Esto implica que 8 de cada 10 planes que inventes los podrás llevar a buen término si quieres y te esfuerzas. Bastante bueno, ¿no es así? Esto también implica que 2 de cada 10 “fracasos” en tu vida, la verdad, no tuvieron tanto que ver contigo.
Todo comienza al reconectarte con tus necesidades pendientes. Una necesidad es una carencia que hace tiempo que vienes arrastrando, pero a la que podrías ya haberte acostumbrado. También puede ser un gustito que has deseado desde hace mucho tiempo pero que no te has permitido.
Para explotar tu 80%, transforma esa necesidad insatisfecha o ese gustito rancio en un proyecto, ¡y manos a la obra!
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¿Eres una de esas personas que tienen la superstición de no hablar de sus objetivos? Pues bien, compartir tus metas genera una motivación extra que se relaciona con ser responsable de tu palabra.
En efecto, los demás te preguntarán de cuando en cuando cómo vas con tu meta, y eso te lo recordará y te dará un empujoncito para tener el control de la motivación que tenías.
De cómo las conseguiste y de los dilemas que enfrentaste. Después, plantéate: “si fui capaz de lograr aquello, ¿qué de lo que aprendí en esa ocasión puede servirme para alcanzar esto?”. Reflexiona acerca de tu 80% alcanzado para mantener el mismo control ritmo de logros.
¿Qué tal que las cosas que te salieron mal pertenecen simplemente a ese 20%? Si no logras tus metas tal y como las imaginaste, vuelve a intentarlo hasta rebasar la brecha del 20%.
Es probable que esto implique permitirte ser flexible con tus objetivos: si esperas a que tus proyectos se desarrollen absoluta y rotundamente tal y como los imaginaste, no vas a permitir que la vida te sorprenda.
Es decir, si tú y un amigo tienen sobrepeso, hagan una apuesta por ver quién baja más rápido o quién baja más en 3 meses, por ejemplo. Si quieres hacer un viaje, pregunta quién a tu alrededor tendría la disposición de hacer ese viaje contigo… o decídete a hacer ese viaje contigo.
Las metas saben mucho mejor cuando las compartimos con nuestra gente.
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Jamás dejes de alcanzar una meta sin celebrar el haberlo hecho. Es real: el plan de cómo alcanzar un objetivo “debe” contemplar la forma en que vas a celebrarlo, con quiénes vas a hacerlo y dónde.
¿Una fiesta de ensaladas para celebrar que bajaste 15 kilos? ¿O una reunión de despedida antes de irte un mes a Europa? ¿O un open house para inaugurar tu departamento nuevo y que cada persona que llegue se traiga una plantita, o una taza…? ¡Celebra! Y cada vez tendrás más motivación para plantearte nuevas metas y objetivos.
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