El diagnóstico de esta enfermedad en la edad pediátrica constituye un reto para los médicos; fatiga crónica, depresión y bajo rendimiento escolar son los principales predictores de la presencia de esclerosis infantil.
La esclerosis múltiple (EM) es devastadora en los niños, pues al presentarse en etapas tempranas de la vida ocasiona mayores daños neurológicos y más discapacidad, y hasta ahora no existía un tratamiento específico para los menores de edad que viven con este padecimiento crónico-degenerativo del sistema nervioso central en el que el propio cuerpo inflama y desgasta la cubierta aislante (mielina) de las neuronas, lo que ocasiona alteraciones en los impulsos neuronales y con ello la afectación de diversas funciones, incluidas las esenciales.
Se cree que en el mundo existen 2.5 millones de personas afectadas por EM; de ellas, entre el 3 y el 10 por ciento presentaron síntomas antes de los 18 años de edad.
Esta enfermedad en niños conlleva numerosas complicaciones, pues puede afectar el crecimiento y el desarrollo, su aspecto, identidad, cognición, bienestar emocional, su rendimiento académico y sus relaciones con amigos y familiares.
Debido a que los síntomas de la EM pueden confundirse con malestares propios de la infancia, la presidenta de la Sociedad Mexicana de Neurología Pediátrica, Leticia Munive Báez, destacó la importancia de un diagnóstico oportuno para aumentar su calidad de vida.
La esclerosis múltiple (EM) es devastadora en los niños, pues al presentarse en etapas tempranas de la vida ocasiona mayores daños neurológicos y más discapacidad, y hasta ahora no existía un tratamiento específico.
Las afectaciones al sistema nervioso central redundan en problemas de aprendizaje. “Sumas, restas, aprenderse el poema, son tareas que se les complican” explica Hilda Patricia Cervera Silva, especialista en psiquiatría en niños, jóvenes y adultos.
Cervera Silva explicó que dos marcadores importantes en la detección de esta enfermedad son la fatiga crónica y la depresión. “Los niños sienten como que les chupan la energía” precisa. Y sobre la depresión —esa pérdida del placer en las cosas cotidianas— añade que los menores pierden su capacidad de fantasear y ser creativos.
“Pero cuando un niño presenta fatiga crónica se le atribuye al crecimiento, mientras que la pérdida de visión, otro síntoma marcado de EM, tampoco ayuda al diagnóstico, pues lo más que se hace es enviar al niño al oftalmólogo para que le indique el uso de lentes, lo que retrasa el diagnóstico” agrega.
La especialista explicó que el síntoma más evidente es la ansiedad, pues ante tantos y tan diversos problemas (dolor de cabeza, disminución de la visión, pérdida gradual de la vista, problemas de equilibrio, poca fuerza en brazos y piernas) la ansiedad es lo primero que llama la atención.
Ante esta situación, es muy común que un niño que en realidad padece EM llegue directamente a la consulta psiquiátrica, pues padres o maestros sospechan de depresión o ansiedad.
La especialista en psiquiatría destacó que cuando ya existe un diagnóstico de EM, el tratamiento primordial es el neurológico, mientras que el psiquiátrico es para atender los síntomas. “Para que un niño siga desarrollándose de forma adecuada se necesita el tratamiento neurológico”.
Esta enfermedad en niños conlleva numerosas complicaciones, pues puede afectar el crecimiento y el desarrollo, su aspecto, identidad, cognición, bienestar emocional, su rendimiento académico y sus relaciones con amigos y familiares.
El primer tratamiento contra la EM en adultos surgió hace 25 años, precisa Miriam Jiménez González, directora del área terapéutica de neurociencias de Novartis. A los menores de edad se les administraban esteroides y se esperaba a que cumplieran por lo menos 16 años para recetarles fármacos de adultos.
Los niños a los que se les administraron los medicamentos de adultos debían suspenderlos porque los eventos adversos eran demasiados, pero ahora existe un fármaco oral indicado para los niños de entre 10 y 17 años. Se buscó que no fuera un medicamento inyectable para que haya mayor apego al tratamiento.
Este fármaco, el único autorizado en el mundo, reduce la frecuencia de las recaídas y retrasar la progresión de la enfermedad y sus daños, lo que asegura un impacto positivo en la calidad de vida del menor, pues se alcanza una mejora en los efectos psicosociales que afectan el desarrollo académico, las relaciones familiares y cuestiones específicas de la adolescencia como autoestima y amigos.
Este medicamento —el primero que completa un estudio de dos años realizado en 26 países, México incluido— detiene en un 40 por ciento la pérdida de volumen cerebral, lo que frena la pérdida de funciones mentales. En cada recaída o brote hay retrocesos, pero este medicamento las disminuye, así que detiene en un 77 por ciento la progresión de la discapacidad.
Se estima que la EM afecta en el mundo a más de 2 millones de personas en el mundo, de esta cifra la Esclerosis Múltiple Pediátrica (EMP) tiene una prevalencia de 0.63 casos por cada 100,000 personas, y en México se estima que se tienen 720 casos registrados, y debido a su baja incidencia hay poco conocimiento sobre el padecimiento y su diagnóstico en niños y adolescentes puede ser un reto para los médicos.
Actualmente no existe cura para la esclerosis múltiple, así que es primordial que los tratamientos efectivamente limiten los síntomas, la actividad de la enfermedad y, en última instancia, la progresión de la enfermedad, reduciendo así la carga para los pacientes, particularmente los pediátricos que debutan con la enfermedad y, por lógica, la padecerán más años que alguien que empiece en edad adulta.
A diferencia del medicamento para adultos que está disponible tanto en el sector público como privado, por ahora el fármaco para los niños solo está disponible en el ámbito privado, pero se está trabajando para conseguir la clave del Consejo General de Salud.