Duda razonable
Durante unas vacaciones en las que visitamos el zoológico de Chapultepec, en la Ciudad de México, nos llamaron la atención unos ejemplares de lobo y nos quedamos admirándolos, al igual que varias personas. Poco después llegó una pareja con una niña, a la que le comentaron con emoción:
—¡Mira, hija, el lobo!
La pequeña se acercó corriendo al espacio donde estaban los animales y, después de mirarlos un momento, les preguntó a sus papás, algo desilusionada:
—¿Y Caperucita?
Luis Teyssier, México
A los 10 años, mi hija Denisse dormía frecuentemente en mi habitación y desplazaba a su papá de la cama. Un día, cansado de esto, mi esposo le dijo:
—Cariño, creo que esta es la última vez que podrás quedarte aquí. A partir de mañana dormirás en tu propio cuarto.
Para nuestra sorpresa, la niña respondió obedientemente:
—Sí, papá.
Sin embargo, después se volvió hacia mí y añadió:
—¿Crees que quepamos las dos en mi cama, mami?
Martha Silvia López, México
Al nacer mi hija, decidí que una enfermera le pusiera los aretes en el hospital. Mi sobrino, que en ese entonces tenía cinco años, fue a visitarnos. Cuando vio a la pequeña, exclamó asombrado:
—Con razón es niña, tía. ¡Nació con aretes!
Araceli Basurto, México
Cierto día que estábamos en la iglesia, durante la recolección de la limosna le dimos a John, nuestro hijo de dos años, un poco de dinero para que lo pusiera en el cesto. Cuando la persona encargada llegó a nuestro lugar, el pequeño agregó su contribución y yo le susurré al oído:
—Ese dinero es para Dios.
Inmediatamente, el niño volteó a ver al hombre que sostenía el cesto y me preguntó, sorprendido:
—¿Entonces él es Dios, mamá?
Mary-Kate Largo, Canadá
Recientemente oí decir a mi hijo de seis años: “Esto está casi, un poco, prácticamente terminado”.
Tras pensar un momento en sus palabras, no estoy seguro de si eso lo convierte en una persona optimista o en un futuro político.
@howtobeadad
Hace poco encontré a mi hijo de 13 años recargado en la puerta de la cocina, con los ojos cerrados. Preocupada, le pregunté si se sentía mal. El chico respondió con toda sinceridad: “No, mamá, solamente soy un holgazán”.
gcft.net
Trabajo como maestra de kínder, y una mañana, durante el recreo, los niños de mi clase charlaban entre ellos sobre dónde habían nacido. Un pequeño dijo que su mamá lo había tenido en un hospital llamado Sagrado Corazón. Enseguida, la niña que estaba a su lado anunció:
—¡Yo también nací en el hospital Sagrado Corazón!
Su compañerito volteó a verla, muy confundido, y respondió:
—Qué raro… yo nunca te vi ahí.
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