Primer minuto: siéntate quieto y cómodo, y haz a un lado las distracciones: suéltate el cinturón, quítate los zapatos, pon una pantalla tranquila, desconecta el teléfono, apaga tu celular.
Segundo minuto: pon atención a tu respiración conforme inhalas lentamente por tu nariz, llenando el pecho y abdomen. Sostén cuatro segundos, luego exhala lenta y sostenidamente por tu nariz. Coloca tu mano derecha sobre tu pecho y la izquierda en tu abdomen para sentir el fluido gentil del aire.
Tercer minuto: Inhala, luego imita el zumbido de un abejorro mientras exhalas. Mmmmmmm. Cierra los ojos y siente el suave murmullo resonar en tu cabeza.
Cuarto minuto: Cruza las manos sobre tu pecho, con las palmas descansando planas en tu cuerpo, y siente el murmullo resonar en tu pecho.
Quinto minuto: Siéntate en silencio, contando tus respiraciones mientras dejas de lado cualquier pensamiento que intente importunar. Cuenta cinco respiraciones, luego otra, otra, hasta que termines el minuto.
Primer minuto: siéntate cómodamente. Respira por tu nariz durante todo el ejercicio. Quédate quieto y siente el peso de tu cuerpo en la silla. Pon atención al flujo y reflujo de tu respiración: cuatro segundos dentro, cuatro segundos afuera.
Segundo minuto: inhala tanto como puedas, luego exhala en seis a ocho rachas cortas jalando tu abdomen hacia adentro aguda y repetidamente. Repite durante un minuto.
Tercer minuto: cierra tus ojos y respira de forma natural durante 30 segundos. Probablemente te sientas ligero, más calmado y expansivo. Mantén los ojos cerrados, toma 15 segundos para concentrarse en tu sentido del tacto.
Observa la textura de tu ropa, la sensación de la piel en tu cara, la sensación detrás de la punta de los dedos. Pasa a tus otros sentidos: olfato, gusto, oído y vista. Intenta no tener ninguna expectativa de lo que tus sentidos te dirán, simplemente observa.
Cuarto minuto: no intentes controlar tus pensamientos, solo déjalos ir y venir. Te estás haciendo consciente de que estás observando tu propio pensamiento.
Quinto minuto: elije el pensamiento más fabuloso que te sea posible: una palabra, una frase o una imagen. Mantén tu atención en esa sola cosa. Sé consciente de la calidad de ese pensamiento. Si estás pensando en una playa, por ejemplo, la calidad puede ser de tranquilidad; si estás pensando en el auto de sus sueños, puede ser abundancia. Sé consciente de que buscas calidad, no necesariamente el objeto.
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