Miles de regalos de vida

Reg Green se ha convertido en un influyente y eficaz promotor de la donación de órganos.

Aunque han pasado más de 20 años desde que su hijo Nicholas, de siete años, fue asesinado durante unas vacaciones familiares en Italia, a Reg Green a veces le parece “como si hubiera sido ayer”. Sentado junto a la piscina de su casa, en Los Ángeles, California, este periodista jubilado de 86 años dice: “No pasa un solo día sin que piense en Nicholas y su gracia para hacer las cosas”.  

En 1994 Green, su esposa, Maggie, Nicholas y su hija menor, Eleanor, de cuatro años, viajaban hacia el sur de Italia desde Nápoles cuando un auto de repente se colocó junto al suyo en la carretera. Dos hombres enmascarados que tripulaban el vehículo les gritaron a los Green que se detuvieran; una vez que ellos se orillaron, los sujetos hicieron varios disparos al coche de la familia, despedazando la ventanilla trasera derecha y después la del conductor. Maggie se volvió rápidamente hacia atrás para ver si los niños estaban bien; los dos parecían dormir tranquilamente. Green se las arregló para huir a toda velocidad y dejar atrás a los atacantes, pero cuando se detuvieron en el escenario de otro accidente, se dieron cuenta de que su hijo había recibido un tiro en la cabeza. Aún respiraba, pero estaba inconsciente. 

Dos días después, Nicholas yacía en una cama de un hospital siciliano, conectado a un montón de máquinas que mantenían el latido cardiaco y la circulación de la sangre, pero los médicos habían declarado ya su muerte cerebral. “Estaba claro que se había ido”, cuenta Green. Entonces Maggie y él tomaron una decisión que cambiaría su vida para siempre, al igual que la vida de incontables personas. “Ofrecimos donar sus órganos”, dice. “Nicholas ya no iba a necesitarlos,
y era una manera de aliviar parte de nuestro inmenso dolor”. 

Los italianos se enteraron del asesinato del niño por los medios informativos —los periódicos lo llamaron La Nostra Vergogna (“Nuestra vergüenza”)—, y la generosidad de los Green los llevó a actuar. En cuestión de horas siete italianos, varios de los cuales estaban al borde de la muerte, recibieron el corazón, el hígado, los riñones, el páncreas y las córneas de Nicholas. Todos ellos salvaron la vida.

Posteriormente, en su libro The Nicholas Effect (“El efecto Nicholas”), Green escribió que la decisión que habían tomado “conquistó al país”. Los periodistas hacían cola para entrevistar a la pareja, y tanto el primer ministro de Italia, Silvio Berlusconi, como el presidente, Oscar Luigi Scalfaro, les expresaron agradecimiento. 

Los esposos se dieron cuenta de que, si contaban su historia, podrían difundir el mensaje de la importancia de la donación de órganos. Hoy día Green lo sintetiza así: “Encontré mi misión en la vida”. 

La decisión de los Green de donar los órganos de su hijo fue una noticia que se propagó rápidamente, primero en Italia, luego en el resto de Europa y finalmente en gran parte del mundo. La donación de órganos aumentó en 25 por ciento en Italia, país que sufría una escasez crónica de órganos. El incremento se mantuvo 10 años seguidos, de 6.2 donaciones por cada millón de habitantes en 1993 a 19.7 por millón en 2003, y la tendencia persiste (18.5 en 2013), lo que ha salvado miles de vidas. “El efecto Nicholas”, como se designó este fenómeno, fue reconocido como el catalizador que cam-bió la mentalidad de los italianos. 

Desde 1994 Green ha vuelto a Italia en más de 50 ocasiones porque muchas ciudades y pueblos le han puesto el nombre de Nicholas a más de 100 escuelas, calles y plazas para honrar su memoria. Green también ha dado cientos de conferencias a grupos médicos y de donación de órganos en todo el mundo. Con sus ahorros y el dinero generado por las conferencias y los derechos de una película, Reg y Maggie crearon la Fundación Nicholas Green para aumentar la conciencia pública sobre la donación de órganos, y han distribuido más de 5,000 copias de un video acerca del tema. Desde 1994 Green ha recorrido más de un millón y medio de kiló-metros en vuelos para hablar con la gente e instarla a “tener una conversación en familia sobre la donación de órganos”. 

 

“Nadie en el mundo ha hecho más por promover la donación de órganos que Reg y Maggie Green”, afirma Howard M. Nathan, presidente y director general del programa Gift of Life Donor, con sede en Filadelfia. La necesidad es imperiosa. Tan sólo en la Unión Europea, 70,000 personas esperaban donaciones de órganos en 2013, y 12 de ellas morían cada día, en promedio. Para los enfermos terminales y sus familias, es cuestión de vida o muerte.  

Por desgracia, la necesidad de órganos supera siempre la disponibilidad. Durante un homenaje a Green, un cirujano italiano especializado en trasplantes lo llevó aparte y le dijo: “En este momento hay dos niños en mi hospital que van a morir si no reciben unos pulmones pronto. Si tuviéramos a Nicholas ahora….” Green señala: “Comentarios como ése me hacen seguir adelante. Me asombra que después de 20 años nuestra historia siga conmoviendo a la gente, pero si el fuego da señales de que se va a apagar, echaré más gasolina sobre él. Así es de importante”.

Reg y Maggie reciben un incesante aluvión de cartas, mensajes electrónicos y telefonemas de desconocidos que aseguran sentirse muy cercanos a Nicholas y que desean colaborar con ellos en la concientización sobre las donaciones. En 2014 un funcionario del gobierno de Calabria, la región de Italia donde Nicholas fue asesinado, les dijo a los Green en una carta: “Todo el mundo en Italia, y particularmente en Calabria, lleva en el corazón al pequeño Nicholas y el noble ejemplo de bondad, amor y civilidad de su familia”.

Cartas como ésa significan mucho para Reg Green. “Las personas suelen desnudar su alma en esas cartas, y nosotros les contestamos a todas ellas”, explica. Y nunca rechaza una solicitud de entrevista. “No es nada fácil”, admite Green mientras empieza a contar que a Nicholas le encantaba jugar a que era un soldado romano que volvía a casa del campo de batalla y que era recibido como un héroe por los generales y todo el pueblo. “Le decíamos que iba a quedar inmortalizado en la poesía y que la gente lo aclamaría”, señala Reg con un nudo en la garganta.

“Y, de algún modo, todo eso se ha hecho realidad”, añade. “La historia de Nicholas ha cautivado la imagi-nación de la gente y encendido una chispa de amor en millones de corazones. Si eso no es la inmortalidad, debe de ser algo muy parecido”. 

 

Para más información en inglés sobre el trabajo de Reg Green y su fundación, visita el sitio nicholasgreen.org

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