¿Podemos pensar sin palabras?
En 1865, el químico alemán Friedrich Kekulé von Stradonitz pasó muchas horas tratando de deducir la estructura molecular del benceno, uno de los grandes misterios científicos de aquella época. Una noche soñó con una...
En 1865, el químico alemán Friedrich Kekulé von Stradonitz pasó muchas horas tratando de deducir la estructura molecular del benceno, uno de los grandes misterios científicos de aquella época.
Una noche soñó con una serpiente que se curvaba hasta morderse la cola, y a partir de esa imagen desarrolló la teoría del anillo bencénico según la cual los átomos de este compuesto se enlazan formando una cadena cerrada.
Kekulé resolvió el problema, no pensando en palabras, sino contemplando una imagen visual, no verbal. Albert Einstein también reconoció en una ocasión que muchas veces no pensaba en palabras sino en “imágenes más o menos claras” que manipulaba mentalmente.
Desde luego que no se necesita ser un Einstein para pensar sin emplear palabras; lo hacemos todos cada vez que vemos algo con los ojos de la mente: una escena familiar, la imagen de una persona querida, una ciudad lejana.
Las investigaciones psicológicas demuestran que mucha gente emplea imágenes mentales para llevar a cabo determinadas tareas. Durante un experimento se pidió a un grupo de voluntarios que observaran la fotografía de un automóvil y luego se formaran una imagen mental de él.
Después se guardó la fotografía y se les dijo a unos que centraran su atención en la parte anterior y a otros en la posterior de la imagen mental del automóvil.
A continuación se les preguntó si el automóvil tenía o no un adorno en el cofre. Los voluntarios que habían concentrado su atención en la parte delantera de la imagen mental respondieron de inmediato; los que tenían en mente la parte posterior tardaron más porque, al parecer, tuvieron que recorrer su imagen mental de atrás hacia adelante para “ver” si tenía adorno o no, igual que si tuvieran delante de los ojos el automóvil real.