El color de la cerveza o de cualquier líquido transparente depende de la cantidad a través de la que se mire. Una sola gota de cerveza parece incolora, pero un vaso de ésta, según el tipo, puede tener un color amarillo ámbar o café oscuro. La cerveza de color amarillo en un vaso parecerá roja en un recipiente de vidrio claro del tamaño de un barril.
Su espuma parece blanca porque cada diminuta burbuja de cerveza contiene bióxido de carbono. La luz que llega al ojo atraviesa una insuficiente cantidad de cerveza para que la veamos amarilla. En otras palabras, no tiene tiempo de cambiar de color.
Quizá haya observado usted que algo similar sucede con el agua. Una gota de agua es muy clara; lo mismo ocurre con un vaso de ella, si es pura. No obstante, si observa un canal de agua a varios metros de distancia, el líquido presenta un leve tinte azul. Cuanto más largo es el canal, el color es más intenso.
Si se sumergiera usted en medio del océano, observaría que a mayor profundidad se vuelve más oscuro. Finalmente, se encontraría rodeado de una oscuridad total; el agua habría absorbido la luz.
En un imaginario mar de cerveza, la luz cambiaría de color amarillo a rojo, luego a rojo oscuro y, por último, a negro. Pero la espuma de la cerveza, lo mismo que la del mar, sería invariablemente blanca porque la luz que pasa a través de ella incide sobre muy poco líquido.
¿Por qué la sal produce burbujas en la cerveza?
Tome una pizca de sal, rocíela en un vaso con cerveza y de inmediato verá que se forman burbujas al paso de cada granito de sal. Esto no tiene que ver con ninguna reacción química entre la cerveza y la sal, como podrá constatar si rocía granitos de una sustancia que no se disuelva.
Las burbujas provienen del bióxido de carbono disuelto en la cerveza a una presión de casi dos atmósferas. No se formarán en la cerveza si no hay algo que las produzca.
Necesitan adherirse a algo: lo que los científicos conocen como “sitio de formación de núcleos”. Si el vaso tiene grietas o la cerveza tiene un pedacito de corcho u otras impurezas, se formarán burbujas a su alrededor.
Este principio se aplica a toda clase de bebidas carbonatadas. Quizá observe que en vasos cuya superficie semeja piedritas, de cada nódulo del vaso se desprenden burbujas.
Si desea hacer un experimento, rocíe un poco de arena limpia en la cerveza: los granos recogerán burbujas. A diferencia de lo que ocurre con la sal, que se disuelve en la cerveza, la arena se concentra en el fondo del vaso y sigue formando burbujas.
Sin ningún tipo de estímulo, el bióxido de carbono no tiene energía suficiente para formar una burbuja, o en otras palabras, para desplazar una pequeña cantidad de cerveza y llenar el espacio con gas.
Una vez que se forma una burbuja en el sitio de formación de núcleos, más cantidad de bióxido de carbono se une formando una burbuja que crece. Es algo parecido a inflar un globo: la parte más difícil es cuando se comienza a hacerlo.