Esta es la segunda parte del artículo publicado la semana anterior. Aquí puedes leer la primera parte.
Las abejas comunes pueden llegar a ser territoriales, pero las africanizadas son mucho más agresivas. Llegaron al hemisferio occidental en 1956, cuando abejas africanas importadas a Brasil para elevar la producción de miel escaparon, se cruzaron con las europeas y se extendieron con rapidez por América.
Cuando las abejas africanizadas perciben una amenaza, no envían a un par a repelerla, lanzan hordas que pueden perseguirla por 400 metros hasta eliminarla.
Según científicos, una persona con entre 1,000 y 1,500 picaduras tiene un 50 por ciento de probabilidades de morir. Desde la década de 1950, esta especie ha causado más de 1,000 muertes; no en balde se les conoce como “abejas asesinas”.
Un momento después de que los insectos surgieran, Cappelle vio angustiado que April saltaba de la cornisa. Sintió el tirón en su arnés cuando el peso de su compañero tensó la cuerda. “¡Bájame, bájame, bájame, ya, ya!”, gritaba Doug.
Desde su posición, en una saliente estrecha de alrededor de un metro de largo y medio de ancho, Ian soltó los 60 metros de cuerda a través del dispositivo de amarre lo más rápido que pudo. Debajo, la pared ocultaba el borde sobre el que estaba, y April desapareció de su vista.
Fue entonces cuando Cappelle vio a la primera abeja volar hacia él. Se quedó tan quieto como pudo; pensó que, si la ignoraba, desaparecería. Pero voló en su dirección y lo picó en el cuello.
Los pinchazos fueron veloces: uno, dos, tres, cuatro, y luego un dolor en aumento cuando el grueso de la colmena lo atacó. Trató de cubrirse la cara; el agudo zumbido lo ahogaba todo mientras las abejas atacaban sus oídos, ojos, nariz y boca.
Pensaba rápido mientras lo picaban. ¿Por qué no se desató Doug al llegar al suelo? Una vez suelto, podría jalar la cuerda, anclarse a la pared y bajar en rapel hasta un lugar seguro. Mas April seguía colgado; era un peso muerto al final de la cuerda.
Ian se detuvo en la estrecha saliente y sorbió agua de su termo, desesperado por mantenerse hidratado para evitar los efectos del veneno.
¿Qué hago? ¿Qué hago? Alzó la mano para quitarse las abejas de la cabeza y sintió un halo de insectos de 2 centímetros de grosor que le picaban una y otra vez. Llama a tu esposa, pensó por un segundo. Dile que la amas. Pero ¿si al intentarlo se le caía el teléfono?
Las toxinas corrían por su torrente sanguíneo. En cierto momento, los pensamientos de pánico disminuyeron y fueron sustituidos por una extraña sensación de calma. Sería una muerte horrible. Sentía mucho que Malynda fuera a perderlo así, pero no podía hacer nada.
El mundo se redujo al tamaño de un aguijonazo y se desmayó, desplomándose sobre la saliente rocosa.
Desde la década de 1950, esta especie ha causado más de 1,000 muertes; no en balde se les conoce como “abejas asesinas”.
Debajo de él, Doug estaba suspendido en el aire a 2 metros de la pared y unos 20 del suelo. Llevaba cerca de 10 minutos atrapado de esa manera y las abejas no habían dejado de picarlo.
“¡Desata la cuerda azul!”, le gritó a Cappelle. Quería que su amigo usara una de las cuerdas para bajar en rapel hasta el piso. No podían escucharse; el único sonido que les llegaba era el ensordecedor zumbido.
Después de tantas picaduras, el cuerpo de April ya era insensible al dolor. Podía sentir que las abejas trepaban por todo su cuerpo, pero apenas sentía los aguijonazos.
Una se le metió a la boca (vibrante y afelpada, con un ligero sabor a flores) y la escupió de inmediato. Con más de 12 picaduras, las personas pueden experimentar vértigo, náuseas e incluso convulsiones y desmayos. Él tenía cientos. Se cubrió la cara con su gorra de beisbol y trató de pensar.
Siempre había logrado serenarse ante el peligro. Durante su entrenamiento estrelló un helicóptero y vio a hombres morir en combate. Sin importar la amenaza, siempre había sido capaz de activar un interruptor en su cerebro. Apaga el miedo. Concéntrate en lo que hay que hacer.
Lo que debía hacer en ese momento estaba claro: tendría que bajar. La montaña estaba atravesada por varias rutas de escalada, solo necesitaba encontrar una. A unos 5 metros vio un ancla que formaba parte de otra ruta.
Se balanceó hacia ella, la atrapó en el tercer intento y logró engancharse. Luego soltó las cuerdas que estaban amarradas a Cappelle, las cuales quedaron colgando en el aire.
En un buen día, esa ruta no habría sido complicada, mas ese no era un buen día. Doug estaba lleno de veneno de abeja, tenía el cuerpo inflamado y la mente fluctuante. Escogió con cuidado un trayecto hacia abajo.
¿Qué pasará con Doug y Cappelle? ¿Cómo podrán escapar de ese ataque de abejas asesinas? Descúbrelo en el próximo capítulo que será publicado el jueves 30 de junio, antes de las 8:00 de la noche.
¿Qué es lo que puedes hacer si te atacan las abejas? Te dejamos este video.
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