¿Dónde se encuentra y cómo funciona la microbiota?
Presentes en zonas específicas del organismo, estas comunidades de bacterias, virus, hongos, levaduras y protozoos te defienden de múltiples amenazas.
Por increíble que parezca, bacterias, virus, hongos, levaduras y protozoos pueden ser uno de tus mejores amigos.
Según Alfredo Madrigal, especialista del laboratorio Biocodex México, independiente de las variaciones en el tipo y número de elementos que las conforman, hay seis sitios en el cuerpo donde se asienta la microbiota.
Pulmones y bronquios principalmente. Se cree que podría proteger al organismo de inflamaciones provocadas por alergias.
El tabaco, las infecciones virales y los antibióticos pueden afectarla, lo que podría favorecer la aparición de asma o enfermedad pulmonar obstructiva crónica (EPOC).
Alojada en toda la piel, funciona como barrera defensiva y reguladora del sistema inmune. Varía de un individuo a otro según la edad, el sexo, factores genéticos, clima, estilo de vida, toma de medicamentos.
Su estudio permite estudiar el origen de enfermedades como el acné, la psoriasis o la dermatitis atópica.
ORL: Se ubica en oído (oto), nariz (rino) y boca y garganta (laringo). Está conformada por más de 700 especies de bacterias.
El cuidado de estos tres tipos de microbiota previene enfermedades como caries o periodontitis, infecciones del oído medio y en la faringe, respectivamente.
Menos rica, menos variada y menos estudiada que las otras, habita principalmente en la vejiga. Actualmente se investiga si su estado podría estar relacionado con la aparición de infecciones urinarias o con patologías de la próstata.
Compuesta por más de 200 especies bacterianas, su composición y pH varían a lo largo de los años en función de los genes, el embarazo, la menopausia, actividad sexual e higiene íntima.
Su papel es fundamental para evitar enfermedades como vaginosis y candidiasis.
Presente en todo el tracto digestivo, pero concentrada mayormente en el intestino grueso, se conforma por unos 100 millones de bacterias.
En desarrollo a partir del nacimiento, su composición depende de factores como vía de nacimiento (parto natural o cesárea), lactancia (materna o fórmula), uso de antibióticos y exposición a microorganismos durante los primeros tres años de vida.
En los adultos, un elevado consumo de frutas y verduras (fibra) y un bajo consumo de azúcares y grasas animales propicia su óptimo funcionamiento, el cual interviene en la digestión de alimentos, nos protege de microbios dañinos, toxinas y contribuye al desarrollo del sistema inmunitario.
En el caso de una persona sana —explica el Dr. Madrigal—, las bacterias, virus, hongos, levaduras y protozoos que conforman estos diferentes tipos de microbiota viven en armonía en un sistema perfectamente balanceado, así, el hospedero y sus huéspedes, mantienen buenas relaciones e interactúan para el buen funcionamiento de cada uno.
Para contrarrestar estos efectos, una buena opción podría ser los probióticos. “Se trata de microorganismos vivos que se pueden encontrar en los productos lácteos y alimentos fortificados, pero también en comprimidos, cápsulas y sachets, y está comprobado que contribuyen al cuidado y fortalecimiento de la microbiota, especialmente la intestinal. Uno de los que ha demostrado ser más efectivo es el probiótico de origen natural desarrollado a partir de la levadura Saccharomyces boulardii CNCM I-745®” finaliza el especialista.