Cierta vez, cuando fui a dejar a mi hijo a la escuela, le comenté que hace más de 100 años en el mundo no había automóviles, y que las personas tenían que usar caballos.
Muy impresionado, el pequeño se volvió hacia mí y preguntó:
—¿Y los guardaban en la cochera?
Ronald García, Honduras
Una tarde conversaba yo con una vecina mía. En cierto momento mi hijo Michael, de cuatro años, a quien le gusta indagarlo todo, decidió intervenir. Con horror oí que le preguntaba a la vecina:
—¿Por qué estás tan gorda?
Afortunadamente, ella no se ofendió. Al contrario, sonriendo dijo:
—Porque voy a tener un bebé.
Mi hijo pareció quedar satisfecho con la respuesta. Al otro día, cuando el plomero fue a nuestra casa a hacer una reparación, Michael decidió demostrar sus conocimientos.
—Ya sé por qué estás tan gordo—le dijo al hombre a voz en cuello—. ¡Vas a tener un bebé!
Rachel Watkeys Dowie, Reino Unido
Uno de mis sobrinos, que entonces tenía seis años, en una ocasión le dijo a su mamá:
—Cuando yo me muera no quiero ser un ángel.
Muy sorprendida, ella le preguntó la razón.
El pequeño respondió:
—Ay, mamá, es que eso de volar sin ropa no me gusta.
Melissa González, México
Cuando daba yo clases de civismo a un grupo de octavo grado, les pedí a mis alumnos que hicieran lo siguiente: imaginar cómo terminaba un pasaje de un cuento de un escritor muy famoso.
El cuento trataba sobre un hombre muy rico que llega a un pueblo con dos arcones llenos de dinero, el cual piensa repartir equitativamente entre los habitantes.
Los estudiantes debían imaginar cómo se distribuiría el dinero. Uno de ellos propuso una solución que le gustó a toda la clase.
—Primero —dijo—, el hombre debe recorrer todo el pueblo hasta encontrar a los habitantes más necesitados y darles dinero suficiente para cubrir sus necesidades. Luego tiene que darles algo de dinero al resto de los pobladores para que todos tengan el mismo nivel de vida. Por último, me tiene que tocar un arcón completo a mí, porque fue a quien se le ocurrió la idea.
Clara Ribeiro, Portugal
Tengo dos hermanas menores. En una ocasión, la que sigue de mí le estaba ayudando a la más pequeña con su tarea, buscando imágenes de pinturas en Internet.
—¿Sabes el nombre del artista que estamos buscando? —le preguntó.
A lo que la menor respondió:
—Sí, se llama “Óleo”.
Sara Huerta, México
Descubre por qué no debes quedarte sentado más de lo necesario.
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