Realidad: Típicamente es el humo el que hiere o mata.
En tan poco tiempo, como 3 o 5 minutos, el humo puede llenar una casa y sumirla en una profunda oscuridad, incluso al medio día.
El humo espeso, lleno de elementos tóxicos de muebles (monóxido de carbono y gases de los materiales con que están fabricados tus muebles), puede desorientarte, ahogarte o dejarte inconsciente.
Realidad: Una vez que el fuego comienza, sal de inmediato.
Una pequeña flama puede convertirse en un incendio en menos de 30 segundos. Un incendio doméstico puede duplicar su tamaño cada minuto.
En tres minutos, un fuego puede llegar a ser tan intenso que encienda todo a su alcance al mismo tiempo.
Realidad: La mayoría de los incendios más mortíferos ocurre de noche, cuando la gente rara vez es despertada por el humo.
Incluso si despiertan, el fuego y el humo pueden haberse esparcido lo suficiente como para impedir su escape.
Un detector de humo, en cada piso y de preferencia afuera de cada recámara, es la mejor oportunidad para contar con una advertencia temprana.
Realidad: Si alguien se encuentra en peligro en el interior de la casa, tú también lo estarás si vuelves dentro y harás el trabajo de los bomberos mucho más difícil. Una vez que hayas salido, quédate afuera.
¿Sabes de otras medidas preventivas en caso de incendio?
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