Este tipo de alimentación pugna por ofrecerle al organismo productos de alta calidad nutricional y desde el autoconocimiento del origen de las necesidad de nuestro cuerpo de manera integral, tomando en cuenta emociones, actividades, padecimientos.
Según la Organización Mundial de la Salud, la nutrición es la ingesta de alimentos en relación con las necesidades dietéticas del organismo. Una buena nutrición es un elemento fundamental de la buena salud, mientras que, en términos generales, la conciencia es el conocimiento que tiene un ser de sí mismo y de su entorno.
Por lo tanto, la idea de la nutrición consciente se define como la capacidad de decidir qué tipo de alimentos necesitamos y de dónde o cómo podemos obtenerlos.
El primer paso para acceder a un programa de nutrición consciente es el reconocimiento de que tener y sentir hambre es diferente, explica Pablo Ross, chef de Mandala International Academy.
Tener hambre se refiere a la necesidad estrictamente fisiológica de recibir combustible para el cuerpo con el único objetivo de continuar con las actividades cotidianas, sin reparar en si realmente nuestro cuerpo necesita lo que está recibiendo en cantidad como en calidad. En esta rutina, es donde encontramos el comienzo de infinidad de desórdenes alimenticios que corresponden precisamente al consumo de alimentos sin conciencia.
Por otro lado, sentir hambre nos lleva uno o varios pasos adelante, pues se trata de identificar en autoconocimiento el origen de las necesidades de nuestro cuerpo de manera integral u holística, tomando en cuenta emociones, insuficiencias, actividades, etc. y así, concentrarlo como un todo.
Comprender lo que el cuerpo pide arroja resultados favorables a la salud, dice Ross. De igual forma el conocimiento del entorno ofrece herramientas que servirán de apoyo para este objetivo; por ejemplo, a menudo se recomienda no dar a los niños azúcar en casa puesto que esta altera su comportamiento, cuando lo que debemos reflexionar es qué calidad y qué cantidad de glucosa les estamos ofreciendo.
En definitiva, si optamos por utilizar lo de costumbre por comodidad como son dulces, jugos, productos lácteos endulzados, sin antes tomarnos el tiempo de evaluar su origen, calidad y cantidad no estamos transmitiendo salud ni estamos siendo guía para implementar y fomentar una nutrición consciente.
“Por el contrario, una vez que sabemos identificar la necesidad y tenemos control del entorno podremos ofrecer a nuestros niños opciones saludables y nutritivas que generen en ellos y en nosotros cambios tangibles. Siempre será importante que además de servir de ejemplo nos demos la oportunidad de compartir información y tengamos la disposición de explicar todos los porqués posibles; el proceso de aprendizaje para reordenar nuestros comportamientos alimentarios, será un proceso lento, como toda inversión, que valga la pena”, comenta el chef Pablo Ross de Mandala.
Si quieres una opción nutritiva y casera para empezar el día, opta por un batido o licuado con estos ingredientes. Y checa debajo de la receta la calidad nutricional de cada uno de los productos.
La leche orgánica contiene calcio y proteína de alta calidad, ácido linoleico que es una “grasa buena”, vitaminas y no contiene hormonas sintéticas ni pesticidas.
La leche de arroz sirve en casos de intolerancia, pues es completamente digerible. Tiene bajos niveles de grasa, alta concentración de carbohidratos y, ojo, niveles bajos de proteína y calcio.
La fresa es fuente de vitamina B y B6, ácido fólico, antioxidantes y antiinflamatorio natural.
La zarzamora es fuente de vitamina A, B1, B2, C y E y de minerales.
La miel de agave es baja en calorías, disminuye niveles de colesterol y triglicéridos y aumenta la absorción de calcio.
El azúcar de coco tiene un bajo índice glucémico, lo que favorece el control del azúcar en la sangre, es rica en minerales y vitaminas y contiene 16 de los 20 aminoácidos esenciales.
El azúcar mascabado contiene pequeñas cantidades de antioxidantes, algunas vitaminas y minerales y aunque es la opción menos recomendable para endulzar es mejor que cualquier azúcar refinada.
Las nueces bajan los niveles de colesterol, aportan saciedad y son un gran alimento para el cerebro. En caso de hiperactividad son una fuente natural de Omega 3 que ayuda a tratar este padecimiento.
La almendra contiene una alta cantidad de fibra, proteína, vitamina E y minerales.
La quínoa es una fuente natural de proteína vegetal de más y mejor calidad que la mayoría de los cereales, además de que está recomendada en dietas celiacas. También ayuda a controlar los niveles de azúcar.
Los corazones de cáñamo contienen todos los aminoácidos esenciales así como un alto contenido proteico. Además, refuerzan el sistema inmune.
La chía es un superalimento por su alto contenido de vitaminas, minerales y ácidos grasos, los cuales controlan el peso. Aporta una buena cantidad de fibra y de Omega 3 y no tiene gluten.
La avena contiene vitamina B1, B2, B5, B6 y E, minerales, proteína y carbohidratos.
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