¿Por qué se veta a los atletas que emplean esteroides?
Los esteroides se parecen a las hormonas que produce normalmente el cuerpo. Los esteroides anabólicos, aquellos que ingieren algunos deportistas de alto nivel, imitan los efectos de la testosterona, la hormona sexual masculina. Además de estimular el desarrollo sexual, la testosterona favorece el crecimiento óseo y muscular.
Algunos competidores ?especialmente levantadores de pesas y atletas de pruebas como el lanzamiento de bala o de martillo? los usan para aumentar su fuerza y velocidad de recuperación a las lesiones. El abuso de esteroides daña el hígado y las glándulas suprarrenales, además de causar impotencia y esterilidad en los hombres.
Las mujeres que los usan se masculinizan: la voz se vuelve más grave, y el cabello crece en exceso en todo el cuerpo pero puede desaparecer de la cabeza.
Los jerarcas del deporte proscribieron los esteroides por dos razones principales: los competidores adictos arriesgan su salud indiscriminadamente, y logran una ventaja desleal que sólo puede ser igualada por rivales dispuestos a cometer la misma irresponsabilidad.
¿Por qué los conductores de automóviles se quedan dormidos al volante?
Es difícil demostrarlo, pero investigaciones a nivel mundial indican que miles de personas fallecen cada año porque al conducir se quedaron dormidas. Los investigadores basan parte de sus conjeturas en el número de accidentes provocados por un solo conductor. El auto golpea un árbol o el muro divisorio, o corre por un terraplén sin muros de contención a lo largo de la carretera. La norma de muchos accidentes inexplicables es que ocurren en calles rectas y en buenas condiciones.
Un informe publicado en 1988 concluye que el 13% de los 50,000 accidentes viales con resultados letales ocurridos en E.U.A. cada año, se debe a conductores dormidos. Estudios realizados en Inglaterra muestran que entre las 4 y las 6 am, la probabilidad de que un conductor se quede dormido y choque es 10 veces mayor que a cualquier otra hora del día. Otra hora peligrosa es al anochecer.
El reloj interno que automáticamente controla muchas funciones corporales insta a dormir dos veces al día: por la noche y al caer la tarde. El deseo de tomar una siesta en la tarde no es provocado por el almuerzo, aunque el consumo de bebidas alcohólicas puede aumentarlo. En muchas sociedades, el sentido común mueve a la gente a tomar una siesta, lo que es una respuesta natural.
Muchos accidentes por sueño son causados por conductores de camiones. En muchos países, la ley restringe el número de horas que pueden conducir; sin embargo, no controla las horas del día que trabajan, e incluso si lo hiciera, no podría anticipar que se quedarán dormidos. Los investigadores representan así un típico accidente relacionado con el sueño: el conductor se levanta temprano en la mañana, ayuda a cargar su vehículo y parte tres o cuatro horas más tarde. Conduce por otras tres o cuatro horas, entrega su cargamento y espera a que vuelvan a cargar su vehículo. Conduce dos horas y descansa otras dos. Termina su tiempo de recorrido a las 10 de la noche ?duerme en la cabina de su camión a un lado de la carretera?. Se despierta no cuando lo desea, sino cuando otros conductores abandonan el lugar. Como ya no puede dormir, decide partir y terminar temprano para llegar a su casa. Es, durante esas horas peligrosas de la mañana, cuando se queda dormido al volante.
Los conductores de camiones no son los únicos que se quedan dormidos. Si la misma ley se aplicara a todos los conductores, muchos la infringirían. Todo aquel que conduzca largo tiempo, o tras un breve descanso, peligra. Las carreteras combinan dos riesgos: están construidas para altas velocidades y su monotonía induce a la somnolencia, que al hacer presa del conductor, lo forzará a cerrar los ojos, no importa que lleve abiertas las ventanillas y la radio a todo volumen.
La moraleja para todos nosotros sería nunca conducir por demasiado tiempo sin tomar un descanso adecuado. Si es posible, dejar que otro conduzca, y evitar las horas de mayor riesgo, especialmente si no hemos dormido bien.
El mundo y sus porqués