El hígado graso puede confundirse con otras enfermedades
El higado graso no genera síntomas notables pero puede mostrar otros que podrían confundirte y hacerte pensar que se trata de otra enfermedad.
El hígado graso acumula grasa en este órgano del cuerpo. Esta grasa interfiere en el funcionamiento normal del hígado que es de vital importancia para el cuerpo afectando procesos como lo son la digestión de alimentos, almacenamiento de energía y eliminación de toxinas.
En general este padecimiento no genera síntomas notables pero puede mostrar otros que podrían hacerte pensar que se trata de otra enfermedad.
Las personas con sobrepeso y quienes beben alcohol en exceso pueden desarrollar con más facilidad el hígado graso, por ello es importante que ante cualquiera de estos dos factores visites al médico para una revisión del estado general de salud de tu hígado.
El aumento de grasa en este órgano agrava la colestasis, nombre que se le da a cualquier afección que reduce u obstruye el flujo de la bilis del hígado. Los síntomas que señalan que podrías tener hígado graso son:
Las personas con elevados índices de colesterol en la sangre pueden desarrollar el hígado graso, mantener niveles saludables de colesterol en la sangre disminuye la posibilidad de enfermedad por hígado graso.
El dolor en la espalda baja es una señal de que tu hígado podría estar enfermo.
Este es uno de los primeros síntomas físicos del hígado graso que podría confundirse con una infección estomacal.
Dado que el hígado procesa los alimentos para extraer nutrientes, la falta de estos puede ocasionar cansancio extremo.
Esta es más común cuando se consumen alimentos altos en grasa.
El color amarillo en la piel y ojos es síntoma inequívoco de una enfermedad hepática.
Beber en exceso: El alcohol es uno de los factores para desarrollar el hígado graso, cuando se desarrolla por el consumo excesivo de alcohol es más difícil de tratar.
Consumo de embutidos: Los embutidos o alimentos fritos consumidos en exceso favorecen al desarrollo de esta enfermedad.
La enfermedad puede progresar hacia un estado mucho más crítico, en donde haya inflamación hepática, apoptosis (muerte celular programada) y degeneración que puede terminar en cirrosis y en situaciones con fracaso de funcionalidad del hígado, cuya única solución sería el trasplante de este órgano.
Es necesario comenzar a hacer ejercicio físico y modificar la dieta. Si no se hace actividad física no se soluciona absolutamente nada, porque aunque la dieta sea equilibrada existe un exceso de hidratos de carbono y energía.
Desgraciadamente somos muy poco disciplinados y empezamos con 10,000 pasos, pero a los 15 días abandonamos. Es mejor empezar caminando 15 minutos y luego subir hasta 30 minutos.
Si se tiene sobrepeso hay que hacer una dieta bajo el control de un especialista. Se recomienda la dieta mediterránea, ya que está comprobado que ayuda a perder grasa y tiene menos abandonos que otros regímenes.
Hay que incrementar el consumo de cereales integrales, reducir el consumo de alimentos ricos en grasa y carbohidratos simples como el pan blanco, pizza, carnes rojas, chorizos, salchichas, mantequilla y alimentos congelados, tener cuidado con el tipo de grasa con el que se cocina, siendo el más beneficioso para la salud el aceite de oliva.
Además es importante parar de fumar y consumir bebidas alcohólicas.