Misterios del cuerpo humano que seguimos sin poder resolver
Los tipos de sangre nos hablan de la evolución. Además, cada uno tiene habilidades diferentes en su cuerpo para combatir ciertas infecciones.
El cuerpo humano es una máquina compleja y fascinante, capaz de realizar funciones asombrosas de manera automática y eficiente. Sin embargo, a pesar de los avances científicos y médicos a lo largo de los siglos, todavía existen misterios profundos que nos desafían. Desde los enigmas del cerebro hasta los secretos del sistema inmunológico, hay muchos aspectos de nuestro organismo que, aunque estudiados a fondo, siguen siendo un terreno inexplorado. En este artículo, exploraremos algunos de los misterios del cuerpo humano, esos fenómenos que aún no logramos comprender por completo, a pesar de nuestra constante búsqueda de respuestas.
Sabemos que nuestras huellas dactilares son tan únicas que no hay dos personas que tengan las mismas en el cuerpo, ni siquiera los gemelos idénticos. Pero, ¿por qué los humanos tienen estos patrones en sus dedos?
Durante muchos años, los científicos pensaron que estaban allí para ayudar a los dedos a sujetar objetos… pero resulta que las huellas dactilares reducen la cantidad de piel que entra en contacto con ellos.
Si no están ahí para sujetar, ¿entonces…? Si bien hay algunas teorías sobre los propósitos evolutivos de estos patrones, los científicos no han podido encontrar una explicación definitiva.
Como es un órgano que causa mucho dolor y cuya eliminación no afecta nuestros cuerpos, el apéndice parece traer más problemas de los que soluciona a nuestro cuerpo.
Por muchos años, los científicos, incluyendo a Charles Darwin, propusieron que un ancestro humano que se alimentaba de plantas lo requería para la digestión, y que por eso no tenía una función real para los hombres modernos.
Sin embargo, otra teoría se ha vuelto cada vez más popular en la comunidad científica: postula que este órgano en realidad alberga y protege a una gran cantidad de bacterias buenas. Tendremos que esperar a que se compruebe esta teoría.
Estamos tan acostumbrados a tener una mano dominante e identificar a las personas como “diestras” o “zurdas”, que solemos darlo por sentado. Pero cuando lo piensas, es un poco extraño que tengamos una mano con una funcionalidad significativamente mejor que la otra en nuestro cuerpo.
Dado todo lo que sabemos sobre la evolución y la “supervivencia del más apto”, ¿por qué no hemos evolucionado para tener dos manos expertas? Aunque hay personas que pueden usar ambas manos con la misma habilidad, sigue siendo un gran enigma.
Hemos bostezado desde que estábamos en el útero, y aún así los científicos todavía no explican por qué lo hacemos aunque no faltan teorías. Una sugiere que nuestro cuerpo bosteza para regular la temperatura de nuestros cerebros, ya que la falta de sueño o el aburrimiento pueden hacer que disminuya.
Otro sugiere que bostezamos para dar una sacudida a nuestros cuerpos, ya que después de hacerlo nuestros ritmos cardiacos tienden a aumentar y se tensan los músculos de nuestros ojos.
Al igual que el apéndice, los diferentes tipos de sangre nos dan pistas sobre nuestra historia evolutiva. Cada uno tiene habilidades diferentes en su cuerpo para combatir ciertas infecciones, y los científicos creen que comenzaron a evolucionar hace unos 20 millones de años en nuestros ancestros humanos y en otros primates.
“En combinación con la selección natural, la evolución produjo la maravillosa diversidad en tipos de sangre humana que vemos y reconocemos actualmente”, explica el doctor Mohammad Mobayed de ProMedica. Pero lo que los científicos no saben es por qué. “Ninguna teoría explica por qué son diferentes”, agrega.
“Los humanos pasan casi un tercio de sus vidas durmiendo, pero la ciencia aún desconoce cómo y por qué soñamos”, dice Caleb Backe, experto en salud y bienestar. Sabemos que los sueños ocurren durante la etapa de sueño REM y que nuestra frecuencia cardiaca aumenta, pero no estamos seguros de para qué sirven a nuestro cuerpo.
Una teoría popular sugiere que soñar permite que el cerebro ordene sus recuerdos del día, decidiendo cuáles son valiosos y cuáles son irrelevantes. Sin embargo, otros científicos creen que soñar no tiene una función verdadera y que es solo lo que el inconsciente hace cuando no está sujeto por nuestra conciencia.
¿Crees que el único ser viviente en tu cuerpo eres, bueno, tú? Piénsalo de nuevo. Los humanos poseen tantos microbios dentro (y en) sus cuerpos que en realidad representan algunos kilos de nuestro peso.
Muchos tienen buenas razones para estar allí: ayudan a nuestra digestión, curan nuestras heridas o luchan contra las enfermedades. Sin embargo, desconocemos los propósitos de la mayoría de ellos.
En muchos sentidos, los cuerpos humanos son extremadamente similares a los de otros primates como los chimpancés: sus estructuras musculares son muy similares. Sin embargo, los primates son alrededor de 1.35 veces más fuertes que nosotros.
Desarrollamos más fibras musculares de contracción lenta, que son menos poderosas pero más resistentes: permitieron desarrollar comportamientos como cazar y alimentarnos, y hoy en día son la razón por la cual un humano puede correr una maratón pero un mono no.
A pesar de todas esas ventajas humanas, la disparidad de fuerza sigue siendo lo bastante significativa como para desconcertar a los científicos .
Sí, la risa es contagiosa y no solo metafóricamente. Los científicos han descubierto que las emociones poderosas pueden sincronizar la actividad cerebral de personas diferentes.
“Los estudios demuestran que la risa está vinculada con el que seamos criaturas sociales: se ha descubierto que existen casi 30 veces más probabilidades de reír cuando estamos acompañados”, explica Backe.
“La teoría actual sugiere que la risa es contagiosa porque somos empáticos”. Nuestros cerebros liberan endorfinas cuando nos reímos, y estos químicos nos hacen sentir seguros y a gusto. Entonces, aunque no sepamos exactamente por qué la risa es contagiosa, lo que sí sabemos es que se siente bien en nuestro cuerpo. ¡Ríe más!
Tomado de rd.com 9 Biggest Unsolved Mysteries About the Human Body