¿Por qué las máquinas de diesel y las eléctricas desbancaron a las de vapor?
Hasta fines del siglo XIX sólo la máquina de vapor generaba la potencia suficiente para arrastrar tras de sí una larga fila de vagones sobre los rieles. El primer obstáculo para el vapor lo representó la electricidad. El motor eléctrico libera el enorme momento de torsión necesario para mover rápidamente sobre ruedas un gran peso, desde un punto de partida a una velocidad constante. Además, es silencioso, confiable, de mantenimiento más fácil y barato que la máquina de vapor. No causa emisiones nocivas, aunque la estación generadora quizá lo haga.
En 1881, sólo ocho años después de la primera aplicación industrial del motor eléctrico, se inauguró en Berlín el primer tren eléctrico del mundo, que tenía una longitud de 2.4 km. En el plazo de dos años, Gran Bretaña tuvo también trenes eléctricos y, en 1894, la Compañía Ferroviaria de Baltimore y Ohio electrificó una línea en Estados Unidos. En 1902 en Alemania un tren eléctrico de una línea en experimentación alcanzó los 210 km/h, velocidad notable para aquella época.
Durante las dos primeras décadas de este siglo, Europa electrificó la mayor parte de sus vías férreas, especialmente las líneas cortas donde los ingresos de un gran tránsito abatieron los altos costos iniciales. La locomotora de vapor subsistió en países de gran extensión territorial como Argentina, Rusia y Estados Unidos. Ahí las enormes distancias y el menor tránsito causaban que la electrificación de las vías férreas fuera incosteable.
En 1892, el ingeniero alemán Rudolf Diesel mejoró la máquina de ignición a compresión inventada años antes en Gran Bretaña. Las máquinas ordinarias de combustión interna usan bujías de encendido para quemar el combustible. Una máquina diesel comprime el aire, produciendo calor suficiente para que estalle un poco de combustible. Durante veinte años, las máquinas de diesel tuvieron poco uso, excepto para generar electricidad y mover los barcos. Luego, en 1912, la compañía DieselKloseSulzer diseñó una locomotora de gas óleo o diesel que, sin embargo, sólo servía para trabajos ligeros, como desviar vagones vacíos. Un mejoramiento parejo. trajo más innovaciones con la locomotora eléctrica de diesel, impulsada por electricidad generada por un motor interno de diesel. En 1932, entre Hamburgo y Berlín corría un tren eléctrico de diesel y dos años más tarde un servicio semejante se inauguró en Estados Unidos.
Después de la Segunda Guerra Mundial, se aceleró el cambio a las locomotoras de diesel en virtud de que estos ferrocarriles necesitaban una tripulación menor y eran más fáciles de manejar que las máquinas de vapor. Gran Bretaña, que poseía un eficiente sistema de locomotoras de vapor, alimentadas por carbón, se mostraba reacia a seguir el cambio; sin embargo para la década de 1960, incluso en Gran Bretaña, el diesel había sustituido a la mayoría de las máquinas impulsadas por vapor.
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