Entre niños: Los pequeños son los mejores en hacer preguntas
La maestra de mi hija me contó que un día, en la clase de religión, le pidió que dibujara su versión de “La huida a Egipto" de José, María y el niño Jesús.
Mentes inquisitivas
Los niños hacen las mejores preguntas. He aquí unos ejemplos:
“Cada vez que pruebas algo nuevo, ¿te crece una papila gustativa nueva?
Jonas, seis años
(En un cuarto completamente oscuro) ¿A dónde se fueron mis ojos?
Bryce, dos años
¿El Ratón de los Dientes trabaja los lunes?
Quincy, seis años
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Hace algunos meses mi esposa le mostró una foto de cuando tenía siete años a nuestra hija, de tres.
—¿Sabes quién es esta chica? —le preguntó con una sonrisa.
Muy emocionada, la niña contestó
—Sí, mamá, ¡soy yo cuando sea más grande!
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La maestra de mi hija me contó que un día, en la clase de religión, le pidió que dibujara su versión de “La huida a Egipto” de José, María y el niño Jesús.
Cuando la maestra revisó el dibujo se dio cuenta de que en él había una cuarta persona. Intrigada, le preguntó a mi hija quién era esa persona, a lo que la niña respondió
—Es Poncio, ¡el piloto!
Rhianna Yardley, Reino Unido
Soy escritora de novelas románticas, y un Día de San Valentín quería lucir muy elegante en un evento de firma de autógrafos. Tras ponerme el mejor atuendo que tengo —y que dista mucho de la ropa informal que uso habitualmente— le pregunté a mi hijo Rowan, de tres años, si le gustaba cómo me veía.
—Te ves chistosa —respondió el pequeño, con una risita nerviosa.
—Querrás decir que se ve preciosa —lo corrigió mi esposo.
—No, papá, quiero decir que se ve muy chistosa —reiteró el niño.
Victoria Barbour, Canadá
Tengo una amiga que, cuando era niña, solía cantar en el auto. Un día se echó a llorar a la mitad de una canción, y cuando su mamá le preguntó qué le ocurría, ella contestó
—¡Estoy llorando por lo linda que es mi voz!
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Cuando mi nieto Miles iba a la guardería, muchos de los otros niños y él adoptaron la costumbre de saludarse con un gran abrazo todas las mañanas. Tiempo después Miles entró a preescolar, pero siguió con el hábito de abrazar a algunos de sus compañeros en el patio al llegar a la escuela. Una mañana, mientras lo dejábamos en la puerta, llegaron unos gemelos idénticos, compañeros suyos. Mi nieto corrió hacia ellos, abrazó; a uno y luego volvió adonde estábamos. Intrigado, mi esposo le preguntó por qué no había abrazado a los dos niñños. Encogiéndose de hombros, Miles respondió:
—Es que son lo mismo, abuelo.
Gloria Di Blasio, Canadá
Cierto año mi cumpleaños cayó en un día de asueto, de manera que Weston, mi nieto de siete años, estaba en casa porque no había ido a la escuela. Le pregunté si me podía llevar a desayunar o a almorzar.
—Claro —contestó el niño—, pero tú pagarás la cuenta.
Helene Cote, Canadá