¿La gente no te oye bien? Tal vez necesitas poner en forma tu voz
Mucho se habla sobre la pérdida del oído y la vista propia de la edad, pero poco se dice de cómo envejece la voz y los problemas que puedes tener al envejecer.
Cuando llego a una reunión familiar, mis parientes suben el volumen de sus auxiliares auditivos. El año pasado trabajé en una joyería; al saludar a los clientes, ellos no me contestaban, y yo no sabía si era por desdén o porque no me oían. En las fiestas me piden que repita lo que digo, hasta que sonrío y me doy por vencida. Esto me aterra, porque el hilo de voz de mi madre llegó a ser tan débil, que hablar por teléfono con ella era un triunfo, y luego se hizo imposible.
Mucho se habla sobre la pérdida del oído y la vista propia de la edad, pero poco se dice de cómo envejece la voz. Lo cierto es que cerca de 3 de cada 10 personas mayores de 65 años tienen dificultad para hablar, a menudo por un trastorno de la voz.
La dificultad puede empezar al jubilarse, en la menopausia e incluso a menor edad en quienes sufren ciertas enfermedades o fuerzan la voz porque el trabajo les exige hablar mucho o en un ambiente ruidoso. Por suerte hay varias formas (desde fáciles medidas de conservación hasta remedios quirúrgicos) para evitar que tu voz revele tu edad o se vuelva inaudible.
Hablar incesantemente y en voz alta es un requisito para los empleados de centros de atención telefónica, abogados y, sobre todo, maestros. Según algunos cálculos, la mitad de los profesores contraen trastornos de la voz en algún momento de su vida profesional.
Kaysi Hamilton, maestra de matemáticas de 39 años y ex animadora deportiva de Alvord, Texas, dice ser una “habladora profesional”: casi no descansa la voz en toda la jornada escolar. Cuando, en abril pasado, se puso ronca, pensó que era una alergia. No podía dar clase en voz alta, a veces se quedaba afónica y tenía los músculos del cuello tan tensos, que al comer sentía que se atragantaba. Esperó con ansia las vacaciones de verano, pero el problema persistió.
“Si la voz no se recupera en una semana, ni siquiera durante las vacaciones de verano, quizá se trate de un trastorno crónico que exija atención médica, como la lesión de un nervio o un tumor en las cuerdas vocales”, dice el doctor Ingo Titze, director del Centro Nacional de la Voz y el Habla de Estados Unidos.
Poco después, en julio, Kaysi consultó a unos otorrinolaringólogos que le descubrieron un pólipo (un tumor colgante) en la mucosa de una cuerda vocal. Los pólipos pueden formarse por exposición prolongada a sustancias irritantes como el humo del tabaco y ciertos vapores químicos, así como por alergias crónicas y por el abuso de la voz. El médico de Kaysi, Ted Mau, director de la clínica de voz del Centro Médico del Suro-este de la Universidad de Texas, en Dallas, aconseja a quienes los tienen recibir terapia vocal para aprender mejores hábitos, aunque casi siempre es necesaria la extirpación quirúrgica del pólipo.
La terapia de Kaysi se basó en el masaje y la relajación de los músculos tensos del cuello. Aprendió técnicas para utilizar más las cavidades naturales de la cabeza y dar así volumen a la voz sin forzar la laringe. Un ejercicio común es soplar entresacando la lengua sin abrir los labios (como los bebés al hacer trompetillas); otro consiste en cantar melodías a través de una pajilla (popote).
Tras una operación para extirparle el pólipo y siete días de absoluto silencio, Kaysi reanudó los ejercicios vocales, y al cabo de pocas semanas sus cuerdas vocales funcionaban perfectamente. Ahora tiene más cuidado: toma mucha agua y descansa la voz varias veces al día. No ha tenido que recurrir a micrófonos para dar clase, y confía en conservar la voz hasta bien entrada en años.
Bruce Lyon, de 74 años, pensaba que su esposa, Kathie, debía hacerse revisar los oídos, y que todas las veces al día que le preguntaba “¿Qué dices?” eran por falta de atención. Pero cuando sus hijos e incluso su nieto le hicieron ver que hablaba muy bajo, reconoció que el problema era suyo.
“Me costaba mucho hablar fuerte, sobre todo en restaurantes y otros sitios ruidosos”, dice Lyon, administrador de universidad jubilado de Carrollton, Georgia. Su otorrinolaringólogo lo envió al Centro Emory de la Voz, del Hospital de la Universidad Emory, donde se grabó un video de su aparato fonador con un laringoscopio mientras él hacía ciertos ejercicios vocales.
Éstas son pliegues de la mucosa laríngea que pueden debilitarse con la edad, sobre todo en las mujeres tras la menopausia, o si los músculos de la voz se usan poco. Lyon, por ejemplo, hablaba mucho menos desde que se jubiló, hacía varios años. Al hablar, las cuerdas vocales vibran: se juntan y separan deprisa con el paso del aire. Cuando los músculos pierden masa, fuerza y coordinación, cuesta más juntarlas, y puede ser imposible si la atrofia empeora. El resultado es una voz apagada y poco resonante que exige más esfuerzo para resultar audible.
“La presbifonía”, nombre de este trastorno, “es un doble mal porque ocurre justo cuando los amigos pueden sufrir sordera asociada con la edad”, dice Edie Hapner, directora de atención de disfonías del Centro Emory de la Voz. Supervisado por Hapner, Lyon inició el programa de ejercicios PhoRTE.
Al igual que los ejercicios de fortalecimiento muscular para adultos mayores usados en medicina deportiva y fisioterapia, el programa comienza con un 50 por ciento de esfuerzo máximo y va en aumento paulatino. En casa, Lyon cumplía dos sesiones diarias de 15 minutos cada una, en las que sostenía con fuerza un sonido vocálico, subía y bajaba el tono, decía frases sencillas con voz fuerte y utilizaba un aparato de resistencia para fortalecer la respiración.
Le dio resultado. “El cambio fue paulatino, pero en cuestión de dos meses ya no le pedíamos que repitiera todo”, dice Kathie. Sin embargo, como ocurre con cualquier forma de acondicionamiento muscular, el estado óptimo se mantiene sólo con la práctica constante.
El trastorno de Lyon se consideraba entre leve y moderado, pero en algunas personas las cuerdas vocales están tan débiles que ni con terapia vocal llegan a tocarse. “Podemos engrosarlas inyectándoles un relleno de la misma sustancia que se emplea para rellenar arrugas de la cara”, dice la doctora Elizabeth Guardiani, profesora adjunta de otorrinolaringología y cirugía de cabeza y cuello en la Facultad de Medicina de la Universidad de Maryland.
En cuanto a mí, hablar con un especialista me convenció de que no padecía ningún trastorno vocal grave. Estoy decidida a tomar más agua y usar más la voz: practicar el francés con un curso en discos compactos o cantar mientras voy en mi auto. Si eso no funciona, no dudaré en acudir a un profesional. Bruce Lyon dice que habría preferido buscar ayuda tres años antes.
Una ronquera transitoria es normal si contraes un resfriado (éste inflama las cuerdas vocales y altera su forma de vibrar). Las alergias y la sinusitis pueden causar moqueo nasofaríngeo e irritar la laringe.
Como muchos antihistamínicos resecan las cuerdas vocales, pregunta por remedios alternativos, enjuagues nasales y medicamentos para disolver las flemas (como la guaifenesina, combinada con mucha agua).
No carraspees para eliminar las flemas (es un hábito dañino que lesiona las cuerdas vocales). Otro irritante de la laringe puede ser el reflujo gastroesofágico (RGE), si llega a la garganta. A veces basta con tomar medicina para el RGE o adoptar ciertos hábitos (como no comer alimentos que producen acidez estomacal) para obtener alivio.
En raros casos los trastornos de la voz son signo de cáncer de cuerdas vocales o afecciones neurológicas como el parkinsonismo. No desatiendas un trastorno de la voz que dure más de tres semanas. Un examen médico puede descartar estas enfermedades, pero quizá el deterioro de tu voz se deba, al menos en parte, a tu manera de hablar o al envejecimiento.
Bebe agua en abundancia, sobre todo si tomas medicinas. Casi 80 por ciento de los fármacos resecan la mucosidad que humecta y protege las cuerdas vocales. Modera el consumo de café, bebidas cafeinadas y alcohol, que pueden deshidratarte.
No grites, ya que alzar la voz puede favorecer la formación de nódulos o callos en las cuerdas vocales. Mejor acércate, o busca otra manera de llamar la atención (callar de pronto a veces funciona). Algunos maestros recurren a micrófonos de diadema, como los usados por instructores de gimnasio.
Canta. Quienes lo hacen, mantienen juvenil la voz más tiempo que quienes no lo hacen. Si no te gusta cantar, lee en voz alta a diario para mantener en forma los músculos vocales.
No bajes el tono. Hablar con voz ronca, al estilo de Kim Kardashian, se ha puesto de moda entre los adolescentes (chicos y chicas), pero puede acarrearles problemas más adelante porque los músculos vocales no se ejercitan en toda su amplitud tonal.
Encuentra tu timbre natural. Di “mmh, ejem”. Es un buen indicador del tono que te resulta más cómodo.
¿Alguna vez has padecido problemas con tu voz?