Microplásticos y cáncer de mama: una relación que preocupa a los investigadores

¿Alguna vez pensaste que podrías estar comiendo una tarjeta de crédito de plástico cada semana? Aunque suene alarmante, esta es la cantidad aproximada de microplásticos que una persona puede ingerir, según un estudio realizado por la Universidad de Newcastle, en Australia. La noticia ha causado revuelo, no solo por el dato en sí, sino por sus implicaciones: cada vez más investigaciones apuntan a que los microplásticos podrían estar relacionados con el desarrollo de cáncer de mama.

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¿Qué son los microplásticos y cómo entran en el cuerpo?

Los microplásticos son partículas diminutas, de entre un micrómetro y cinco milímetros, que provienen de la fragmentación de plásticos más grandes, como botellas, envases o textiles sintéticos. También están presentes en productos cosméticos, como exfoliantes o pastas dentales que contienen microperlas.

Estas partículas están en todas partes: el aire que respiramos, el agua que bebemos, los alimentos que consumimos e incluso en productos de higiene personal. Por eso, la exposición diaria a microplásticos es prácticamente inevitable.

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¿Qué tienen que ver los microplásticos con el cáncer de mama?

Aunque aún se requieren más estudios para establecer una relación causal directa, varios investigadores han advertido sobre los posibles efectos de los disruptores endocrinos, sustancias químicas presentes en muchos plásticos, como el bisfenol A (BPA) y el bisfenol S (BPS).

Estos compuestos imitan la acción de las hormonas en el cuerpo humano y pueden alterar el equilibrio hormonal, afectando procesos como la reproducción, el metabolismo y el desarrollo celular. De hecho, según datos publicados por UNAM Global, los disruptores endocrinos podrían influir en la fisiopatología del cáncer de mama al alterar la expresión genética y favorecer la proliferación celular descontrolada.

¿Qué dicen los expertos?

El Instituto Nacional del Cáncer de EE.UU. define el cáncer como una enfermedad en la que algunas células se multiplican sin control y pueden diseminarse a otras partes del cuerpo. En el caso del cáncer de mama, esta multiplicación ocurre en el tejido mamario y, si no se detecta a tiempo, puede avanzar hacia otros órganos.

Aunque factores genéticos, hormonales y ambientales ya eran conocidos, ahora se suma una nueva preocupación: la exposición crónica a microplásticos y sus aditivos químicos.

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¿Podemos evitar los microplásticos?

Eliminar por completo la exposición a microplásticos es prácticamente imposible, pero hay acciones que pueden reducir el riesgo:

  • Evitar el uso de plásticos de un solo uso.

  • No calentar alimentos en envases plásticos.

  • Preferir productos de higiene sin microperlas.

  • Filtrar el agua del grifo cuando sea posible.

  • Apostar por textiles naturales y biodegradables.

Conclusión: una amenaza invisible, pero real

Aunque aún no se puede afirmar con certeza que los microplásticos causan cáncer de mama, la evidencia científica apunta a que podrían ser un factor de riesgo. La exposición diaria a estas partículas y sus efectos hormonales debería encender las alarmas sobre el uso indiscriminado de plásticos y sus consecuencias para la salud pública.

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