¿Por qué nos late tan aprisa el corazón cuando estamos asustados?
Cuando el cerebro percibe un grave peligro, ya sea real o potencial, todo el cuerpo se prepara para enfrentar al enemigo o huir, respuesta bien conocida que aparece descrita en todos los textos de introducción a la psicología. Ante las señales que les envía el sistema nervioso, las glándulas suprarrenales, que desempeñan un papel fundamental en este sistema de alarma, vierten en el torrente sanguíneo dos de sus hormonas: la epinefrina (adrenalina) y la norepinefrina (noradrenalina), a las que se debe principalmente que el corazón lata tan aprisa cuando estamos asustados; en esas condiciones, incluso las terminaciones nerviosas del corazón liberan norepinefrina.
La epinefrina es un potente estimulante cardiaco, tan efectivo que algunas veces en caso de paro cardiaco se inyecta directamente en el corazón para restablecer su funcionamiento. La epinefrina y la norepinefrina producen una dilatación de las arterias coronarias que acelera las contracciones del corazón, y una vasoconstricción que eleva la presión arterial. A los pocos segundos se han producido en el cuerpo muchos cambios.
¿Sabía usted que…?
El que los hombres tengan los hombros más anchos, la musculatura más desarrollada y menos grasa que las mujeres se debe a la testosterona, la hormona sexual masculina. Los estrógenos u hormonas sexuales femeninas favorecen el ensanchamiento de las caderas y la acumulación de grasa. Como la grasa es más ligera que el agua y que el músculo, las mujeres flotan mejor.
Los llamados dolores del crecimiento son síntomas peculiares cuya relación con el crecimiento no está claramente establecida. A veces lo que los chicos sienten son calambres debidos al exceso de ejercicio, pero ese dolor en las piernas también puede deberse a una enfermedad como la fiebre reumática. Si el dolor persiste, conviene consultar con un médico.
La idea de que los hijos suelen ser más altos que sus padres probablemente ha dejado de ser cierta, por lo menos en los países desarrollados. Según varios estudios, en Estados Unidos y Europa Occidental la estatura de los adultos había aumentado desde mediados del siglo XIX, pero aparentemente se ha detenido. Quizá se deba a que la alimentación y la salud, que tienen mucho que ver con la estatura definitiva, ya han alcanzado sus niveles óptimos en esos países.
El enanismo no impide alcanzar fama y fortuna, como lo demuestra la agitada vida de Jeffrey Hudson (16191682). Siendo niño, el duque de Buckingham se lo regaló a la reina Enriqueta María de Inglaterra, quien se lo llevó consigo al huir a Francia. Allí sostuvo un duelo a caballo y mató a su enemigo; cuando escapaba del país fue capturado por piratas moriscos de los que huyó. Hudson fue un enano que a los 8 años medía 45.7 cm y de adulto 1.10 metros.
Los porqués del cuerpo humano