Niños: Nuevas generaciones
Trabajo en una guardería, y cierta vez les pregunté a los niños a mi cargo sobre los ruidos que hacen los animales. Ellos acertaron en todas...
Nuevas generaciones
Trabajo en una guardería, y cierta vez les pregunté a los niños a mi cargo sobre los ruidos que hacen los animales. Ellos acertaron en todas las ocasiones, hasta que llegamos al ratón. Los pequeños exclamaron “Clic” al unísono, y a mí me tomó unos segundos darme cuenta de lo que eso significaba… ¡hoy en día incluso los niños de tres y cuatro años saben usar una computadora!
Carys McCauley, Reino Unido
Una noche, Julie, mi hija pequeña, vio a nuestra perrita parir una camada de seis cachorros. Unas semanas más tarde, cuando los perritos podían ser dados en adopción, fuimos a visitar a mi mamá. Mientras almorzábamos, Julie le preguntó:
—Abuelita, abuelita, ¿tú cuántos hijos tuviste?
—Seis —respondió ella.
—¿Y te quedaste con todos, abuelita? —preguntó la niña con los ojos muy abiertos.
Lois Driscoll, Estados Unidos
Un día, cuando mi hija Trinity tenía unos nueve años, estábamos viendo un programa de deportes extremos. En cierto momento apareció en la pantalla una persona volando por los aires con un traje aéreo y la niña me dijo que le gustaría intentar eso algún día.
—¡Sobre mi cadáver! —exclamé.
Trinity se encogió de hombros y respondió:
—Claro, no importa. Puedo esperar.
Nicole Barnes, Canadá
Hace tiempo, cuando mi hijo tenía unos seis años, había en la casa una perra viejo pastor inglés que tenía un carácter muy afable y soportaba todas sus travesuras. Sin embargo, en una ocasión, le pedí varias veces a mi hijo que la dejara de molestar un rato, pero él me ignoró por completo.
Un rato después, desesperada, le dije al niño en términos muy claros que dejara en paz a la perra, que no la fastidiara y que hasta se olvidara de que teníamos una. Al cabo de unos minutos, tuvimos la siguiente conversación:
—Oye, mami…
—¿Ahora qué pasa?
—¡Ojalá tuviéramos un perro!
Frances Hunt, Reino Unido
Mi nieto Tim, de siete años, se puso muy triste cuando murió su mascota, un pececito dorado llamado Pinkie.
—No te preocupes, la próxima vez solo cómprale otro pececito y dile a Tim que Pinkie despertó —le aconsejé a mi hija, su madre, cuando me contó la triste historia. Entonces, vi cómo cambió rápidamente la expresión de su rostro.
—¡Cómo pudiste, mamá! —exclamó ella—. ¡Ahora entiendo por qué mi pececito Goldie vivió 15 años!
Olga Arnold, Canadá
En una ocasión, mi hijo de 14 años decidió lavar él solo su sudadera favorita. Tras unos minutos de observar los controles de la lavadora, me preguntó:
—¿Qué programa uso, mamá?
—Pues eso depende —respondí—. ¿Qué dice tu sudadera?
El chico la miró y dijo:
—Nike.
Loretta Jenkins, Canadá