¿Por qué al planchar la ropa se desarruga?
Para quienes detestan planchar, la mala noticia es que casi todas las telas, en distinto grado, pueden arrugarse. Durante su fabricación, algunas prendas reciben un tratamiento para “resistir las arrugas” o “un planchado permanente” y sólo necesitan de poco o ningún planchado después de ser lavadas. En la mayoría de estos tratamientos, se mezcla una fibra de nylon especial que responde al calor con algodón u otra fibra y se añade una resina que mantiene la forma. De esta manera, las partes lisas de una tela permanecen así.
En las telas no tratadas, la presión y el calor aplicados sobre pliegues al azar pueden formar arrugas no deseadas. Esto sucede cuando usted se sienta o se reclina y, sobre todo, si sus ropas son holgadas, lo que permite que se arruguen más fácilmente. Incluso el peso de la ropa apretujada dentro de una secadora o de un cesto puede arrugarla. Los hilos de la trama se extienden alrededor de los pliegues y se sobreponen uno a otro. A veces, se aglomeran en desorden, o las fibras se doblan demasiado para regresar a su forma original cuando cede la presión.
El planchado aplica calor y presión a la tela una vez más. En un principio, el calor relaja las fibras y las ondas. La presión de la plancha y del brazo vuelve a su lugar los hilos. Las fibras de los hilos se adaptan a la superficie de la tabla de planchado y la base de la plancha. El calor y la presión le devuelven a la tela su forma original, al menos por un tiempo. Si se humedece la tela con un poco de vapor o se rocía con agua, las fibras se suavizan aún más y los hilos se lubrican, por lo que se deslizan con mayor facilidad. Algunas veces basta colgar la tela en un baño de vapor para que las fibras se relajen, de tal forma que el peso del material la desarruga.
¿Por qué las esponjas absorben el agua?
Cuando se derrama un poco de agua, un remedio inmediato consiste en absorberla con un paño o una esponja. Sin embargo, ¿por qué no usar, por así decirlo, un trozo de metal o madera? Sabemos por experiencia que los materiales altamente porosos, como esponjas, toallas o papel grueso, chuparán el agua rápidamente, y que las sustancias sólidas no lo hacen.
Entre los múltiples trucos del agua figura la capilaridad, es decir, la habilidad de trepar. Puede usted comprobarlo insertando la punta de un fino tubo de vidrio en un recipiente con agua. El nivel del agua en el tubo será mayor que el del recipiente. Si usa varios tubos de distintos diámetros, notará que cuanto más fino sea el tubo, más alto trepa el agua.
Los científicos afirman que el agua se comporta de esta manera porque sus moléculas se enlazan con muchas sustancias, en particular con las que contienen oxígeno, que empuja el hidrógeno hacia las moléculas en la superficie del agua, las cuales trepan más alto, trazando una cuerda de moléculas tras de sí. El ascenso se detiene sólo cuando el peso de las moléculas que trepan equilibra las fuerzas capilares.
Una esponja o un pedazo de papel absorbente es una masa de diminutos tubos que el agua invade sin problema. Si exprime la esponja, aplica una fuerza adicional. Conforme ésta se expande para recobrar su forma original, sus tubos absorben agua, casi como si la chuparan a través de popotes o pajas. Luego, cuando está completamente distendida, la capilaridad atrae incluso mayor cantidad de agua.
Si el agua perdiera su capacidad de trepar, las plantas y los árboles tal vez morirían. Los pelos radicales absorben agua por un proceso que se conoce como ósmosis; pero la acción capilar ayuda a disolver y mantener en circulación los nutrientes hacia las ramas, el tallo y las hojas. En los árboles, el agua puede subir hasta una altura de 30 o 40 m sólo por capilaridad.
El mundo y sus porqués