Mi vida como una Geisha

Quería yo hacer realidad un sueño. He aquí lo que tuve que aprender para lograrlo.

Soy japonesa. Nací en México, donde mis padres vivieron un tiempo. Aún era yo pequeña cuando volvimos a Japón. A veces mis papás y mi abuela me vestían con quimono, y a mí me encantaba. Poco a poco me fui interesando más en la cultura japonesa, y convencí a mis padres para que me dejaran visitar Kioto, la antigua capital de Japón. Me enamoré perdidamente de la ciudad y sus tradiciones.

Al crecer, mi fascinación se hizo aún mayor, y con el tiempo me condujo a los hanamachi, o distritos de geishas, y a las geiko, como llaman a éstas en Kioto. Para mí, ellas representaban el estilo y la sofisticación. Cuando terminé la escuela primaria, mis padres me preguntaron si quería ir a vivir a China, pues a mi papá lo iban a transferir allí del trabajo.

El momento decisivo de mi corta vida llegó cuando mi madre me mostró un artículo de periódico sobre una mujer llamada Koito, la primera geiko de Kioto en lanzar un sitio propio en Internet. Me emocioné tanto, que inmediatamente le envié a la señora Koito un mensaje electrónico en el que le decía que quería convertirme en maiko, o aprendiz de geiko. Podrán imaginarse mi alegría y mi sorpresa cuando ella respondió que estaba dispuesta a iniciarme.

Antes de que transcurriera otro año, dejé a mis padres en China y regresé a Kioto para ponerme en manos de la señora Koito. Fue el principio de mi anhelada aventura como maiko. Acababa de cumplir 15 años. Como aspirante a geisha, tenía muchas cosas que aprender y muchos deberes que cumplir. Todos los días me enfrentaba a cosas que no entendía; a veces parecía que las calles del distrito de Miyagawa estaban llenas de minas antipersonales a punto de explotar en mi cara. Era como estar en la escuela día y noche, los siete días de la semana.

El horario de una maiko es muy estricto. Desde cerca de las 6 de la tarde hasta entrada la noche, debía yo asistir a una ozashiki, o función artística. Las ozashiki por lo general se celebran en una de las casas de té, aunque a veces también se realizan en restaurantes y hoteles. Se contrata a las geiko para que actúen y entretengan a los clientes, y también deben servirles bebidas y conversar con ellos.

En ese entonces, la práctica ocupaba la mayor parte de mi tiempo. Como maiko, se suponía que debía aprender a cantar y a tocar el shamisen y otros instrumentos musicales, a realizar la ceremonia del té y, por supuesto, a bailar. En lo que más tenía que concentrarme era en la práctica del baile. Una maiko debe aprender dos tipos distintos de baile para cada mes del año, y ejecutarlos frente a los clientes en las ozashiki.

 

Extraído de Selecciones

 Condensado de A Geisha’s Journey. my life as a Kyoto apprentice. © 2008 por Komomo, publicado por Kodansha International Ltd

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