Y así como existen los derechos y obligaciones de automovilistas, los hay para los ciclistas.
Compartimos las obligaciones tanto de ciclistas como de automovilistas para que las dudas queden despejadas sobre los derechos que corresponde a cada uno en la Ciudad de México.
• Transitar sobre las ciclovías o ciclocarriles ( Art. 6, fracc. XVI).
• Detener o estacionar su vehículo sobre un área de espera ciclista, basta con que cualquier parte del vehículo esté sobre la vía ciclista. (Art. 6, fracc. XVII; Art. 8, fracc. II; Art. 12, fracc. IX).
“La infracción más común a los conductores, es detener el automóvil sobre áreas para ciclistas, por lo que va del año en 13 delegaciones se han levantado un total de 3 mil 290 infracciones.” secretaría de seguridad pública.
El 19 de abril se celebra el Día Mundial de la Bicicleta, su objetivo es promover el uso de la bici, poniendo énfasis en las ventajas que supone para la salud y el medio ambiente. Y con frecuencia se aprovecha la fecha para reivindicar los derechos de los ciclistas y advertir sobre su vulnerabilidad.
La idea se le ocurrió a Thomas Roberts, un profesor de la Universidad de Illinois, que empezó festejándolo en el jardín de su casa en 1985. Pero sus alumnos lo dieron a conocer localmente, y en 30 años la internacionalización de las comunicaciones se encargó de completar la tarea a escala global.
El profesor escogió esa fecha para conmemorar el doble viaje, ciclista y psicodélico, que había llevado a cabo 42 años antes un renombrado químico suizo.
El 19 de abril de 1943, el Dr. Albert Hofmann, que trabajaba con los alcaloides del cornezuelo del centeno, decidió hacer una prueba utilizándose a sí mismo como cobaya. Solo tres días antes había estado ocupado con una variante del ácido lisérgico, famosa luego como LSD, que había sintetizado años atrás, y experimentó sensaciones muy extrañas, que definió como “una intoxicación no desagradable” (seguramente le ocurrió porque había absorbido inadvertidamente una pequeñísima porción a través de la piel de los dedos).
Intrigado, quiso ir más allá y decidió ingerir con un poco de agua una cantidad que le pareció minúscula de aquella sustancia, 250 microgramos (0’00025 gramos), para experimentar en persona sus efectos.
A los 40 minutos anotó en su cuaderno: “Comienzan los efectos. Ligero mareo, sensación de ansiedad, alucinaciones visuales, síntomas de parálisis, deseo de reír”. A partir de ahí no pudo seguir escribiendo.
Asustado, Hofmann decidió regresar a casa en bicicleta (en plena guerra mundial, apenas había coches) y pidió al ayudante del laboratorio que lo acompañara.
Días después informó a sus jefes: “Al volver en bicicleta mi estado empezó a ser peligroso. Todo lo que había en mi campo de visión se movía distorsionado, como si se reflejara en un espejo curvo. También tuve la sensación de no poder moverme, aunque mi asistente me dijo después que habíamos pedaleado a una buena velocidad. Finalmente llegamos a casa sin problemas, y solo fui capaz de decir a mi acompañante que llamara al médico y pidiera leche a los vecinos”.
A partir de ahí, el pánico que embargaba al científico, quien llegó a pensar que estaba muriendo, fue atenuándose y “dejó paso a un sentimiento de felicidad y gratitud”. Añadió: “En ese momento comencé a disfrutar de los colores y las formas, que veía con los ojos cerrados. Surgían fantásticas imágenes caleidoscópicas muy variadas, abriéndose y cerrándose en círculos y espirales, explotando en forma de manantiales llenos de colores, recomponiéndose y mezclándose, todo en un flujo constante”.
Y al día siguiente: “Cuando salí al jardín, donde lucía el sol después de haber llovido, todo brillaba con una nueva luz. Parecía como si el mundo estuviese recién creado. Mis sentidos vibraban en un estado de gran sensibilidad que se prolongó todo el día”.
Sin pretenderlo, Hofmann había realizado el primer viaje con LSD y enseguida se dio cuenta de que se trataba de una sustancia extraordinaria, el alucinógeno más potente conocido.
Imaginó que podría ser una droga importante en medicina psiquiátrica, sin considerar ni por un momento su potencial uso recreativo, que sería tan común en la época hippie y contracultural (“cuanto más se difundía su uso como alucinógeno, más problemático se volvía”, escribió). Pero siempre se refirió a aquella experiencia como “el día de la bicicleta”, inmortalizado después en multitud de imágenes coloristas y adoptado hoy como “Día Mundial de la Bicicleta”, ciertamente a espaldas de su inspirador.
¿Utilizas la bicicleta cómo medio de transporte?
Fuente: El País
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