Mitad humanos, mitad bacterias. Aprende a cuidar a tus ‘bichitos’
Podríamos hablar de que hay una bacteria por cada célula humana, así que somos mitad humanos mitad bacterias, según los últimos cálculos.
El ser humano no es una unidad independiente sino que consiste en una comunidad dinámica e interactiva de células humanas y bacterias microbianas. Con esta idea en mente nos damos cuenta de la importancia del cuidado que debemos darle a todos esos ‘amigos’ entrañables.
¿Sabías que dentro de tus intestinos tienes una enorme red social? Sí, así es, allí conviven trillones de ‘amigos’ que contribuyen a tu bienestar integral. Adivinaste, hablamos de tu microbioma (antes flora intestinal), una comunidad de organismos vivos —sobre todo bacterias— que mantiene en equilibrio a tu organismo.
Cada vez hay más información sobre la relación existente entre las bacterias y el ser humano. Nuestro microbioma es una vasta comunidad de billones de bacterias y hongos que habitan en todos los rincones del tracto gastrointestinal.
Estos microorganismos —que viven principalmente en el intestino y superan en número a todas las demás células del cuerpo juntas— tienen una gran influencia en el metabolismo, propensión a enfermedades, sistema inmunológico, apetito y estado de ánimo.
El microbioma es como nuestro segundo genoma, pero con un beneficio adicional. Mientras que el genoma humano —que son los genes con los que nacemos— es inmodificable, la microbioma sí podemos manipularla a nuestro favor mediante alimentación adecuada, actividad física constante y la ingesta regular de probióticos, ya sea mediante alimentos o suplementos, explica la Dra. Kristin Morris, doctora en Bioquímica nutricional de la Universidad de Tennessee, Estados Unidos.
Los probióticos son alimentos o suplementos que contienen microorganismos vivos que ayudan a crear un equilibrio saludable de bacterias en el intestino, apoyan la salud digestiva y el sistema inmunológico de tu cuerpo.
Un intestino saludable es aquel que no notamos. No gruñe a la mitad de una junta en el trabajo ni te avergüenza en público con flatulencias. Tampoco te obliga a correr al baño ni es tan lento que te haga sufrir durante las evacuaciones. Así es un intestino saludable y la microbiota ayuda a ese equilibrio.
Las bacterias buenas en el intestino son el primer mecanismo de defensa natural de tu cuerpo.
Pero los microorganismos vivos que componen el microbioma benefician más allá del sistema digestivo. Ahora se sabe que, por ejemplo, en cuanto más rica y diversa es esa comunidad, menor el riesgo de padecer enfermedades como alergias.
La colonización de bacterias en nuestro intestino ocurre cuando nacemos. Existe una creciente evidencia de que los bebés nacidos por cesárea se pierden de algunos de los microorganismos que obtendrían a través de un parto vaginal, lo que puede hacerlos más vulnerables a la obesidad, las alergias y el asma. Y es que el 70 por ciento de nuestro sistema inmune está en nuestros intestinos.
Independientemente de la forma en la que hayamos nacido, surge entonces la pregunta ¿Cómo podemos mantener una microbiota saludable y aumentar las bacterias buenas en el cuerpo?
Para mantener el equilibrio entre buenos y malos tenemos que llevar invitados a nuestros intestinos; esos invitados llegarán, se reproducirán, desempeñarán la labor para la que fueron creados y morirán. “De ahí la importancia de tomar probióticos regularmente” precisa Morris.
Los probióticos no deben ser tomados solo cuando tienes problemas digestivos o cuando te acuerdas. Las bacterias buenas no viven para siempre dentro de tu intestino, así que para cuidarte realmente los probióticos deben reponerse a diario. Esto enviará continuamente bacterias buenas y frescas a tu intestino, explica Morris, investigadora senior de Nutrilite e investigadora clínica.
Una de las formas de hacerse de esos invitados maravillosos es mediante una alimentación sana y balanceada. Por ejemplo, a las bacterias malas les encanta el azúcar, así que moderar tu ingesta será muy benéfico, mientras que a las bacterias buenas les sientan bien los alimentos fermentados como el yogur o los pepinillos encurtidos.
La alimentación debería ser suficiente para el equilibrio de la microbioma, pero no lo es porque la dieta suele ser tóxica y basada en alimentos procesados, así que cuando se busca un método que asegure la ingesta diaria de probióticos podemos considerar los suplementos.
Decidiste tomar un suplemento probiótico para apoyar el sistema inmunológico y digestivo de tu cuerpo, pero a la hora de elegir todo se vuelve confuso, pues existe una gran variedad de productos probióticos en el mercado, desde cápsulas hasta líquidos y polvos. ¿Cómo escoger?
El estómago es un lugar hostil, los probióticos deben sobrevivir las difíciles condiciones del sistema digestivo porque casi no hay oxígeno y sí una buena cantidad de poderosos ácidos. Deben llegar vivos al intestino, adherirse y colonizarlo. Una vez ahí harán el trabajo que queremos que hagan.
Si yo quiero un cachorro pido un canis lupus familiaris y me darán uno de cualquier raza, pero si lo que deseo es un perro con orejas esponjosas y nariz pequeña entonces debo solicitar específicamente un cocker spaniel. Lo mismo sucede con los probióticos. Cada uno tiene una función específica en nuestros intestinos.
Los probióticos se asientan en nuestro intestino gracias a un tejido muy especializado. Una vez ahí actúan como un general con sus tropas, pues sabe qué sucede en cada línea de batalla. Ellos detectan virus, alérgenos o cualquier otra amenaza, así que mandan a los generales correctos, es decir, envían a las células inmunes adecuadas.
Si bien muchos provienen de bacterias utilizadas en el proceso de fermentación de ciertos alimentos como el yogurt, el kimchi o la kombucha, algunos de estos productos contienen altos niveles de azúcar y otros ingredientes, por lo que es importante considerar otras opciones. Existen alternativas sin gluten, sin lactosa, sin azúcar ni conservadores y saborizantes añadidos.
Si algo no es fácil de usar es probable que no recuerdes tomarlo todos los días, y los probióticos no son una excepción. Elige uno que sea conveniente, portátil y que no necesite refrigeración para que tengas menos obstáculos para incorporarlo a tu rutina.
Hay en paquetitos individuales y solo debes colocarlos sobre tu lengua y listo. O puedes verterlos en una bebida; eso sí, asegúrate que sea fría, porque el líquido caliente podría dañarlos.
Cuando se trata de probióticos más no significa mejor. Ni el costo tampoco es un buen indicativo. Asegúrate que detrás del producto que vas a adquirir está la ciencia adecuada, las cepas correctas en los niveles apropiados y, sobre todo, los beneficios que buscas.
Ahora existen presentaciones que conjuntan hasta cinco de las cepas más estudiadas en el mundo: HN019, NCFM, Lpc-37, La-14, Lactis BI-0
La recomendación es continuar con la ingesta de productos fermentados como el kimchi —una preparación fermentada que tiene como ingrediente básico la col china— o la kombucha, porque nunca te recargaras de probióticos. Además de que lo ideal es ir cambiando de probióticos porque el cuerpo se acostumbra a las cepas.