El desierto del Sahara, reconocido por su paisaje árido y su clima extremo, ha sido testigo de un suceso sorprendente y casi increíble. Este vasto desierto, que una vez se consideró casi inalterable, ha experimentado la formación de grandes lagos entre sus ondulantes dunas de arena gracias a unas inundaciones significativas que no se habían visto en décadas
El Sahara es el desierto no polar más grande del mundo, con una extensión que cubre aproximadamente 9,2 millones de kilómetros cuadrados. Aunque se le considera un entorno hostil para la vida y el crecimiento de vegetación, el desierto recibe lluvias, aunque estas son escasas y dispersas. Normalmente, el Sahara recibe tan solo unos pocos centímetros de precipitación al año, lo que convierte a estos fenómenos recientes en algo verdaderamente excepcional.
Durante dos días de septiembre, un sistema de baja presión afectó el noroeste del Sahara, específicamente en el sureste de Marruecos, generando lluvias intensas en la región. Según datos preliminares de la NASA, algunas zonas registraron hasta 20 centímetros de lluvia. lo cual es más de lo que suelen recibir en varios años. Errachidia, una ciudad del sureste de Marruecos, experimentó más de 7 centímetros de lluvia en dos días, una cantidad que supera con creces la media anual de la región.
El impacto visual: lagos emergentes entre las dunas de arena
Uno de los aspectos más impactantes de este fenómeno ha sido el cambio visual que ha sufrido el desierto. Donde antes solo había extensas dunas de arena dorada, ahora se pueden ver lagos formados por las inundaciones. En Merzouga, una localidad desértica, el agua creó lagos temporales entre las dunas, reflejando las palmeras y la escasa vegetación en un escenario que parece sacado de una postal surrealista.
El Parque Nacional de Iriqui, una vasta extensión protegida en Marruecos, también ha sido testigo de la formación de lagos. Este parque es conocido por tener lagos secos durante la mayor parte del año, pero las recientes lluvias los llenaron de agua, creando un ecosistema temporal que atrae aves y otros animales que rara vez se ven en la zona.
Las imágenes satelitales de la NASA muestran estos lagos recién formados con detalles asombrosos, utilizando colores falsos para resaltar las áreas afectadas por las inundaciones. Estos cuerpos de agua, aunque temporales, representan un cambio dramático en un paisaje que suele ser sinónimo de sequedad y calor extremo.
A medida que las investigaciones continúan, algunos científicos han señalado que el cambio climático podría ser uno de los factores responsables de este inusual evento. Los modelos climáticos sugieren que el aumento de las temperaturas globales, impulsado por las emisiones de combustibles fósiles, está alterando los patrones climáticos en todo el mundo, incluido el Sahara.
Estudios recientes han indicado que eventos de lluvias extremas en el desierto del Sahara podrían volverse más comunes en el futuro, a medida que el planeta continúa calentándose. Esto podría transformar temporalmente grandes áreas del desierto en zonas verdes, aunque solo por breves períodos. Las tormentas avanzaron más al norte de lo habitual, un fenómeno que se ha vinculado directamente con la interferencia humana en el ciclo del agua a través de la contaminación.
Si bien el desierto sigue siendo un lugar inhóspito, estas lluvias han brindado un respiro a las comunidades locales y al ecosistema, aunque el cambio abrupto también trajo consigo consecuencias devastadoras.
Aunque gran parte de las lluvias se concentraron en áreas remotas del desierto, otras partes afectaron directamente a pueblos y ciudades, causando inundaciones que resultaron ser mortales. En algunas regiones, más de una docena de personas perdieron la vida a causa de las riadas repentinas que siguieron a las lluvias. Estas tragedias subrayan la vulnerabilidad de las poblaciones locales frente a los cambios abruptos en las condiciones meteorológicas, especialmente en zonas donde la infraestructura no está preparada para gestionar cantidades tan grandes de agua en tan poco tiempo.
El evento reciente ha dejado claro que incluso los entornos más extremos del planeta no son inmunes a los efectos del cambio climático. Mientras las imágenes de lagos en el desierto captan la atención del mundo, hay una preocupación creciente entre los expertos sobre lo que esto significa para el futuro. ¿Estamos presenciando una transformación temporal o es este el inicio de un cambio más profundo?
El ciclo del agua en el Sahara está estrechamente ligado a las condiciones atmosféricas globales. Cualquier cambio en los patrones de precipitación podría alterar significativamente el equilibrio de esta vasta región. Si bien estos eventos brindan un alivio temporal en forma de agua para los ecosistemas locales, también pueden traer desastres naturales a las comunidades humanas, como se ha visto con las recientes inundaciones.
Con información de CNN
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