no la veamos no quiere decir que no está ahí. “Ese tipo de luz sí causa daño. La radiación ultravioleta está asociada a complicaciones de todo tipo, desde cáncer de piel hasta cataratas o degeneración macular” explica a Selecciones el optometrista Leonel Salmerón.
El problema con la luz azul es que es de alta energía y, hasta cierto punto, no molesta al ojo, así que nos exponemos a ella sin sentir ningún efecto negativo, pero sí repercute en la visión.
El maestro Salmerón precisa que más que su color, lo que afecta es la prolongada exposición. “Normalmente la luz azul se encuentra en todos lados: el sol, las computadoras, los dispositivos móviles, las luces LED” explica el especialista.
En México hay luz solar —en promedio— 12 horas y 8 minutos, luego llega la noche, el tiempo en el que el cuerpo descansa e inicia el proceso de autoreparación, pero la gente sigue activa frente a las pantallas, así que se incrementa la exposición, lo que a la larga conlleva problemas. “No está demostrado científicamente que ocasione problemas, sin embargo, sí se ha estado observando el gran deterioro de la vista a partir de la llegada de los celulares y las computadoras”.
A nivel mundial hace más de 20 años la incidencia de miopía era del 20 por ciento, ahora en algunos países, sobre todo los de Oriente, la incidencia es de hasta 50 por ciento y esas cifras aumentan día a día.
Por otro lado, ha habido mayor impacto en otras enfermedades oculares, por ejemplo, en el caso de las cataratas, que es la principal causa de ceguera en el mundo, está incrementando el número de casos, millón y medio de personas más que antes. Aunque no hay comprobación científica, lo ideal es protegerse.
Si las actividades cotidianas impiden una disminución del tiempo frente a las pantallas, una de las alternativas es el uso de filtros que bloqueen estas radiaciones para volver un poco más seguro el uso de los dispositivos. Existe una tecnología llamada blue free, que no es más que un tratamiento antireflejante que impide el paso de la luz azul nociva. Esta tecnología —que cuenta con aprobaciones sanitarias internacionales— se le coloca a los lentes.
En la actualidad estos tratamientos son incoloros, así que la persona tiene una percepción real de los colores.
Otra alternativa es la alimentación. La ingesta de productos sanos, sobre todo los que contienen Omega 3, favorecen una producción lagrimal adecuada, y la lágrima es una protección natural de los ojos para evitar daños oculares.
También se recomienda controlar el brillo de los dispositivos, los cuales nunca deben estar a su máxima intensidad. “Nuestras pantallas deben tener la luminosidad del ambiente; si la oficina está medianamente iluminada, mi pantalla deberá tener una iluminación parecida para que no se incremente el daño y la molestia” explica Salmerón.
Usa las tabletas, los teléfonos o la televisión en habitaciones iluminadas, pues cuando lo hacemos en lugares oscuros nuestras pupilas incrementan su tamaño y por lo tanto la cantidad de radiación que entra a los ojos es mayor.
Esta recomendación significa que por cada 20 minutos que estés ante una pantalla descanses 20 minutos cerrando los ojos o mirando un objeto a más de 20 pies de distancia. Esta regla fue propuesta en el 2016 por la Academia Americana de Optometría y es una alternativa muy saludable para evitar el cansancio y el estrés visual.
Es importante que habilites el modo nocturno de tu celular, pues esa interfaz es más amarilla, y el amarillo es antagonista del azul.
Los celulares inteligentes y las tabletas son muy importantes para el aprendizaje, el problema es el exceso. La recomendación internacional es que los niños menores de 10 años no usen más de una hora al día los dispositivos. “Lo mejor es fraccionarles esa hora, que usen la tableta cuatro veces al día por periodos de 15 minutos” dice el optometrista. También es muy recomendable que por cada tiempo que se haya pasado frente al dispositivo, el mismo lapso se use para jugar al aire libre.
Las gotas oftálmicas que no contienen medicamentos, sino más bien tienen la función de ser lubricantes, están ampliamente recomendadas, pues cuando realizamos acciones a poca distancia de los ojos disminuye la frecuencia de parpadeo y eso reseca el ojo, y entre más largo sea ese periodo más enrojecimiento e irritación habrá en el globo ocular. Los sustitutos de lágrimas no tienen ningún efecto adverso y puede ser recomendados por los optometristas.
Actualmente 217 millones de personas en el mundo padecen visión baja y 253 millones discapacidad visual, según la Agencia Internacional de Prevención de la Ceguera. Por lo tanto, la prevención juega un papel importante al momento de cuidar la salud visual.
Cuatro de cada cinco casos de ceguera son prevenibles. La consulta con licenciados en Optometría puede evitar 70 por ciento de los problemas de discapacidad visual. Acude con un optometrista una vez al año para realizarte un examen.
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