No es casualidad que más del 75 por ciento de las personas que pierden peso, y no lo recuperan, desayunan. Los alimentos matutinos evitan el exceso de calorías y de grasa durante el día.
En un estudio, las personas que consumieron un desayuno sustancioso perdieron cuatro veces más peso que las que escatimaron en él. Las que lo omitieron por completo también tuvieron fuertes bajas en la energía y en el bienestar mental y emocional, en comparación con las primeras.
Concédete 5 minutos para preparar el desayuno y 10 para consumirlo; ¡son 15 de los mejores minutos del día!
Por alguna razón, muchos de nosotros elegimos desayunos que consisten más que nada en carbohidratos: bagels, panecillos, cereal y cosas por el estilo. Incluye un carbohidrato complejo en tu desayuno, algo con avena entera o granos integrales, pero también proteína, como lácteos, carnes o huevos.
La razón: la proteína hace que te sientas lleno por más tiempo; también es esencial para el buen funcionamiento de los músculos y el cerebro.
La avena contiene una fibra especial llamada betaglucano, que ha demostrado ser eficaz para reducir los niveles de colesterol. También ayuda a mantener los niveles de azúcar en sangre más bajos y constantes durante todo el día, lo que se traduce en más energía mental y menos antojos.
Olvídate de las avenas instantáneas, que contienen mucha azúcar. Prepara la avena tradicional de forma sencilla: ponla en agua hasta que hierva, tapa la cacerola y apaga la flama. Ve a bañarte o a hacer ejercicio durante 10 minutos. Regresarás para disfrutar de un alimento caliente y muy saludable. Si quieres darle más sabor, agrega pasas o cerezas deshidratadas mientras hierve la avena.
Licúa un vaso de fresas y un plátano, agrega una cucharada de proteína en polvo y una taza de hielo triturado y tendrás un desayuno saludable y lleno de antioxidantes. Si le pones una tacita de yogur sin sabor, le habrás añadido una rica dosis de calcio, que fortalece los huesos.
Comparados con los normales, contienen cantidades mucho más elevadas de ácidos grasos omega-3, los cuales han demostrado beneficiar desde la salud mental hasta la salud cardiaca.
Siéntate en la cama de tu hija y acaríciale dulcemente el cabello mientras la despiertas con suavidad. O, si se trata de un hijo muy pequeño, acuéstate a su lado y abrázalo con ternura para despertarlo. Un momento así inyectará una apacible alegría a todo el día.
Si todo sale como debería, toda la familia se reunirá en la noche para cenar y compartir su día.
Planea desde la mañana: quién debe recoger los comestibles, quién cocinará, quién pondrá la mesa. Comerás más sanamente, por menos dinero y con menos problemas con este ritual.
Conectarte con tus seres queridos alivia el estrés y le da un comienzo perfecto a tu día lleno de actividades: te sentirás más feliz y fluirás más a medida que te enfoques en el trabajo, y al mismo tiempo te mantendrás concentrada en lo que realmente importa.
Trata de restringir, o mejor aun, de eliminar tu consumo de mantequilla. Si utilizas productos como las margarinas con fitoesteroles, que bloquean la absorción del colesterol a nivel intestinal, ayudarás a tu organismo a reducirlo significativamente.
¿Qué tal el té verde en lugar del café? Proporciona flavonoides, que protegen el corazón, y acelera un poco el metabolismo para que quemes más calorías durante todo el día.
¿No tienes tiempo para desayunar? Congela una bolsa sellada con uvas, bolitas de melón y fresas. Junto con una barra de granola y un pedazo de queso, disfruta de un desayuno rápido y saludable mientras viajas al trabajo.