¿Sabías que las pepitas de calabaza son un superalimento?
¡Sí, lo has leído bien! Las pepitas de calabaza son un alimento muy nutritivo que puede aportar muchos beneficios para la salud. Son ricas en proteínas, fibra, vitaminas y minerales, y tienen propiedades antiinflamatorias, antioxidantes y antibacterianas.
La calabaza es una planta originaria de América, donde se cultiva desde hace más de 8.000 años. Los pueblos indígenas de México, como los menominis y los algonquinos, ya la utilizaban para sus propiedades medicinales. Las semillas de calabaza son diuréticas, por lo que se utilizaban para tratar problemas renales. También eran vermífugas, por lo que se empleaban para eliminar los parásitos intestinales. (Te puede interesar: Razones para que incluyas en tu dieta las calabacitas)
En el siglo XIX, los colonos norteamericanos llevaron la calabaza a Europa, donde también se empezó a utilizar con fines medicinales. Centroamérica y Alemania, la calabaza se utiliza para tratar enfermedades de las vías urinarias.
En la actualidad, se extrae de las semillas de calabaza un aceite con múltiples propiedades medicinales. Este aceite es rico en ácidos grasos esenciales, como el ácido linoleico y el ácido oleico, que tienen propiedades antiinflamatorias y antioxidantes. También contiene zinc, que es importante para el sistema inmunológico.
Las pepitas o semillas de calabaza tienen múltiples beneficios, como mejorar el estado de ánimo, proteger el corazón, reducir la ansiedad y prevenir la hiperglucemia y el colesterol alto. Estas semillas son estupendas para la memoria y la ingesta de proteínas, y constituyen el complemento perfecto para las dietas vegetarianas. También son útiles para la salud de la piel, reducen las manchas solares y combaten la obesidad. Además comparten fenoles con el café verde, lo que les confiere propiedades anticancerígenas que se están investigando a fondo.
Las semillas de calabaza, que contienen un 53% de niacina, han demostrado en un estudio que el consumo de aceite de semillas de calabaza durante tres meses puede disminuir significativamente los niveles de colesterol LDL y, además, reducir la presión arterial.
El colesterol, en especial el LDL asociado a enfermedades cardiovasculares, requiere atención constante. Una manera sencilla de controlarlo es a través del consumo de niacina, también conocida como vitamina B3, la cual no solo disminuye el LDL, sino que también eleva el HDL, el tipo de colesterol beneficioso para la salud cardiovascular.
Cuando la ansiedad se hace presente o el ánimo está bajo, aumentar la ingesta de triptófano en nuestra dieta es fundamental. Este aminoácido promueve la producción de serotonina, un neurotransmisor que genera una sensación placentera de bienestar.
La cantidad diaria recomendada de triptófano es de 5 mg por kg de peso corporal. Por ejemplo, una persona que pese 60 kg debería consumir alrededor de 300 mg de triptófano al día. Las pepitas de calabaza son una excelente fuente, ya que contienen hasta 576 mg de triptófano en cada 100 g. Agregar un puñado a nuestros platos es una manera ideal de brindar un apoyo adicional a nuestro estado de ánimo.
Más del 30% de cada 100 g de pepitas de calabaza son proteínas de alta calidad, ya que contienen prácticamente todos los aminoácidos y son fácilmente digeribles. El score de aminoácidos, que evalúa la calidad proteica de un alimento, sitúa a las pepitas de calabaza entre el 90% y el 170%, convirtiéndolas en una excelente fuente de proteínas vegetales. Aunque son bajas en lisina, este aminoácido se complementa fácilmente al combinarlas con un trozo de pan.
La pro-vitamina A presente en las pepitas de calabaza, una vez convertida en vitamina A, desempeña un papel crucial en el mantenimiento de la piel, los tejidos y las mucosas. Conocida por ser una de las vitaminas más antioxidantes, contribuye a reducir manchas solares y aumentar la producción de colágeno.
Además, el contenido de aproximadamente un 2% de pro-vitamina A por cada 100 g de pepitas de calabaza ayuda a mejorar la visión, especialmente en condiciones de luz tenue, al producir los pigmentos de la retina.
La vitamina A y la vitamina E presentes en las pepitas de calabaza trabajan juntas para estimular la producción de linfocitos, un tipo de glóbulo blanco que combate los microorganismos. La acción inmunológica de la vitamina E, que constituye hasta el 14% de las pepitas de calabaza, refuerza esta función.
Las semillas de calabaza tienen propiedades antihiperglucémicas, según estudios realizados en animales que demostraron una significativa reducción en los niveles de glucosa, colesterol y triglicéridos al consumir 15 g de pepitas de calabaza en polvo.
El ácido clorogénico, presente en las semillas de calabaza, tiene propiedades adelgazantes, saciantes y reduce la necesidad de consumir alimentos dulces. El magnesio, en gran cantidad en las pepitas de calabaza (hasta un 190% de la cantidad diaria recomendada en 100 g), colabora en la disminución de la presión arterial, contribuyendo así a prevenir la hipertensión.
Con un contenido del 23% de tiamina, las pepitas de calabaza son una fuente importante de esta vitamina, la cual desempeña un papel crucial en la obtención de energía a partir de los hidratos de carbono. La tiamina ayuda a prevenir la pérdida de masa muscular y mejora la memoria. Agregar un puñado de pepitas de calabaza a ensaladas, cremas o pan puede proporcionar este beneficio.
El ácido cafeico, isoflavonas y fitoestrógenos presentes en las pepitas de calabaza se han asociado con propiedades preventivas contra el cáncer, incluyendo el de mama, próstata y pulmón. El aceite de pepitas de calabaza y las semillas han mostrado resultados positivos en estudios relacionados con la prevención del cáncer.
Es importante tener precaución al ofrecer pepitas de calabaza, al igual que otras semillas y frutos secos, a niños menores de 3 años debido al riesgo de atragantamiento. Aquellas personas con alergias a frutos secos y otras semillas deben ser precavidas al consumirlas.
Con información de Bonviveur
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