Por qué nos castigamos cuando nos sentimos culpables
El autocastigo en ocasiones nos ata con cadenas de acero al pasado y a la culpa y nos impide avanzar y gozar de una felicidad plena.
Los científicos han arrojado algo de luz sobre por qué el autocastigo históricamente ha sido una forma popular de penitencia. Provocarnos dolor físico puede ayudar a aliviar los sentimientos de culpa, dice un estudio de la revista Psychological Science.
Investigadores de la Universidad de Queensland en Brisbane, Australia, pidieron a un grupo de voluntarios que escribieran sobre un momento en que fueron crueles con otra persona. Le pidieron a un segundo grupo que escribiera sobre una interacción cotidiana neutral.
Luego se preguntó a ambos grupos sobre sus sentimientos de culpa. Luego, los investigadores pidieron a todos los voluntarios que sumergieran sus manos en un cubo de hielo o en agua tibia, y les preguntaron nuevamente a los sujetos sobre sus sentimientos de culpa.
Aquellos que escribieron sobre su falta de amabilidad hacia los demás dejaron sus manos en el cubo de hielo por más tiempo que aquellos que escribieron sobre interacciones normales. También reportaron mayor dolor.
Significativamente, los participantes que sumergieron sus manos en hielo más tarde tenían solo la mitad de culpa que los que pusieron sus manos en agua tibia.
Las personas parecen buscar inconscientemente el dolor para aliviar su culpa, dijeron los autores del estudio. Esto se debe a que imbuimos el dolor con significado, equiparándolo con el castigo.
La culpa es una emoción muy relacionada con el autocastigo. Al sentirnos mal con nosotros mismos, tendemos a atacarnos con un diálogo interno hiriente y peligroso. Los sentimientos de culpa excesivos pueden minar la estabilidad emocional y la salud física.
De niños aprendemos que la única manera de pasar de la desaprobación a la aprobación es sentirnos culpables y modificar el comportamiento para adaptarlo a lo que los elementos externos (padres, maestros, etc.) consideran como correcto.
Cuando somos adultos nos encontramos en situaciones parecidas, podemos caer en conductas autocastigadoras en las que, ante la falta de reprimenda externa, nos convertimos en nuestros jueces más implacables, nos enfadamos y atacamos a nosotros mismos, con todas las consecuencias que eso conlleva para nuestra autoestima. Nos cuesta mucho perdonarnos por las equivocaciones, ya que no podemos aceptar que hemos hecho algo mal.
La necesidad del autocastigo proviene de esa sensación de culpa, de la idea errónea de que hemos hecho algo muy malo y por ende, somos malas personas. La explicación psicológica de por qué nos sentimos culpables tiene que ver con la autoestima. Si no nos estimamos lo suficiente, pensaremos que todo ocurre por nuestra causa o nuestra culpa, incluso en acontecimientos en los que no participamos.
Algunas personas no no creen la teoría de que los hechos de nuestra niñez influyen en la edad adulta, es preciso saber que si hemos crecido en una familia muy autoritaria, probablemente nos sentiremos más culpables que responsables.
¿O será que no nos permitimos errar? Quizás en nuestro sistema interno, es vital ser perfecto, el mejor hijo, la mejor esposa, el empleado predilecto, el amigo ideal… ¿Y en qué momento tenemos la posibilidad de equivocarnos? Y lo que es peor aún ¿Cuándo aceptamos nuestros errores?
El autocastigo no es una solución al problema porque no hará que desaparezca la acción o decisión tomada. Quienes practican esta opción piensan que mágicamente se evaporarán las consecuencias de ese error. Esto solo sirve para revivir una y otra vez las consecuencias del daño causado.
Por otra parte, el autocastigo impide seguir adelante y crecer como personas. Solo tenemos la capacidad de mejorar como ser humano cuando aceptamos que nos equivocamos y hacemos todo lo posible por reparar el error.
De nada nos sirve aceptar un error si lo volvemos a cometer una y otra vez. Entonces, si empezamos a hablar en términos de responsabilidad y no de culpabilidad, será más sencillo que hagamos un profundo análisis de lo ocurrido, evitándolo en la siguiente ocasión.
La culpa no tiene validez si no hacemos nada para solucionar el problema o para aprender. Es mejor decir “soy responsable por ello, voy a hacer lo posible para revertirlo”. Una vez dado este paso, el siguiente ejercicio será el de aprender cómo borrar del historial mental y sentimental esa equivocación, una vez que ya hayamos recibido la lección correspondiente.
Aquí tienes algunas formas para sentirte culpable todo el tiempo. Y estos son unos puntos clave para superar la culpa:
Todos podemos equivocarnos. Lo importante es aprender de ello en lugar de castigarnos con el sentimiento de culpa. Porque este sentimiento nos lleva a la inactividad. El aprendizaje nos lleva a observar en qué hemos fallado y cómo crecer como personas. De esta forma convertimos el perdón en un proceso de liberación personal y de crecimiento interior.
Dato curioso: algunos científicos han denominado previamente a esta tendencia a castigarnos físicamente cuando nos sentimos culpables como el “efecto Dobby”, llamado así por el elfo doméstico que se autoflagela de Harry Potter.
Tomado de rd.com Why We Kick Ourselves When We Feel Guilty y con información de La Mentes es Maravillosa