¡Presta atención, porque esta noticia te volará la cabeza (y quizás la nariz)! Parece una broma, pero no lo es: científicos de la prestigiosa Johns Hopkins Medicine acaban de revelar que ese gas tan particular, el que le da a tus flatulencias ese inconfundible olor a “huevo podrido”, podría ser un inesperado héroe contra el Alzheimer.
Hablamos del sulfuro de hidrógeno, y aunque su fama no sea la mejor, este estudio publicado en Proceedings of the National Academies of Science sugiere que, en dosis pequeñitas (¡nada de exagerar!), tiene superpoderes para proteger nuestras envejecidas células cerebrales. ¡Quién lo diría!
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¿Cómo funciona el Sulfuro de Hidrógeno en el cerebro?
El cuerpo humano produce naturalmente pequeñas cantidades de este gas para facilitar la comunicación entre células. Sin embargo, los investigadores confirmaron que los niveles de un proceso llamado sulfhidratación química (modificación de proteínas mediante este gas) disminuyen drásticamente con la edad y de forma más severa en pacientes con Alzheimer.
“Nuestros datos vinculan firmemente el envejecimiento y la neurodegeneración con la señalización celular mediante el sulfuro de hidrógeno”, afirmó el Dr. Bindu Paul, autor del estudio.
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El experimento: Reversión de síntomas en un 50%
Para probar su teoría, los científicos utilizaron ratones modificados genéticamente con síntomas de Alzheimer e inyectaron un compuesto llamado NaGYY, que libera lentamente moléculas de sulfuro de hidrógeno. Los resultados fueron impactantes:
- Mejora cognitiva: Las funciones motoras y la memoria mejoraron un 50% en comparación con los ratones que no recibieron el tratamiento.
- Memoria espacial: Los roedores tratados fueron capaces de recordar ubicaciones y mostraron mayor actividad física.
El bloqueo de la proteína “Tau”
La investigación descubrió que el sulfuro de hidrógeno actúa sobre una enzima llamada GSK3ß.
- Sin el gas: Esta enzima se une en exceso a la proteína Tau, creando cúmulos o “enredos” que bloquean la comunicación entre neuronas y eventualmente provocan su muerte.
- Con el gas: El sulfuro de hidrógeno bloquea esta interacción, evitando la degradación de la memoria y la función motora.
Conclusión: Aunque la idea de “oler flatulencias” pueda parecer anecdótica, la ciencia está utilizando este principio químico para diseñar nuevas terapias. El colaborador Matt Whiteman asegura que, al corregir los niveles de este gas en el cerebro, se podrían revertir con éxito aspectos críticos del Alzheimer que antes se consideraban permanentes.