El próximo domingo 10 de octubre será el último día de vida de Martha Sepúlveda, una mujer de 51 años que padece de una esclerosis lateral amiotrófica que, entre muchas otras consecuencias y dolores indescriptibles, le ha quitado la posibilidad de caminar y desplazarse por sí misma. Por tal motivo la Corte de Colombia reconoció su derecho a la eutanasia.
Autorización de su muerte
El pasado jueves 22 de julio, la Corte Constitucional confirmó que por norma se extendió el cubrimiento del derecho fundamental a morir dignamente, también conocido como eutanasia, a los pacientes no terminales, pues es clave resaltar que anteriormente este procedimiento estaba habilitado solamente para personas que tuvieran enfermedades terminales en estado avanzado.
El acceso a la eutanasia era legal desde 1997, pero única y exclusivamente podían acudir a esto personas con enfermedades terminales graves en Colombia.
Y aunque autorizar una eutanasia es un proceso bastante complejo, finalmente a Martha Sepúlveda se le permitió ser la primera persona en ese país sin una enfermedad terminal en elegir el día de su muerte. Esto es lo que sufren los pacientes con esclerosis múltiple.
Con esta decisión la Corte modificó el artículo 106 del código penal en el cual se hablaba de homicidio por piedad o eutanasia como un delito. Una pena que cambia, sí y solo sí, el procedimiento es hecho por un médico.
Su condición no ha sido impedimento para ser feliz: ella tiene un panorama claro de la vida que le queda, no escatima en comer lo que se le antoja o en tomarse algunas cervezas de vez en cuando para amenizar las calurosas tardes del municipio de Bello, Antioquia.
“Estoy más tranquila desde que recibí la autorización de la eutanasia, me río más y duermo mejor. Soy una mujer con suerte”, manifestó Martha, quien ahora celebra sus últimos días acompañada de su hijo, en una entrevista exclusiva para Noticias Caracol.
Su felicidad contrasta con la opinión de la comunidad religiosa a la cual pertenece Sepúlveda, pues esta dicta en sus principios que tan solo Dios es dueño de la vida y, por esa razón, es que a pesar de haber sido una persona católica durante toda su vida, no podrá recibir los santos óleos.
“Soy una persona católica, me considero muy creyente de Dios, pero, repito, Dios no me quiere ver sufrir a mí y yo creo que a nadie. Ningún padre quiere ver sufrir a sus hijos”, agregó para el medio informativo.
Nada parece empañar la alegría con la cual Martha enfrenta este proceso que, para muchos, sería inimaginable, por eso se ha dedicado durante estos últimos días a compartir en familia, a disfrutar de buena comida y bebida, así como de ultimar detalles en todo lo que quiere dejar organizado en su últimos días de vida.
Martha Sepúlveda menciona que lo más difícil de todo el proceso ha sido su mamá, ya que se le ha hecho difícil entender que su hija decidió morir al no hallar razón en continuar viviendo con unos insoportables dolores en todo su cuerpo, pero cuenta con el apoyo de sus 11 hermanos y su hijo Federico, para quien respaldarla ha sido el acto de amor más grande de su vida.
Federico Redondo de 22 años, admite que será difícil dejar de compartir junto a la mujer que le dio la vida, pero advierte que ha sido mucho más duro verla padecer por la esclerosis lateral amiotrófica sin poder tener un tratamiento médico efectivo.
“Yo lo vi como el acto de amor más grande que he hecho nunca en mi vida, porque a priori yo necesito a mi mamá, la quiero conmigo, casi que en cualquier condición, pero sé que en sus palabras ya no vive, sobrevive. Ahora estoy enfocado en hacerla feliz, en hacerla reír, en recochar un poco y en que su estancia en la Tierra, lo que le queda, sea un poco más amena”, mencionó abogado en formación.
“Obvio que si no estuviera en este diagnóstico y me fuera a morir el domingo no estaría tranquila, pero como una esclerosis lateral en el estado que la tengo, lo mejor que me puede pasar es descansar”, dijo Martha. Estos son algunos síntomas silenciosos que puede tener la esclerosis múltiple.
Martha se va ligera de este mundo. Se siente tranquila con la vida que vivió y acepta con resignación cristiana la enfermedad que le tocó. Pero, eso sí, se va como ella quiere, el día que ella quiere y al lado de los que quiere.
Con información de Noticias Caracol
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