¿Por qué los gatos siempre caen sobre las patas?
Una gata llamada Sabrina cayó desde el piso 32 de un rascacielos en Nueva York y sobrevivió con un pulmón colapsado y un diente roto.
Una gata llamada Sabrina cayó desde el piso 32 de un rascacielos en Nueva York y sobrevivió con un pulmón colapsado y un diente roto. Los gatos citadinos, que pasan mucho tiempo sobre tejados y salientes, caen con frecuencia desde varios pisos sobre una superficie dura y logran sobrevivir sin lesiones de cuidado.
Una razón para que los gatos sobrevivan a caídas que matarían a seres humanos consiste en que pesan menos. Esto les imprime una velocidad terminal menor.
Cuando caen, llegan a un punto en el que la resistencia del aire equilibra y compensa la aceleración de su cuerpo.
Los humanos caen sin control en caída libre, pero los gatos lo hacen de la manera apropiada. Un sistema sensor que funciona como un giroscopio muestra los cambios en la orientación del cuerpo respecto al sistema nervioso central.
Al caer, un gato siente de inmediato que va patas arriba y al instante tuerce su ágil cuerpo, preparándose para llegar a tierra a salvo, flexionando las patas a fin de absorber el impacto y extendiéndolas con el propósito de diseminarlo.
El impacto se reduce aún más debido a que muchos huesos del cuerpo de un gato están unidos y protegidos por músculos, más que por ligamentos.
En estado salvaje, muchos depredadores matan presas mayores de lo que pueden consumir en una comida. Dondequiera que hay depredadores, hay animales de rapiña como chacales, buitres y otros que se alimentan de carroña que encuentran y limpian con rapidez los despojos.
De hecho, rara vez esperan que la presa quede abandonada, sino que se aproximan poco a poco hasta que se apoderan de ella.
Por ejemplo, las hienas son mucho más fuertes que los guepardos y rápidamente se apropian de la mayor parte de la presa.
Muchos depredadores intentan esconder la presa en un lugar más seguro para comérsela más tarde; los leopardos acostumbran arrastrarla a lo alto de un árbol para comer a su albedrío.
Los depredadores que no pueden hacerlo, o que habitan lugares abiertos donde no hay árboles, entierran a sus presas. De vez en cuando los zorros y los chacales entierran las sobras, de igual forma que el perro doméstico.