Las proteínas, grasas, carbohidratos y minerales presentes en la leche ayudan a formar y mantener la masa ósea, entre otras funciones.
Respuesta: Numerosos estudios han relacionado el consumo de la leche y otros productos lácteos con la prevención de diversas enfermedades.
R. La creciente variedad de leches y productos lácteos en el mercado es para que las personas puedan con-sumirlos con la confianza de que no les causarán molestias.
Como nutrióloga, considero que la existencia de variedades bajas en grasa (descremadas y semidescremadas) y/o sin lactosa es una excelente alternativa para aquellas personas con problemas de salud que las obligan a limitar su consumo de grasas o energía en la dieta, o bien, para quienes no toleran la lactosa pero desean beber un vaso de leche.
R. Por norma, es necesario restaurar todas las vitaminas y minerales que se pierden durante el procesamiento de cualquier alimento. A esto se le llama adición, y suelen agregarse las cantidades que originalmente aporta el producto.
Por ejemplo, cuando se le quita la grasa a la leche se pierden las vitaminas liposolubles que están disueltas en ella (en especial las vitaminas A y D), y por eso se le deben adicionar estas sustancias a las leches descremadas.
Por otro lado, se ha identificado a la leche como una importante fuente de energía y de nutrientes indispensables en la dieta diaria. En ciertos casos se enriquece con nutrientes que contiene en bajas cantidades, o que incluso no forman parte de ella, pero que se ha visto que son importantes para la población y cuyo consumo disminuye el desarrollo de enfermedades importantes.
Entre ellos están el ácido fólico (defectos del tubo neural), el hierro (anemia), el cinc (crecimiento y sistema inmunitario) y la fibra.
R. La leche entera es una buena alternativa para los niños mayores de un año de edad, ya que necesitan más grasa porque están formando una parte importante de sus neuronas que depende de los lípidos hasta los tres años, más o menos. Las leches reducidas en grasa las pueden consumir las personas mayores de tres años, sobre todo aquellas que necesiten controlar el consumo de grasas en su dieta debido a problemas cardiovasculares, diabetes, sobrepeso u obesidad.
Aunque la leche sea baja en grasa, mantiene su nivel de sodio.
R. Una taza de leche semidescremada o descremada aporta unos 125 mg de sodio. Hoy día, a las personas hipertensas se les recomienda ingerir un promedio de 2,300 mg de sodio al día, e incluir en su dieta dos o tres porciones de leche y/o sus derivados en sus versiones descremadas.
Se ha informado que el consumo de éstos ayuda a controlar o reducir la presión arterial debido al elevado aporte de calcio, potasio y magnesio de la leche. Cabe señalar que una porción equivale a media taza de leche entera o yogur, una taza de leche light o 40 g de queso fresco.
R. La diferencia reside en la cantidad de grasa que contiene la leche por porción y, por lo tanto, en el aporte energético y de colesterol. A la semidescremada se le quita entre 40 y 50 por ciento de grasa, y a la descremada, casi no se le deja nada.
El término light se usa para denominar a todos los alimentos bajos en grasa y/o azúcar. En el caso de las leches descremadas y semidescremadas, se trata de dos variedades de leche light, ya que en ambos casos se ha reducido la cantidad de lípidos en relación con la leche entera.
R. A partir de que cumpla el año de edad puede ingerir leche de vaca entera. Antes de esta edad no se recomienda porque puede ser un alimento que le provoque alergia al menor, debido a la inmadurez del sistema gastrointestinal e inmunológico del infante.
En bebés siempre se recomienda la lactancia materna en primer lugar, y en su ausencia se deberán usar las fórmulas lácteas infantiles diseñadas en dos etapas, para los primeros 6 meses de vida y de 6 a 12 meses.
Estas fórmulas están creadas para asemejarse lo más posible a la leche materna, por ello existen las dos presentaciones, por el ajuste que se da en los requerimientos y tolerancias de los bebés.
Es muy importante que cuando se utilicen estos sucedáneos, se cuide mucho la higiene y el agua con la que serán preparados así como utilizar la dilución correcta, ya que de no hacerlo ponemos al menor en riesgo de enfermarse u obtener más o menos de la energía y nutrimentos que necesita y afectar su crecimiento y estado nutricio.
Las fórmulas que se han diseñado de “crecimiento” para niños de 1-3 años son una alternativa que ofrece el mercado, sin embargo, ya no existe la obligatoriedad como en las presentaciones de inicio y seguimiento (etapa 1 y 2).
Para concluir cabe mencionar que hasta los seis meses de vida la leche materna y/o la fórmula láctea para bebés son el único alimento que deben ingerir los críos; posteriormente se iniciará la ablactación (incluir alimentos diferentes a la leche) y a partir del año de edad, el menor debe quedar integrado a la dieta familiar, recordando que el consumo de leche le ayuda a cubrir parte de sus recomendaciones nutricias como por ejemplo de calcio, proteínas y grasa.
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