La dependencia por el petróleo obliga a muchos países a pagar enormes sumas para adquirirlo. Además, conforme las reservas de petróleo se agotan, necesitamos encontrar combustibles alternativos.
¿Por qué no se ha hecho? La respuesta inmediata es que sí se ha hecho. Las alterativas comunes son el alcohol y tres tipos de gas: butano, propano y metano.
Los automóviles han usado el alcohol durante muchos años; los de carreras, usan alcohol de madera (metanol) como combustible. El metanol propulsa los camiones que recogen la basura en Tokio y Osaka. Más del 80% de los autos que circulan en Brasil consumen alcohol de grano (etanol); este país tiene el mayor programa para elaborar alcohol barato de la caña de azúcar.
Tanto el metanol como etanol tienen un alto octanaje y son excelentes combustibles. Su desventaja es que resulta muy costoso producirlos.
En tanto, continúa la búsqueda de una opción barata para fabricar alcohol, de un tipo o de otro, en grandes cantidades. De tener éxito, ese combustible ofrecerá muchas ventajas. El efecto neto de invernadero es igual a cero, porque cada nueva cosecha absorbe el bióxido de carbono que se libera durante la combustión de alcohol fabricado con una cosecha anterior.
Los granjeros, aunque presionados, obtendrían una nueva y mayor fuente de ingresos. Y debido a que casi todo país podría producir su propio combustible, la dependencia de las reservas petroleras del Medio Oriente sería cosa del pasado.
Cualquier movimiento para hacerlo a gran escala tiene la enorme desventaja de que se terminaría con las reservas de combustibles fósiles, y se añadiría mayor cantidad de bióxido de carbono a la atmósfera. La misma desventaja se presenta con el uso de gas para combustible de autos.
Como el gas licuado de petróleo ya es muy barato, en muchos países los conductores han adaptado sus autos para que funcionen con gas. Un 10% de los autos de Nueva Zelanda funcionan de esta manera. El gas licuado, que puede ser butano, propano o una mezcla de ambos, se produce al refinar el petróleo. Las reservas dependen, por lo tanto, del petróleo.
Tanto el propano como el butano se licúan fácilmente a temperaturas y presiones asequibles, por lo que son combustibles útiles.
El gas natural, encontrado en depósitos en la Tierra, es en su mayoría metano que, como gas de los pantanos, produce fuego fatuo. Arde completamente en las máquinas a petróleo y produce 20% menos bióxido de carbono que el petróleo; sin embargo, tiene el problema de que permanece líquido sólo a temperaturas muy bajas (a casi 160°C) y a presiones extremadamente altas.
Suele almacenarse como gas natural comprimido, pero es necesario contar con un depósito enorme y resistente para poder guardar suficiente cantidad. Por esta razón su uso se restringe a los grandes vehículos, como camiones pesados y autobuses.
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