El dolor en los oídos es uno de los malestares más frecuentes durante la infancia, como pueden afirmarlo los padres. La infección del oído medio ?otitis media aguda es la causa más común en niños y adultos. Dolor intenso, fiebre y pérdida parcial del oído pueden preceder a la ruptura del tímpano y secreción de líquido.
A veces la infección afecta el conducto auditivo externo, inflamándolo y causando un absceso o furúnculo muy doloroso.
Aunque es un caso muy raro, hay un tipo de herpes que forma ampollas en el conducto y produce dolor tiempo después que la infección ha cedido.
No todos los dolores del oído provienen de problemas auditivos. Debido a que los mismos nervios causan la inervación del oído y zonas adyacentes, el dolor puede ser causado por problemas dentales, infecciones de la garganta o algún problema muscular de mandíbula o cuello.
Un resfriado, la gripe, la fiebre escarlatina, las paperas y el sarampión pueden provocar dolor de oídos. Como el oído, la nariz y la garganta están conectados, resulta fácil que los virus y las bacterias penetren en las trompas de Eustaquio para asentarse en el oído medio, donde se reproducen. La membrana mucosa que cubre el oído medio intenta defenderse produciendo líquidos, y así la presión aumenta causando dolor y pérdida temporal del oído.
Un dolor persistente, como cualquier dolor constante, no debe soslayarse. Las infecciones del oído pueden ser resultado de mastoiditis, meningitis o abscesos cerebrales. Por fortuna, si la atención es inmediata, estas complicaciones son raras.
Hay muchas actividades que hacen estallar los oídos: si se sube a lo alto de un rascacielos, se debe tragar saliva varias veces para corregir la sensación opresiva dentro de los oídos. De igual forma, al volar, especialmente en una cabina no presurizada, o al esquiar cuesta abajo, puede sentirse la misma molestia en los oídos.
Todas estas actividades tienen algo en común: adondequiera que uno viaje rápidamente, sea a las alturas o al nivel del mar, la presión del tímpano sufre un cambio abrupto. Al ganar altura, la presión atmosférica es menor que en tierra; bajo superficie se mantiene alta. Si sube, el aire del oído medio mantiene la presión al ras del suelo. Si desciende, el aire exterior presiona el tímpano.
Es normal que la presión interior y exterior del oído sea la misma, que es mantenida por las trompas de Eustaquio que unen el oído medio y la garganta. Si se escala una montaña, se deberá tragar saliva varias veces, lo que permitirá que una válvula en el extremo de las trompas de Eustaquio se abra, permitiendo que entre o salga aire para equilibrar la presión del exterior con la del interior. Cuando se viaja a gran velocidad, no recordamos hacer esto hasta que el tímpano nos lo exige.
Esta molestia de los oídos es conocida como barotrauma y suele desaparecer especialmente si se traga saliva varias veces. El peligro surge por el cercano vínculo entre garganta y oídos. Si existe un resfriado fuerte, los oídos pueden sufrir daños; en cualquier caso, por nuestro propio bien será mejor no viajar hasta estar repuestos por completo.
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