En 2015, el Instituto Nacional de Estadística, Geografía e Informática (INEGI) registró más de 400 mil nacimientos provenientes de madres con edades de 15 a 19 años, y más de 10 mil de niñas menores de 15 años.
Por su parte, la Organización Mundial de la Salud (OMS) reporta que cada año, a nivel mundial, nacen más de 16 millones de niños de madres entre 15 y 19 años, y alrededor de 1 millón provenientes de madres menores de 15.
Investigaciones del Instituto Nacional de Psiquiatría Ramón de la Fuente Muñiz (INPRF) señalan que, en México, esta situación se presenta con más facilidad en hogares rurales y de bajos ingresos –aproximadamente el 70% de estos embarazos provienen de familias que ganan menos de dos salarios mínimos-.
Asimismo, se da con mayor frecuencia en familias disfuncionales, en hogares donde la comunicación entre padres e hijos es poco eficaz o nula, o en los hijos de quienes fueron a su vez madres adolescentes.
En varios casos, el bajo nivel educativo de las adolescentes y de sus padres (más notorio en la deserción escolar) constituye otro factor, principalmente porque no cuentan con información sobre sexualidad segura y anticoncepción. Aun contando con ella, muchas jóvenes quedan embarazadas debido a pensamientos de invulnerabilidad como que “a ellas no les pasará” o a un constructo social de que tener un hijo a temprana edad forma parte inminente de su “madurez”.
El rechazo de la pareja y la familia puede provocar que la madre se aisle por vergüenza o miedo a ser juzgada.
El embarazo precoz presenta serios riesgos y consecuencias a nivel biológico, psicológico y social. El cuerpo de una adolescente todavía no está listo para procrear, su nivel de madurez emocional es insuficiente para llevar a cabo la responsabilidad de ser madre, y aún no ha consolidado una independencia económica y afectiva.
A nivel biológico, los riesgos para la madre incluyen una mayor probabilidad de parto prematuro, necesidad de cesárea, hipertensión, infecciones urinarias, anemia y mayor riesgo de muerte. De acuerdo con la OMS, la segunda causa de muerte en mujeres de 15 a 19 años son los problemas relacionados con el embarazo y el parto.
Los riesgos para el niño incluyen: bajo peso, malformaciones, nutrición insuficiente y mayor riesgo de muerte infantil durante y después del nacimiento (los riesgos son mayores si la madre es menor de 15 años).
A nivel social, este tipo de embarazos suelen causar rechazo. La familia tiende a responsabilizar a la madre y los novios de las jóvenes tienden a abandonarlas, por lo que se vuelven madres solteras.
El “Estudio de población sobre factores de riesgo en adolescentes mexicanas embarazadas y en la maternidad”, realizado en 2012 por el INPRF, encontró, en una muestra representativa de más de 8 millones de adolescentes embarazadas y madres, que 1 de cada 5 era soltera. El rechazo de la pareja y la familia puede provocar que la madre se aisle por vergüenza o miedo a ser juzgada.
Otra grave consecuencia es la deserción escolar en más del 95% de los casos. Esto limita sus posibilidades de conseguir un trabajo bien remunerado en el futuro. Un dato importante es que los hijos de madres adolescentes tienen mayor probabilidad de deserción escolar y mayor riesgo de convertirse, a su vez, en padres o madres adolescentes.
A nivel psicológico, al tener que asumir las responsabilidades de un adulto, la madre interrumpe su desarrollo emocional y su búsqueda de identidad. Esto puede provocarle sentimientos de culpa, miedo, enojo, ansiedad, o la pérdida del control de su vida.
La mayoría de las jóvenes que presentan esta condición no buscan ayuda
El estudio menciona que la prevalencia de depresión mayor en madres adolescentes va de 3.0% a 24.7%, dependiendo de la etapa del embarazo o post-parto en la que se encuentren:
EMBARAZO | POST-PARTO |
Primer trimestre: 11.4% | Primer semeste: 4.4% |
Segundo trimestre: 15.4% | Segundo semestre: 3.0% |
Tercer trimestre: 10.8% | Madres de niños mayores de un año: 24.7% |
Ésta puede agravarse si hubo experiencias traumáticas o de violencia, abuso sexual, episodios anteriores de depresión sin tratamiento, embarazo no deseado, deserción escolar, poco apoyo y comunicación por parte de su familia y pareja (o abandono de ésta), bajo nivel educativo y/o socioeconómico -es menester recordar que muchos de estos factores son comunes en familias en las cuales se presenta el embarazo precoz-.
Otro estudio, “Depresión en adolescentes embarazadas”, publicado en la revista Enseñanza e investigación en psicología en 2009, encontró que las madres que se encuentran solteras o divorciadas tienen mayor probabilidad de presentar depresión que aquellas quienes están casadas o en unión libre.
La mayoría de las jóvenes que presentan esta condición no buscan ayuda, ya sea por desconocimiento, por miedo al estigma que conlleva visitar un servicio de salud mental, por falta de tiempo o falta de recursos económicos.
Si la depresión gestacional y post-parto no es atendida, es posible que se presente un episodio posterior, un segundo embarazo, o la presencia de consumo de sustancias, mala alimentación falta de cuidados prenatales y postnatales, falta de cuidados hacia el bebé y, en los casos más extremos, suicidio.
La Organización para Cooperación del Desarrollo de la Economía (OCDE), señala que México ocupa el primer lugar en embarazos adolescentes entre los 35 países que la conforman.
En Voz Pro Salud Mental CDMX consideramos importante realizar campañas efectivas de educación sexual que ayuden a prevenir los embarazos no deseados, sobre todo en adolescentes.
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