En nuestro ajetreado mundo, la Mente Azul, propuesta por el biólogo marino Wallace J. Nichols, nos invita a reconectar con el agua para mejorar nuestro bienestar. El sonido de las olas y la vista de un lago nos transportan a un estado de calma y serenidad, demostrando el poder curativo de la naturaleza.”
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La Mente Azul representa un estado mental de relajación y felicidad, enraizado en nuestra cercanía con el agua. Nichols sostiene que el agua tiene un efecto casi terapéutico, tanto en su presencia física como en su representación visual y sonora.
En su obra Blue Mind, Nichols reúne más de 25 años de investigaciones que demuestran cómo la interacción con el agua puede disminuir el estrés, estimular la creatividad y mejorar nuestra salud integral. Según la doctora Alejandra Gómez, neurobióloga, los entornos acuáticos activan neurotransmisores como la dopamina y la serotonina, vinculados al placer y la relajación, generando beneficios tangibles que incluyen:
La conexión positiva con el agua no es un fenómeno reciente. Desde épocas remotas, civilizaciones han reverenciado ríos, océanos y lagos como fuentes de vida y bienestar. Esta relación ancestral se puede vincular al concepto de biofilia, planteado por el biólogo Edward Wilson, que establece que los humanos tenemos una afinidad innata por la naturaleza, especialmente por los cuerpos de agua.
Nichols menciona estudios, como el de la Universidad de Michigan, que reveló que las personas con vistas al mar desde sus hogares informaron una mejor salud mental y física. Además, el proyecto BlueHealth, financiado por la Unión Europea, llevó a cabo un análisis durante cinco años que muestra cómo el acceso a espacios acuáticos se asocia con una menor prevalencia de enfermedades crónicas y una mayor longevidad.
Entre los principales beneficios de los entornos acuáticos se encuentran:
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La doctora Gómez también señala que nuestra relación con el agua tiene raíces biológicas profundas. Desde la vida fetal, estamos rodeados de líquido amniótico, lo que establece una asociación positiva y de seguridad con los entornos acuáticos. “Ese contacto con el agua nos remite a experiencias emocionales primitivas de contención y plenitud”, afirma.
Además, diversas actividades acuáticas se utilizan como terapias para tratar trastornos como el estrés postraumático, la ansiedad y la depresión. Ejemplos como los exveteranos de guerra en Estados Unidos muestran cómo la práctica de surf, remo o simplemente pasear cerca del agua puede ser un refugio emocional.
Incorporar la Mente Azul en nuestra vida cotidiana es más fácil de lo que parece. Aquí algunas sugerencias:
El contacto con el agua no solo beneficia al cuerpo, sino que también nos reconecta emocional y espiritualmente con nosotros mismos y el mundo que nos rodea. Según Nichols, “el agua calma el ruido y te reconecta con tu sentido de ser.”
En una realidad sobrecargada de estímulos, la Mente Azul nos invita a hacer una pausa, respirar y redescubrir la naturaleza a través del poder transformador del agua. Entonces, con un simple acto como contemplar un río o sumergirnos en el mar, podemos hallar una paz profunda y duradera.
Con información de The Objective
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