Medusa inmortal, descubre algunos secretos del océano
Los científicos aún buscan la verdad sobre muchas de las criaturas y las características de las profundidades del océano.
Hace casi 150 años se publicó Veinte mil leguas de viaje submarino, de Julio Verne. Los científicos aún buscan la verdad sobre muchas de las criaturas y las características de las profundidades del océano.
¿Podría esta diminuta criatura guardar el secreto para curar el cáncer? Más pequeña que la uña del meñique, esta medusa posee una habilidad similar a la de Benjamin Button: retrocede a su estado pólipo, su primera fase de vida, cuando el hambre o las lesiones la amenazan; dicha forma de burlar a la muerte le ha valido el apodo de “medusa inmortal”.
Si bien la especie Turritopsis dohrnii es conocida desde hace casi 100 años, los investigadores del oceáno no descubrieron esta aptitud sino hasta la década de los 90.
Hoy en día se preguntan si la capacidad de rejuvenecer y volver a crecer de este organismo podría ayudar a combatir padecimientos como el cáncer.
Estas criaturas, que asemejan serpientes, son los peces vertebrados más grandes del mundo; pueden alcanzar 17 metros de largo. Habitan en las profundidades del océano, a unos 1,000 metros, así que no se sabe mucho de ellos.
Dos gigantes ejemplares de esta especie fueron hallados en las playas de California en 2013, lo cual instó a los científicos a estudiar muestras de sus restos para determinar si las tormentas, la inanición o alguna enfermedad fue la causa de su muerte.
Este sitio en el Pacífico, cerca de Guam, es el punto más profundo del planeta: la depresión mide cerca de 11,000 metros (el Everest, en comparación, se alza apenas 8,848).
Localizado en la fosa de las Marianas, el Challenger solo ha sido visitado por tres personas: dos oceanógrafos, en 1960, y el cineasta James Cameron, en 2012. Está completamente oscuro y apenas por encima del punto de congelación en esta parte del océano.
La presión es intensa: 8 toneladas por pulgada cuadrada. No obstante, la vida marina ha logrado prosperar. De hecho, algunos expertos creen que la vida terrestre pudo haberse originado ahí.
¿Son antiguos escalones y pirámides hechos por el ser humano que se hundieron en un terremoto o formaciones rocosas naturales creadas por las corrientes?
Estas estructuras submarinas bajo aguas de Japón, a veces llamadas “la Atlántida japonesa”, han intrigado a los investigadores del océano desde que un buzo las descubrió en 1986.
Desde el siglo XVII, los marineros han reportado el avistamiento de franjas de agua con un extraño aspecto luminoso, tan grandes que abarcaban todo su campo de visión; sin embargo, los científicos no podían explicar el fenómeno o confirmar que fuera real.
Pero en 1995 un satélite capturó una imagen que documentaba el efecto luminoso en las costas de Somalia. Se especula que el brillo es generado por una bacteria luminiscente que atrae a los peces a fin de que la ingieran, lo que le permite sobrevivir en sus intestinos.
De qué manera estos organismos logran juntarse en números tan grandes como para que su bioluminiscencia sea vista desde el espacio aún es un enigma.
El salto más grande de la Tierra está bajo el mar, en el estrecho de Dinamarca, donde el agua fría se hunde bajo agua a mayor temperatura y circula por una caída de unos 3,505 metros.
Los investigadores siguen intentando descifrar cómo funciona el mecanismo. Es mucho más poderosa que las cascadas terrestres; se estima que su torrente rebasa los 348,300 metros cúbicos por segundo, lo cual ha dado lugar a que los científicos la describan como una “turbulencia masiva”.
En 2016, investigadores encontraron una esfera morada del tamaño de una bola de billar en un cañón submarino en las costas de California.
Desconcertados por este misterioso organismo, y especulando sobre sus orígenes y naturaleza, lo apodaron Blobus pupullis. Los estudios siguen en marcha, pero se cree que es un pariente lejano de los caracoles.