¿Sabes quien era la Mona Lisa? Conoce la historia de esta mujer

¿Quién era la Mona Lisa?

La mayoría de los expertos está de acuerdo en que la Mona Lisa es el retrato de Lisa Gherardini del Giocondo, la esposa de un mercader de sedas florentino llamado Francesco del Giocondo (de allí el nombre con el cual se la conoce en Italia y Francia, La Gioconda, o La Joconde).

Cuando posó por primera vez para Leonardo, alrededor del año 1503, tenía unos 24 años. Su pose contrapposto, con el cuerpo en ángulo alejado del observador y la cabeza girada hacia delante, fue muy admirada y copiada por los contemporáneos de Leonardo.

Y su técnica de sfumato, con bordes borrosos y sombreados que crean un efecto increíblemente similar al natural, era vista como una brillante innovación, muy distinta de las figuras humanas con apariencia estática de los pintores menores anteriores.

Leonardo trabajó en la pintura durante cuatro años, y posiblemente en forma intermitente a partir de entonces. Llama la atención que siempre la llevaba consigo en sus viajes, y nunca la firmó ni fechó. La pintura viajó con él cuando, ya cerca del fi n de sus días, se mudó a Francia.

Fue vendida al último mecenas de Leonardo, el rey en el Louvre. Sobre la cuestión de la Mona Lisa, decía lo siguiente: “La he visto con frecuencia… esta adorable Gioconda. Siempre está allí, con su sonrisa sensual, burlándose de sus numerosos amantes… permanecerá bella por siempre…”.

La perspectiva distante, como en un sueño, detrás de la cabeza de la modelo parece ser más elevada en el lado derecho. Es difícil imaginar cómo se uniría el paisaje.

Esto es subconscientemente inquietante: la Mona Lisa aparece más alta, más erguida, cuando la mirada del observador se dirige hacia la izquierda.

Los “numerosos amantes” podían interpretarse como referencia a las muchas personas que venían a admirar la pintura. Pero la ambigua crítica de Gautier introdujo la nueva idea de que la dama de la pintura era muy sensual, quizás promiscua, una cortesana o una peligrosa mujer fatal.

Gautier exploró este tema con intensidad: “La expresión sabia, profunda, aterciopelada, llena de promesas, te atrae irresistiblemente y te intoxica; mientras que la boca sinuosa y serpenteante, de sonrisa apenas esbozada entre sombras violáceas, se burla de ti con tanta delicadeza, gracia y superioridad, que de pronto te sientes intimidado como un escolar ante una duquesa”.

¿Era una cortesana o una peligrosa mujer fatal?

Para Gautier, el poder de la Mona Lisa radica en los sentimientos que despertaba en él, cómo lo movilizaba e incluso excitaba. Un enfoque de similar subjetividad fue adoptado por Walter Pater, un crítico inglés que escribió uno de los pasajes más exaltados dedicados a la dama: “Su edad excede la de las rocas entre las cuales reposa; como el vampiro, ha muerto muchas veces, y aprendido los secretos de la tumba, y ha buceado en las profundidades marinas, y conserva en torno suyo aquel ocaso, y ha negociado tramas preciosas con mercaderes orientales, y, como Leda, dio a luz a Helena de Troya, y, como Santa Ana, fue la madre de María, y todo esto ha sido para ella tal el son de liras y flautas, y vive solo en la delicadeza con que ha modelado los cambiantes rasgos, y matizado los párpados y las manos”.

La búsqueda de secretos

El comentario de Pater, publicado en 1869, fue aceptado como un poema por una generación de intelectuales ingleses. Su caracterización del retrato como misterio, como enigma tan amplio e insondable como la vida misma, fue tan prestigioso que se aceptó como visión predeterminada.

Después de Pater, todo aquel que miraba la pintura tenía la certeza de que La Gioconda guardaba un profundo secreto, que su sonrisa, cualquiera fuera su significado, decía: “Sé algo, pero no diré qué”.

En los 100 años transcurridos desde que su secuestro del Louvre ubicó a la Mona Lisa bajo los reflectores, millones de palabras han sido escritas con la intención de desentrañar sus enigmas, de hacerla hablar.

El paisaje de fondo parece irreal, pero el puente podría ser uno que conocía Leonardo. Se suele decir que es el Ponte Buriano, en Toscana, pero en 2011 un investigador afirmó que representa el puente Bobbio, sobre el Trebbia, que fue destruido por una inundación en 1472. Otro estudio afirmó que se podía ver el número 72 en las pinceladas del puente.

Uno de los primeros interrogantes planteados era que declarara su nombre. Durante 400 años, nadie había dudado de que ella fuera Lisa, la esposa del adinerado Giocondo, pero de pronto su identidad fue puesta en duda. En el transcurso del último siglo, se ha sugerido que tal vez fuera una mujer de la nobleza, Isabel d’Este, marquesa de Mantua, o Costanza d’Avalos, duquesa de Francavilla.

Otros han mirado con intensidad el inquietante rostro y visualizado la cara de un hombre, el propio Leonardo, o el hombre que durante veinte años fuera su asistente (y quizás su amante), Gian Giacomo Caprotti.

Incluso se planteó la teoría de que la pintura puede haber comenzado como el retrato de una persona real que luego, a través de los años que Leonardo trabajó en él, evolucionó hacia una visión abstracta del ideal femenino.

El robo

El 21 de agosto de 1911, un italiano de 30 años llamado Vincenzo Peruggia ingresó al Louvre, en París, donde había estado empleado como pintor y decorador. Pocos minutos después salió con la Mona Lisa oculta bajo su ropa de trabajo. Nadie pensó que algo andaba mal hasta el día siguiente; todos los que se dieron cuenta de la falta de la pintura creyeron que había sido retirada para una limpieza de rutina.

En 2010, el presidente de la Comisión Nacional del Patrimonio Histórico de Italia, Silvano Vinceti, afirmó haber detectado letras diminutas pintadas en los ojos de la Mona Lisa: L y V (las iniciales de Leonardo), quizás C, E o B. El Louvre respondió que las letras de Vinceti eran meras grietas microscópicas en la pintura.

En cuanto se determinó que se trataba de un robo, la pintura pasó a ser una sensación mundial. Multitudes que nunca habían visto el retrato se agolparon en el Louvre para mirar el espacio vacío donde había estado colgado. La policía interrogó al pintor cubista Pablo Picasso y al poeta surrealista Guillaume Apollinaire, mientras deseaba vehementemente que alguno de ellos o ambos hubieran tomado la pintura como una forma de broma vanguardista.

Aunque el original había desaparecido, la imagen de la Mona Lisa estaba por todas partes: los periódicos la reproducían en informes sobre la investigación policial, mientras que los caricaturistas mostraban una Lisa liberada que disfrutaba de las vistas de París. El retrato de una joven florentina La Mona Lisa es la pintura más famosa del mundo, y provoca las reacciones más curiosas.

Algunas personas desean adorarla; otras, decodificarla, poseerla o incluso destruirla. ¿Cuál es el peculiar poder de la fascinante pintura de Leonardo da Vinci, y qué secretos oculta? de principios del siglo XVI pintado por Leonardo da Vinci se había transformado en una celebridad internacional. Ahora era uno de los rostros más ampliamente conocidos y reconocidos al instante en el mundo.

La Mona Lisa fue recuperada en Florencia más de dos años después, cuando Peruggia intentó venderla. Después de su arresto, afirmó que solo intentaba devolver la pintura al país del cual Napoleón la había robado, como creía erróneamente. Peruggia había tratado de robar otra obra maestra italiana, el Parnaso de Mantegna (también conocido como Marte y Venus), pero era demasiado grande para ocultarla bajo sus ropas, por lo que en cambio optó por la obra más pequeña de Leonardo. Esta circunstancia –el antojo de un ladrón oportunista– hizo más por popularizar a la Mona Lisa de lo que lograra todo el genio de Leonardo. Cuando la devolvieron a Francia, en 1914, fue recibida como una heroína repatriada.

En 2000, científicos de la Universidad de Harvard plantearon una explicación neurológica a la enigmática sonrisa de la Mona Lisa. Cuando el espectador mira sus ojos, la boca queda en la visión periférica, que distingue imágenes en blanco y negro. Esto acentúa las sombras en los ángulos de la boca y la sonrisa parece ser más amplia. Pero la sonrisa disminuye en cuanto se mira la boca directamente. Es esta variabilidad de su sonrisa, el hecho de que cambia cuando se aparta la mirada, lo que la hace parecer tan vívida y misteriosa.

Tomado del libro: “Grandes Secretos de la Historia”, Selecciones

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