Ann Walker, una habitante de Texas, vio un día desde su ventana un objeto enorme que descendía lentamente del cielo, sostenido por un paracaídas blanco de casi nueve metros y es que de acuerdo con Jonathan McDowell, astrofísico del Smithsonian Institute, al menos una pieza de basura especial cae al planeta cada día, volviendo algo que parecía excepcional una rutina.
Esto no es casualidad, ya que la órbita terrestre baja, donde operan la mayoría de los satélites, se ha vuelto un territorio cada vez más “congestionado” de fragmentos metálicos y piezas obsoletas; según la Agencia Espacial Europea (ESA), las redes de vigilancia rastrean actualmente unos 40 mil objetos, de los cuales cerca de diez mil 200 permanecen activos.
No obstante, se estima que hay aproximadamente 50 mil fragmentos de más de diez centímetros, 1.2 millones de más de un centímetro, 130 millones de más de un milímetro y quizá hasta dos billones de partículas mayores a 0.1 milímetros.
Estos fragmentos son demasiado pequeños para rastrear, pero lo bastante peligrosos como para destrozar un satélite. Por ejemplo, uno de apenas un centímetro tiene la energía de una granada de mano, declaró Tiago Soares de la Oficina de Espacio Limpio de la ESA a la DW. Esto ha perjudicado a misiones, como la de SpaceX, quien tuvo que realizar varias maniobras.
Algo que resulta inquietante, de acuerdo con los expertos, es que muchos restos no se desintegran como deberían; en teoría, estos deberían desintegrarse en la atmósfera, pero la realidad es que cada vez más piezas terminan cayendo en la Tierra, algo que sugiere que quizás se esté subestimando el riesgo.
Aunque la clave puede estar en los materiales. Las naves modernas usan compuestos ligeros cuya reentrada aún no se entiende bien.
¿Qué tan probable es que te golpee un resto del espacio?
Si bien algunos restos de cohetes y satélites caen a Tierra casi cada semana, el riesgo de que un pedazo de basura espacial te golpee es prácticamente nulo.
De hecho, la DW reportó, de forma orientativa, que la probabilidad de que una persona sea alcanzada por uno de esos objetos es 65 mil veces menor que la de ser alcanzada por un rayo y 1.5 millones de veces menor que la de fallecer por un accidente doméstico.
Incluso es tres veces más probable ser golpeado por un meteorito que por una pieza de basura espacial, por lo que no necesitas voltear al espacio con miedo.
¿Se va a quedar toda esa basura espacial ahí?
Ante el asunto de la basura espacial, las agencias espaciales no se han quedado de brazos cruzados, y un ejemplo es la ESA, que en el 2029 piensa lanzar la misión de ClearSpace-1, que planea usar brazos robóticos para retirar el satélite PROBA-1.
Esta sería la primera operación real de la limpieza orbital y, de hecho, otras empresas como Astroscale y ClearSpace ensayan con redes para “pescar” satélites fuera de órbita, aunque son tecnologías caras y aún no se han probado.
Además de eso, existen ideas más audaces como el proyecto ALBATOR, que es financiado por la Comisión Europea y que busca empujar los desechos espaciales mediante haces de iones, sin tocarlos.
Asimismo, a largo plazo, la ESA propone una economía circular en el espacio, que consistiría en reparar, reutilizar y reciclar satélites, en lugar de sólo desecharlos. Una solución que requeriría tiempo, dinero y nuevos acuerdos globales es que, por ahora, incluso un trozo de chatarra sigue siendo propiedad del país que lo lanzó, algo que complica su recogida.