Por fin tienes en casa ese animal de compañía que deseabas desde la infancia, pero el sueño se convirtió en pesadilla porque no deja de ladrar, rompe todo lo que encuentra a su paso o muerde a diestra y siniestra…
¿¡Qué hacer!? No te preocupes, hay formas de solucionar cualquier comportamiento errático de tu mascota.
Antes de llamarle al entrenador del parque de la colonia debes entender un poco de su etología.
Existen dos ramas dentro del comportamiento de perros y gatos. La primera está marcada por la genética: la raza.
“El pastor alemán, por ejemplo, está genéticamente diseñado para ladrar porque es guía de rebaño; un schnauzer miniatura ladra porque es un perro que se utiliza para control de roedores, mientras que un pastor australiano de ganado muerde los talones porque se dedica a pastorear a las vacas mordiéndoles esa parte de las patas” explica a Selecciones Ernesto Ávila, director general de la Clínica Veterinaria del Bosque.
Y esas conductas son heredables, así que debes tomar en cuenta esa información cuando adoptes o compres un animal de compañía. “Lo mejor es conocer las características conductuales de la raza que te interesa”.
Pero es no es suficiente, también debes conocer las experiencias tempranas de esos animales, así que es muy importante que interrogues a la asociación protectora de animales, la tienda o al criador.
“Hay problemas por síndromes muy fuertes como automutilación, en donde el perro se arranca la cola o se muerde las patas por estos problemas conductuales”.
En este punto entra la ontogenia de la conducta, que no es más que el origen del ser o, en palabras sencillas, porqué tu perro muerde zapatos o destroza la casa cuando te vas.
Por eso es importante que conozcas qué experiencias vivió la perra cuando estaba gestante, así como el desarrollo del animal en cada etapa.
“Cualquier trauma sufrido durante los periodos sensibles del desarrollo de la conducta puede causar psicopatologías en la vida adulta del animal. Perros que tienen ansiedad por separación, perros que destruyen la casa cuando están solos u orinan o defecan” alerta Ávila.
Pero ojo, esos perros no necesitan un entrenamiento, ellos necesitan una terapia conductual.
“Este método echa mano de psicofármacos, análogos de feromonas y terapia. Si a ese perro que te está destruyendo la casa lo llevas con un entrenador, lo vas a perjudicar y tendrás más problemas”, explica Ernesto Ávila.
La misma recomendación aplica para los perros agresivos, pues existen diversos tipos de agresividad:
Lo primero que tienes que hacer para saber cómo enfrentar la situación es determinar con claridad el problema conductual, y si es necesaria la terapia acude a especialistas como médicos veterinarios, etólogos y etólogos clínicos.
La etología es la ciencia que estudia el comportamiento biológico de los animales. Así que llevar a tu perro con uno etólogo te puede ahorrar infinidad de dolores de cabeza, pues analizará si su problema es psicógeno (mental) y en ese caso usará ansiolíticos y antidepresivos.
“Debe ser alguien con conocimientos de zootecnia, de fisiología, de comportamiento, de farmacología, de razas”.
El entrenador es muy bueno para otras cuestiones caninas. “Si quieres que el perro aprenda ejercicios de obediencia (quieto sentado, quieto echado, venir al llamado, que camines sin que se jale la correa) entonces sí debes dirigirte con un entrenador”.
Pero, como en todo, existen niveles, así que una buena opción es preguntarle a tu médico veterinario sobre un entrenador capacitado y ético. Una vez que tengas nombres, acércate y platica largamente con ellos para saber qué es lo que te ofrecen.
“Dile a tu veterinario qué tipo de entrenamiento quieres para que te recomiende a la persona adecuada; algunas personas solo quieren un poco de disciplina, mientras que otras esperan un nivel competitivo, y difícilmente un entrenador domina todos los niveles”.
Sí, como lo lees. Pero no pierdas de vista, resalta el director general de la Clínica Veterinaria del Bosque, que debes prepararte para ese papel.
“No confíes en quien te dice que se llevará al animal a un campo de entrenamiento durante dos meses y te lo devolverá educado. Tú debes aprender a manejar al perro y el perro debe aprender a dejarse manejar por ti” puntualiza el especialista.
Además de las sesiones con tu perro y el entrenador, lo recomendable para un óptimo adiestramiento son periodos diarios de entre 15 y 20 minutos.
“Mucho juego, mucho ejercicio, mucha diversión, mucho entrenamiento con estímulo positivo como la técnica de clicker, —un método de adiestramiento que resulta intuitiva y muy divertida para perro y dueño— que no es más que una cajita que tiene un fleje y hace click; el objetivo es sumar estímulos, el respondiente y el operante, que era lo que hacían Pavlov y Skinner. Así se entrena también a ballenas, delfines, aves, que es basado en la premisa ‘si haces lo que quiero vas a recibir un premio’ y se dejan de lado los castigos”. Recuerda, se trata de estimular lo que estás buscando, así que olvídate del periodicazo.
Hay perros que tienen una fuerte capacidad de aprendizaje como los border collie, mientras que los basset hound son más limitados porque genéticamente están diseñados para el rastreo, así que básicamente piensan con la nariz.
“Uno te va a llevar dos meses de entrenamiento y otro tal vez ocho. Y por supuesto también importa la habilidad de los manejadores” dice Ernesto Ávila.
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