“El cielo está negro” dice la primera línea de Enrique VI; donde se lamenta la muerte del venerado rey. Pero Shakespeare se equivocó, ya que la época del funeral de este rey fue en 1422 y por ese tiempo el blanco era el color de luto.
El negro es el color de la noche, del misterio, de lo tétrico, y oficialmente se utiliza en nuestra cultura como símbolo de luto a partir del siglo XVI. El uso de este color para expresar duelo proviene de la antigua Roma, donde las mujeres usaban vestidos negros llamados lugubrias para guardar luto a sus amantes muertos.
Ee creía que un largo luto era más propio de mujeres y no de hombres. La ley permitía que los varones tuvieran un luto por pocos días, mientras que el de las damas duraba un año.
Más tarde, un decreto imperial establecería que el blanco sería el color del duelo y así se usó por cientos de años en muchas partes de Europa, particularmente en Francia, España e Inglaterra.
En 1498, Ana de Bretaña se vistió de negro en el funeral de su esposo, Carlos VIII, y puso colgaduras negras a su escudo de armas. Fue el primer funeral en negro desde los tiempos de la antigua Roma. La viuda se veía tan hermosa que el nuevo rey, Luis XII, pidió su mano y ella llegó a ser reina de Francia por segunda vez.
Con la ayuda de los diseñadores de modas de aquellos tiempos, se impuso de nuevo la costumbre de vestir de negro durante el luto, no sin algunas excepciones. María de Escocia, tras la muerte de su marido, Lord Darnley, llevaba trajes de color blanco, por lo que era conocida como la ¿Reina Blanca?
Los reyes de Francia usaban el púrpura, color que probablemente proviene de las vestiduras que los soldados romanos pusieron a Jesucristo para mofarse de él llamándolo Rey de los Judíos. (Conoce el culto a los muertos en el mundo).
Otra de las teorías alude a que en el siglo XX se comenzó a usar estos moños como un signo de algún suceso trágico.
El primer indicio que hay sobre esta práctica son los sucesos del Domingo Sangriento, un conflicto armado que ocurrió en Irlanda del Norte entre los republicanos católicos que buscaban unirse a Irlanda y las personas que querían seguir siendo parte del Reino Unido.
Como resultado de esta batalla murieron al menos 14 personas; 14 más resultaron lesionadas por la fuerza pública durante una manifestación por estos hechos.
Esto llevó a la sociedad a usar el moño negro sobre el corazón como una alusión a los disparos que recibieron las personas y como muestra de solidaridad ante estos actos.
También en el siglo XX hubo quien llegó a utilizar este lazo como apoyo para la investigación y erradicación de males como la narcolepsia o el melanoma.
En el Antiguo Egipto, el color rojo se consideraba símbolo de la ira y del fuego. También se asociaba con el desierto, lugar que guarda relación con la muerte, al considerarse como la entrada a un submundo cada noche al esconderse el sol.
En la Antigua Roma, se asociaba con el color de la sangre derramada e iba unido, tanto con el luto, como con la muerte.
Cuando se fusiona el rojo, que significa “felicidad”, con el amarillo, que significa “perfección” se crea este color. El naranja es el color del ocaso en Egipto, y en la actualidad se utiliza este color como metáfora del final de la vida.
Muchos budistas chinos ven representado en este color la libertad de los cuidados mundanos y por ello es apreciado y guardan el luto con este color. Además, para ellos significa neutralidad y buena suerte.
En los países árabes este color simboliza la protección, al día de hoy en Siria, el luto se refleja con el color azul claro. Un poco más cerca, en Gran Bretaña, este color era el oficial para la asistencia a los funerales.
El lila y violeta, a nivel litúrgico, tiene connotación de modestia y penitencia. Este color se atribuye, en la actualidad, al luto de las viudas en Tailandia. Los reyes franceses utilizaron el púrpura como color de luto. Proviene de la creencia de los ropajes que los soldados romanos le pusieron a Jesús para mofarse llamándolo “Rey de los Judíos”.
Aunque los deudos o parientes del fallecido sientan una gran pena, la ceremonia del velorio no siempre es una experiencia dolorosa.
En muchas provincias de la República Mexicana se acostumbra que los dolientes preparen tamales, mole y atole para convidar a los asistentes. Entre rezos y lágrimas se toman sorbitos de café con “piquete” o licor, que entonan el ánimo.
Muchas veces se juega a las cartas o se cuentan chistes “verdes”.
Estas peculiares costumbres parecieran contradecir el ánimo luctuoso que necesariamente reina en un velorio, pero en México no sucede así. Hay un viejo dicho que reza: “El muerto al hoyo y el vivo al pollo”.
No es que carezca de importancia el deceso de un ser querido, más bien se trata de una extraña mezcla del instinto de supervivencia y la tradición folklórica.
La antigua creencia de que existe otra vida “más allá” deja esperanzados a los deudos con la idea de que pronto volverán a encontrarse.
Los velorios pueden ser ceremonias muy tristes y dolorosas, en especial si el muerto es un niño, pero aun cuando se está rezando por su alma, puede oírse la gritería de los compañeritos del fallecido que juegan en el patio.
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