Humor

Niños: Respuestas geniales

Respuestas geniales

Un día por casualidad oí a mi hijo mayor tratando de enseñarle a su hermano de cuatro años lo que había aprendido en la escuela.

—Entonces, Ben —le dijo—, ¿qué obtienes al juntar dos mitades?

—¡Un sándwich! —exclamó Ben.

@CatrionaCoats

Cuando le pedí a mi hijo de ocho años que dejara de gritar, replicó:

—No estoy gritando. Éste es mi tono de voz normal; toda la vida he hablado bajito, pero ahora, ¡por fin soy libre!

@jennypentland

Mi nieto, de cuatro años, estaba sentado en el regazo de su abuelo y de pronto sintió su marcapasos a través de la camisa.

—¿Qué es eso? —le preguntó.

—Es mi batería —respondió mi esposo.

—¡Abuelito! ¿Eres un robot? —exclamó el niño, asustado.

@SylviaSwenson

Una noche, después de bañarla, estaba secando a mi hija Samantha, de cinco años. La niña me abrazó con fuerza y dijo que nunca se iba a casar para no tener que mudarse a otra casa, pues ella quería vivir siempre con su papá y conmigo.

—No te preocupes, hija —le dije para tranquilizarla—. Sólo te casarás si tú quieres.

Samantha se quedó pensativa un momento, y luego me preguntó:

—¿Y qué crees que diga mi novio?

Carol Zevallos, Perú

Cuando mi sobrina era pequeña, trataba de enseñarle que debía tomar más agua natural y menos bebidas embotelladas, pero ella insistía en que le diera refresco. Un día en que fue de visita a mi casa me pidió, como era su costumbre, que le sirviera un vaso de refresco. Antes de complacerla, le pregunté si ya había tomado agua natural.

—¡Sí! —contestó sin titubear.

Sorprendido, repuse:

—¿Cuándo? No te he visto hacerlo.

—¡Ayer!  —respondió.

Jordi Montoya, México

Zachary, mi nieto de cuatro años, acababa de empezar a asistir al kínder. Una tarde lo encontré sentado en la cocina, haciendo garabatos frenéticamente con un lápiz en una hoja de papel.

—Estoy escribiéndole una carta a mi mami —señaló.

Cuando le pregunté qué decía la carta, me respondió:

—No lo sé, abuelita, todavía no aprendo a leer.

Karen Lang, Canadá

Cierta vez, durante la Pascua, mi hijo se molestó mucho porque no lo dejamos ver la serie televisiva Los muertos vivientes. En un intento por convencernos a mi esposo y a mí de que cambiáramos de opinión, contó que su maestra les había explicado en clase cómo habían depositado el cuerpo de Jesús en una tumba, y que a los tres días se había levantado de entre los muertos.

—¿Ven? —dijo en tono de queja—. ¡Ella no piensa que soy demasiado joven para saber sobre los zombis!

Seren Roberts, Reino Unido

Staff

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